Para qué sirve el valor-trabajo en el Capitalismo

El Estado debe valorar ejecutivamente el precio de las mercancías, y no seguir permitiendo que sea el precio el que determine el valor de aquellas.

Curiosamente, El Capital, de Carlos Marx, con un contenido de unas 4.000 pp., gira todo su contenido alrededor del valor[1] y plusvalor, como valores de cambio, y del producto y plusproducto en términos de valores de uso.

La contabilidad y Teoría Económica Vulgares hablan sencillamente de costes y precios en lugar de valor. Así, hablamos del costo o valor de la cesta básica; con eso aludimos al precio o coste del salario según la apreciación marxista, en el sentido de que la fuerza de trabajo del asalariado es una mercancía propiedad obvia del trabajador y es el valor de uso que necesita comprarle el capitalista para poner en movimiento su patrimonio fabril representado por medios de producción o instrumentos y objetos de trabajo. Por eso,​ el capitalista habla de costos de producción y en estos incluye el precio del salario y queda así exento de cargos por concepto de explotación de sus trabajadores y de que lo acusen de enriquecerse con la fulana "plusvalía".

Más curiosamente, siendo El Capital una crítica a las críticas de la Economía Política ya formuladas por los más connotados apologistas del capitalismo de la talla de un Adam Smith y un David Ricardo, y obra- aquella-que pone al desnudo, con todo rigor científico y abundantísimos soportes debidamente acreditados, las contradictorias categorías, los principios y leyes propias del modo capitalista de producción, es una obra que dejan a un lado los Economistas vulgares o fieles sucesores de aquellos clásicos.

Sin embargo, ya está mal que los fabricantes y comerciantes justiprecien la producción, la oferta y la demanda, a su entera conveniencia, pero es inadmisible e inaguantable por más tiempo que lo hagan o estén haciendo sin atender ​a ​ninguna norma tecnoeconómica, sencillamente porque el gobierno actual no se avenga a sus intereses individualistas, y se haya sumado a la defensa de los consumidores, entre los cuales se hallan los mismos empresarios en su condición de consumidores productivos, mient​r​as los trabajadores son consumidores finales.

En la actual economía desestabilizada como ya se halla la nuestra​,​ debemos recoger el concepto de valor con más fuerza. Así, el Estado pod​r​ía perfectamente determinar por qué unas mercancías que, por ejemplo​,​ para diciembre del año 2015 tenían unos precios muy inferiores a los que comenzaron a tener durante el año que recién termina, y que todo hace pensar que seguirán subiendo al compás del capricho comercial de unos fabricantes, importadores y comerciantes en general que no quieren sujetarse a las disposiciones estatales ni siquiera en materia de costos y precios y mucho menos sujetarse a la "odiosa​"​ concepción marxista de valores de uso y valores de cambio.

El Estado debe fijar el valor de algunos bienes determinantes de la cesta básica cuyo precio, así predeterminado, en concordancia plena con aquella valoración-trabajo, sirva de referencia para la fijación de los precios del resto de los bienes.

No pasemos por alto que algunos bienes, supuestamente, suben de precio por estar tasados según la paridad del dólar, supuestamente, importado con dólares bien caros, pero el resto de los bienes que no tienen nada que ver con materias primas ni maquinarias importadas están experimentando las mismas subas de precios en las mismas ​o superiores ​proporciones por simple reflejo. Nos explicamos: Si sube ​el queso parmesano, o la materia prima de los pañales artificiales, entonces sube la yuca, sube el papelón, sube el café, la harina de maíz y hasta sube la leche de nuestras vacas silvestres y hasta la miel de nuestras abejas; poco les falta subirle el precio al "estiércol" que en paupérrima calidad están vendiendo, como las mercancías de tercera que llegan a Valencia.​

Eso debe terminar por decreto inminente so pena de sanciones acordes con el excesivo daño macroeconómico ​que resulta invalorable cuando se trata del hambre de los consumidores, el saqueo de sus pensiones, etc.


[1] Valor en la acepción marxista, con el significado de coste y de precio, tiene como fuente el trabajo útil del asalariado, trabajo útil porque tiene como concreción la obtención de un valor de uso satisfactorio de alguna necesidad indistintamente de que esta sea sana o morbosa. La fuerza aplicada a la elaboración de tabaco, cigarrillo, chimó, cocaína, mercadería de soldados, el alcahuetado, son típicos ejemplos de mercancías morbosas.



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Manuel C. Martínez


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