La regulación de todas las exportaciones, con inclusión de de lo que llamamos contrabando de extracción, se refiere a fijar fuertes impuestos a toda mercancía que salga del país para que esas mercancías reguladas dejen de ser tan baratas y así ir desestimulado su exportación. La vigilancia fronteriza supondría cadenas de control esparcida a lo largo de la carretera de acceso, por ejemplo, a la frontera San Cristóbal-Cúcuta. Venezolanos patriotas vigilarían la conducta de los funcionarios contratados para esos fines.
Dicho control comenzaría en todas las terminales de pasajeros de ruta larga desde todo el interior del país con destino a los estados Apure y de la cadena andina. Quede claro que no se trataría de prohibición de salida de mercancía hacia el exterior de los países vecinos, sino de regulación fuertemente gravada de toda mercancía comprada en nuestro país con miras a su exportación de parte de consumidores finales y no de empresas comerciales con los mismos objetivos. Estamos hablando de una suerte de liberalismo protegido.*
El Estado debe asimilar todo tipo de control sobre las exportaciones hacia Colombia como el que se mantiene sobre el narcotráfico. Esta medida no sólo traduciría una disminución de dichas exportaciones, sino que supondría más ingresos fiscales.
En paralelo, es Estado debe empezar a liberar la mayoría de los bienes de consumo interno a fin de acortar la diferencia actual de sus precios regulados con subvenciones, que han sido la causa principal del contrabando de extracción, y el precio especulativo al que los comerciantes vienen vendiendo los bienes para el consumo interno. Esta medida propiciaría la baja progresiva de dichos precios internos.
* "Estamos obligados a Inventar, para triunfar", Hugo R. Chávez F.