Deseamos óptima suerte al flamante Presidente del Banco Central de Venezuela.
"Las competencias monetarias del Poder Nacional" son hasta ahora monopolizadas por el Banco Central de Venezuela, Art. 318, vigente Constitución de la República Bolivariana de Venezuela.
Esa exclusividad deja por fuera las empresas privadas, al mismo Poder Ejecutivo y perjudica potencialmente a los consumidores en materia de costos y precios, habida cuenta de que los empresarios actuarían por su lado aun en perjuicio de los consumidores a quienes sólo toman en cuenta como clientes y fuente de sus ganancias.
La contemplada autonomía en materia de la formulación y el ejercicio de las políticas que le son encomendadas suelen no se tener la contundencia necesaria para enfrentar el coloso de la empresa privada. Esto ha quedado demostrado con la omisa responsabilidad de un BCV que hasta ahora no ha podido garantizar oportunamente la estabilidad del mercado, de los precios al consumidor, y ha dejado al capricho malintencionado de la empresa privada la presente destabilización que mantiene en crisis nuestra economía en beneficio de nadie, en principio, porque un país con precios desreguladas, con una paridad cambiaria oficial que el BCV no logra y no hace respetar como debe por mandato constitucional.
Es que con su poder empresarial, con su exclusividad productiva y distributiva, si el BCV no cumple a cabalidad y oportunamente con sus competencias, deja al pueblo consumidor a la deriva en cuanto la estabilidad de los precios, el poder adquisitivo del bolívar y de su paridad frente al dólar.
El sistema monetario nacional es piedra clave en la estabilidad y dinámica de la Economía nacional; el circulante, su volumen apropiado, el equilibrio oferta-demanda para evitar el deterioro del poder adquisitivo interno del bolívar, los precios ponderados del Producto Interno Bruto, en fin, sus atribuciones y obligaciones son de tal importancia que al Directorio de este banco centralizador de la Política Económica le correspondería asumir la vigilancia contralora de los estados de ganancias y pérdidas de unos empresarios que, en descarada violaciones a dicho BCV, seguramente facturarán costes sobre una paridad cambiaria ajena a la oficial con lo cual fijan precios de venta que deprimen diariamente el poder adquisitivo del bolívar, constriñen la demanda y, contradictoriamente, estimulan las subas de precios que inducen al Estado a ajustar los salarios con miras a mantener la demanda y consecuencialmente el nivel del empleo.
Esperamos una mejor productividad a las medidas del nuevo presidente del BCV con unas acciones más adecuadas a sus importantes responsabilidades monetarias.