De entrada: ¿Cómo entran los descuentos y los recargos en las compraventas?
Dentro de la contabilidad burguesa, ambas variaciones de precios pasan inadvertidas porque las mediciones del patrimonio suelen ser anuales para minimizar[1] costos administrativos[2].
En el modo socialista no hay redondeos acomodaticios sugeridos por la Estadística burguesa, ni tampoco hay ajustes por déficit ni por superávit.
Por parte de la empresa privada, los eventuales remates y los descuentos entran como maximización de los ingresos, habida cuenta de que se trata de mercancías cuyos costes de almacenaje y conservación superarían el monto de dichos descuentos.
En el socialismo, luego de cubrirse 100% de la demanda diaria, aunque los suministros sean semanales o quincenales, el único superávit también se planifica con alta precisión a los fines del crecimiento de la Economía nacional.
En caso de algún faltante para el mantenimiento de la demanda de bienes de consumo o de medios de producción, se tomaría en cuenta para sobre la marcha enmendar esos entuertos que generalmente podrían responder a causas imponderables. La idea de crisis se tornará obsoleta.
Como algunos lo saben, la mercancía fue definida por Carlos Marx como la célula[3] o forma elemental de la riqueza en el modo capitalista de producción.
Hoy, esa célula social que pasa a llamarse CLAP podríamos definirla como células productoras de los bienes en el nuevo modo de producción que por ahora incipientemente ha sido llamado "Socialismo del Siglo XXI". El CLAP alude a macroeconomía, mientras la mercancía lo hace a microeconomía.
Digamos que el CLAP es al Socialismo como la mercancía lo es al Capitalismo. Esto significa que por primera vez tendremos una economía nacional, estatal y municipal con dimensiones auténticamente macroeconómicas que soslayará definitivamente el albur y las imprecisiones continuadas de los volúmenes de producción de bienes finales e intermedios así como de los insumos industriales.
Por primer vez la oferta igualará la producción; los costes se calcularán como costes medios y lo que hoy en el capitalismo se llama precios de venta, de mercado, en el socialismo, los CLAP ofrecerán valores o bienes de uso a secas ya que mercancía supone mercadeo o intermediación, una fase que desparecerá inercialmente, como los sobreprecios, la escasez, la plusvalía, que como categorías económicas se irán extinguiendo en el tiempo y en el espacio.
En cuanto los llamados "cesta tickets", por ahora se trata de otra generosa canonjía otorgada a la empresa privada por el gobierno sin que aquella se lo merezca, ya que, según entendemos, no se hallan integrados al salario, a fin de que-ingenua y tolerantemente, así lo ha pensado el gobierno-otrora lo hizo Lusinchi-, pero, gracias a las diligencias del Partido Comunista de la entonces Venezuela Puntofijista, se logró la integración del afamado y cuestionado "Bono de Alimentación".
Desde luego, el gobierno de turno, sano es reconocérselo: buscaba que el patrono no lo recargara como costes que incidirían en los precios de la cesta básica y con ello le abultaría la base de capital usada para el cálculo de la tasa de ganancia. He ahí la contraparte delicada y proteccionista del patrono que alberga todo tipo de "ayuda" salarial.
Cuando los patronos se quejan y se muestran reacios a las mejoras salariales, sólo pretenden ocultar la fuente verdadera de sus ganancias; ellos siguen afirmando tozudamente que dicha fuente se halla en el mercado y no donde se bate el cobre, en las fábricas productoras de plusvalía. En esa afirmación de tamaña mentira lo acompañas nobelados y tarifados[4] técnicos y profesionales de diferentes especialidades.
[1] Ahorrar es una cosa, y minimizar costos es otra. [email protected]
[2] Los costes administrativos son costes falsos que ya en sí mismo son sobreprecios al consumidor ya que la contabilidad del patrimonio de las empresas sólo beneficia al capitalista, al dueño la mercancía fabricada e intermediada.
[3] Forma elemental de la riqueza. Carlos Marx, El Capital, Libro I.
[4] Por ejemplo, a los médicos de la burguesía se les gradúa como tales-excelentes profesionales de la Medicina-pero, en paralelo, ya convertidos en promotores de la Farmacopea comercial y transnacional, se les enseña a manejar su profesión como una mercancía y no como un servicio racionalmente remunerable.