Es un hecho que la especulación y el irrespeto del comerciante formal e informal ha rebasado los controles burocráticos.
Pedir con éxito mayor eficacia en esa materia es más inverosímil que pedirle justicia al Ministerio Público venezolano en las fases guarimberas y terroristas de la revolución bolivariana; tanto, como la de exigirles buena conducta social a todos los ciudadanos de una sociedad burguesa donde por naturaleza propia la desigualdad es una de sus características predominantes. Se requeriría un centinela per cápita.
En esa sociedad, saturada de burgueses, hay personas con nombres y apellidos sobradamente ricos y sobradamente paupérrimos. Algunos estadísticos comerciales[1] han logrado vender, endilgarle a otros países y disfrazar tal desigualdad del ingreso con artilugios como el índice o coeficiente de Conrado Gini[2]; nada más falso, aunque muy aburguesado y procapitalista donde los ricos siempre han creído y sostenido que los males del sistema son atribuibles a malos gobiernos, a trabajadores flojos o mal administrados per se, a cuestión de mala/buena voluntad, de respeto/irrespeto a las normas bíblicas y de otras especulaciones y engaños literarios.
Aquí vamos, pues, con algunas informaciones técnicas que no dudamos, para nada, que pasarán inadvertidas por la burocracia de todos los países animados por los diabólicos estímulos crematísticos de la vulgarizada Economía Política del Estado burgués:
1.- Las carnes de tercera calidad, eufemísticamente llamadas "carne buena" (Rafael Caldera[3] ?) es un alimento proveniente del ganado peor alimentado con pastos de tercera, con trabajadores de baja preparación técnica, vendidos por comercio de zonas de pobres e ignaros, cosas así. Su carga proteínica se halla minimizada y por esa razón, paradójicamente, resulta la más cara de todas, así como la carne con huesos-hueso con carne- que sorprendentemente es una mercancía más cara que el mejor lomito de la carne óptima, gramo a gramo, se entiende. Se nos parece al mondongo.
3.- Las gelatinas abrillantadas con colorcitos de las fiestecitas caseras y expendida en los comercios son proteínas con mínima carga de aminoácidos, por lo que también sus correspondientes mercancías resultan más onerosas que otros alimentos de mayor precio con más aminoácidos. La soya y carne de res nos lucen mercancías sustitutivas entre sí, pero deberíamos conocer sus cargas de proteínicas.
1.- Los libros populares, aquellos desechables, de una o dos lecturas, de partida, de costo minimizado, como hechos para una sola lectura y a la basura[4], serían como "el periódico de ayer" - H. Lavoe_cuyo uso, en tiempos guarimberos y de comerciantes en impune comisión de delitos comerciales, también resultarían muy útiles cuando aquellos escasean el papel higiénico.
Como resulta obvio, en toda sociedad preñada de delincuentes comerciantes cuyo control suele escapar hasta de la burocracia más idónea, esta lista resulta interminable ya que el problema de la delincuencia común y el de la comercial es inabordable con éxito dentro del Capitalismo.
Los avances que sobre esta materia observamos en la Venezuela de hoy se explican porque nuestra sociedad, por ahora, es una híbrida capitalista, rentista y parasitaria por excelencia, con aportes de socialismo en ciernes.
[1] Léase mercancías estadísticas.
[2] Súmese el afamado índice per cápita de los promedios aritméticos sin depuración alguna.
[3] ¡Qué triste currículo! el de personajes a quienes su descendencia terminará conociéndolos como lo que fueron: utilísimos servidores de los intereses de la clase burguesa.
[4] La enciclopedia coprologada por Don. Miguel de Unamuno (El Tesoro de la Juventud, W. M. Jackson, Editor Madrid. Sin colofón porque-suponemos-los conocimientos dados jamás se obsoletizan-fue editada con forro de piel de primera calidad;. Según algunos de los volúmenes de mi modesta Biblioteca se estima que su edición sobrepasa los 120 años a la fecha, y junto al papel y tintas empleados de entonces, de hecho se halla intacta con el desgaste del manoseo muy delicado de varias generaciones porque las cosas muy costosas las tratamos como solemos hacerlo con los/ y las bebés, con las prendas y joyas preciosas, con la comida y otras mercancías escasas o, más bien, deliberadamente escaseadas por los delincuentes comerciantes en general.