En la actual Venezuela Bolivariana, si una manzanita vale Bs.F 2.000 y 1 caramelito, Bs.F 200, ¿a cuánto se imagina usted que ascendería el capital de cualquier empresario de bodeguitas; de un abasto mayor, de un supermercado? No hay duda que estamos ante una interrogante a la que debemos darle una acertada respuesta.
Una vez que se pusieron de acuerdo los principales fabricantes, nacionales e internacionales, para derrocar esta revolución bolivariana por la vía no electoral[1] adoptaron el siguiente método comercial: Devaluar sostenidamente nuestra poderosa y fuerte moneda, una de las más y mejor respaldadas a nivel internacional, dadas las enormes libres riquezas que alberga esta Tierra de Gracia., riquezas que sólo necesitan mano de obra para, muy probablemente, alimentar medio mundo con alto nivel de satisfacciones.
Esa burguesía, en consecuencia, optó por devaluar el dinero o la moneda bolivariana con lo cual las mercancías-inclusive la de menor valor trabajo-ha terminado revalorizándose cuando se la mida en Bs.F. Estos bolívares, a su vez, se miden nacional internacionalmente[2] según una paridad cambiaria cuya fórmula de cálculo la impuso el Fondo Monetario internacional.
Veamos ese aspecto con más detalles, aunque ya hemos tratado el tema:
1.- Provocaron una estrepitosa caída del precio del petróleo porque la mayoría de los intermediarios del mercado petrolero y demás commodities connotados pertenecen a esa misma burguesía.
2.- Con la primera alza de precio, en un mercado controlado por capitalistas internacionales, ya que buen parte de nuestra dieta ha sido modelada a los intereses privados y las mercancías importadas, el Estado optó por fijar salarios mínimos para la burocracia nacional y para los trabajadores de la empresa privada[3].
3.- Con ese elevado costo de la vida por la devaluación monetaria nacional e internacionalmente, el pueblo comenzó a perder masa corporal, a comer menos y de inferior calidad nutricional, a quemar sus pequeños ahorros y a limitarse a que el Gobierno continúe ajustando los salarios a la Inflación que se ha hecho indetenible, con lo cual el Estado ha caído en un círculo vicioso porque ya nadie, ni siquiera los sesudos empresarios, puede estimar con anticipación a cuánto debe llegar su capital inicial para la renovación de los inventarios, como tampoco puede hacerlo el consumidor en cuanto al presupuesto familiar.
Este cuadro es espantoso por demás ya que no sólo impide las inversiones de capital privado sino que el Estado está y ha estado drenando a los bolsillos de la burguesía todo el Presupuesto Nacional, única forma de sostener una inflación creciente o acelerada.
Normalmente, el capitalista estima un capital necesario sobre la base de precios más o menos estables a corto plazo. Hoy ya no se puede hacer eso ya que los precios se salieron de todo control, máxime cuando el Estado se halla atado de manos bajo un código comercial hecho para la paz y que no funciona en condiciones de guerra para la cual el presente gobierno, dadas las circunstancias, pareciera[4] no estar suficientemente capacitado. Una prueba de esto es el hecho de haber cedido el Poder a la ANC, y sólo de esta podría esperarse resultados resolutorios.
Esperamos que en esa ANC dé comienzo a más acciones resolutorias y menos a retórica politiquera.
Entonces, debemos pensar en y a cuánto debe llegar el capital de la empresa privada con tan elevados precios para su inventarios. Ese monto no es difícil de estimar: es del tamaño del Presupuesto Nacional mientras el Estado no termine de sancionar debida y severamente a cuanto ladrón metido a comerciante pulula y se multiplica como monte, sin que veamos ni siquiera una bodeguita cerrada con energía.
Se trata de un comercio prestado a intereses políticos ya que de poco sirve al capital burgués un capital que no esté protegido por el Estado Burgués, puesto que este ya lleva 18 años en manos populares socialistas y antimperialistas.
[1] Esta vía les está vedada desde que llegó el Presidente Hugo Chávez al Poder, y sus reiterados fracasos electorales le reafirman la imposibilidad de que puedan retomar el poder, salvo por la fuerza de golpes de Estado o con una invasión de alcances fatales para ambas parte, y por la propia naturaleza universal del pensamiento bolivariano, no es improbable que Venezuela sea el foco inicial de una Tercera Guerra Mundial.
[2] Por cierto, la valoración del bolívar internacional en dólares sería pasable y hasta racional, lo que no lo es que inclusive las mercancías netamente criollas, con un pobre componente de insumos importados, también se midan con la moneda devaluada que se corresponde con esa paridad cambiaria que sólo debe regir para el Mercado Exterior.
[3] Con ese artilugio impuesto también por la burguesía enfrentada a gobernantes con baja capacidad defensiva e ingenuos, en cierto modo, con un marcado desconocimiento de la esencia capitalista, divorció la culpa del bajo poder adquisitivo de la moneda de los precios inflacionarios impuesto por esa misma burguesía a fin de que el trabajador se la endilgara la gobierno. Esta mala política salarial no ha terminado de entenderla el presente gobierno y sigue ajustando los salarios mínimos de oficio y evita así las discusiones obrero-patronales en la empresa privada.
[4] Perdió mucho tiempo llamando a diálogos políticos a una burguesía que sólo sabe de diálogos comerciales.