Esta guerra es contra la clase media

De entrada la solución de la problemática que confrontamos no puede estar en manos de políticos ni de economistas, sino del Ejercito Nacional-civicomilitar-y de los Tribunales de justicia.

Los protagonistas de la presente guerra, que se expresa en los altos y crecientes precios de la cesta básica, es la alta burguesía a través de sus representantes funcionales: fábricas e intermediarios. Paradójicamente, los miembros de esa clase media-la más afectada-es la que apoya a sus propios verdugos.

Esos protagonistas no han dejado de producir porque su maquinaria se les herrumbraría, pero con sus regulaciones distributivas y la fijación de precios especulativos no sólo ganan en abundancia, sino que golpean a los integrantes de clase media ya que esta venía de disfrutar un confort que los satisfacía, aunque con cargo a los marginados, a los proletarios menos favorecidos de donde la mayoría de ellos-de la clase media-provinieron. He ahí otra paradoja.

Por esa razón, los proletarios de rentas inferiores han resultado ser los más favorecidos por el gobierno sobre la base de que con esa inflación inducida ellos son los más vulnerables. Hacia estos trabajadores, desempleados, minusválidos, ancianos, niños y madres solteras humildes, a los ex habitantes de barrios de lata y cartones, hacia ellos se vuelca toda la ayuda económica del Estado con cargo a la alta burguesía que solía llevarse el grueso del Presupuesto Nacional y dejaba migajas a esa clase media, misma clase media que tiene como principales integrantes a los burócratas corruptos, a los delincuentes impunes y afines , ya que en Venezuela si no se era tremendo corrupto se era pendejo o bien bolsa.

Con casas, educación libre y gratis, hospitales gratis y tantos beneficios que viene recibiendo esta clase proletaria con inclusión de su lumpen, los más humildes de ayer hoy se sienten conformes aunque los altos precios estén empobreciendo aceleradamente a la clase media.

Los beneficiarios de hoy, antes no tenían ni un catre donde caerse muerto; casi no comían, sus hijos pedían limosna, vinieron a usar papel higiénico hace pocos años-de allí su constante escasez; sus hijos no iban a la universidad y la mayoría nacía, se criaba y moría analfabeto.

Carecían de buenos hospitales. Por supuesto, hoy, por elevado que sean los precios, ahora viven mejor y los incrementos del salario mínimos los protege para no caer como están cayendo los infatuados de la clase media, mismos integrantes que se han dedicado a ponerle palos a la carreta de la revolución y que a mediano plazo podrían salir beneficiarios porque la revolución podría definitivamente restablecerles su viejo confort porque también se lo merecen, pero no lo dejan los políticos ni los dueños de estos que practican esta guerra en su contra para ver si explotan en saqueos que es lo que el imperio ha buscado y los ex marginados no los oyen porque relativamente se sienten mejor que antes cuando mandaba esa misma burguesía y esa misma clase media.



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Manuel C. Martínez


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