La idea es que bastaría que el gobierno opte por aplicar la Estadística para las debidas sanciones a los infractores, más severas si se trata de reincidentes, que es el caso de todos los comercios, pequeños, medianos y de alto capital.
Es necesario usar la Estadística ante un universo tan grande como es el representado por las miríadas de comercios de todas las dimensiones que se han destapado en el territorio nacional, pero que, paradójicamente, hoy, como nunca antes, resulta difícil y no está a la mano ni a la vuelta de la esquina la mercancía que nos urge adquirir ni siquiera las de la cesta básica.
Mediante el muestreo estadístico amplio y aleatorio ya que cualquier comercio que salga es representativo del robo que de hecho vienen aplicando los enemigos de esta revolución[1]
El empleo de la Estadística obvia cualquier dificultad ante un universo tan agigantado de infractores. Es completamente falso que el gobierno no pueda vigilar ni sancionar a todos los comercios: afirmar o pensar en eso es entregarse y admitir que no hay salida diferente al deseado concierto con la empresa privada, según el objetivo de la burguesía nacional e internacional.
Hoy le hemos oído por TV Nacional esa falaz afirmación a un constituyente representante, precisamente, del sector capitalista.
Es casi seguro que los demás infractores irán paulatina pero acertadamente corrigiendo sus abusos. Cada vez la muestra puede irse incrementando en el tamaño de los sancionados y el reforzamiento de las sanciones que irán creciendo explosivamente ya que todos los comercios restantes serán reincidentes empedernidos.
Al aplicarse la primera muestra, con la severidad que esta situación lo amerita, sin mayores sentimentalismos baratos que no se compaginan con ningún político ni estadista que se precie de serlo, al aplicarse la primeras sanciones, decimos, de allí en adelante todos los comerciantes entrarán en pánico, unos con más disimulo que otros, pero ya no podrán abrir sus puertas sin asociar la posibilidad que de que ellos hayan caído en la próxima muestra.
[1] Recordemos que todos los comerciantes saben silenciar a sus favoritos políticos ya que bien estúpido sería un comerciante que no le venda a aquellos clientes que sean de lo que para él fuera la oposición; de allí su aparente apoliticismo.