Los capitalistas suelen despacharse y darse el vuelto

La Física, la Bilogía y la Química han gozado de máxima credibilidad y respeto científico porque sus propias leyes, principios y resultados de laboratorio e in situ pasan por el cedazo de la Matemática[1].

A las "ciencias" humanísticas suele llamárseles ciencias débiles por ser indemostrables en laboratorios fisicoquímicos ya que sus aplicaciones son de naturaleza social sin que ninguna persona en particular pueda reconocer la aplicación o efectos de sus leyes con la precisión de la Matemática, ni constancia en sus resultados que se hallan permanentemente en movimiento. De allí que el método apropiado para atrapar las regularidades sociológicas o económicas es necesariamente la abstracción.

Por ejemplo: Lanzamos un piedra y a ese lanzamiento podemos medirle su velocidad, su alcance espacial y ya. Lanzamos un grito al espacio y este suele perderse en el infinito sin que podamos retenerlo con su sonoridad original, ni repetirlo porque cada sonido que emitamos tiene una singularidad inequívoca: Si un cantante graba dos veces o más una misma letra y melodía, todas y cada una de esas grabaciones serán diferentes entre sí. Igual ocurre cuando observamos una pintura: siempre adoptaremos diferentes posturas y muy difícilmente nos ubicaremos en el mismo ángulo visual, la luz del entorno habrá sido otra. Tampoco aprovecharemos de un libro la misma lectura cada vez que lo releamos.

Esos ejemplos dan fe para inferir que en materia de conocimientos humanísticos, las ciencias correspondientes parecieran no ser tales si no las consideramos con la relatividad de todo el universo de sentimientos y acciones (trabajos) humanos.

Esa manera metodológica, inmatematizable per se[2], propia de las ciencias sociales, ha permitido la piratería más despiadada-especulaciones-de toda índole; una aberración que prende muy fértilmente en la apología del sistema capitalista en sus fallidos intentos por desvirtuar El Capital, de Marx.

Los clásicos con Smith y Ricardo llegaron al máximo de esas "especulaciones" debido a que el Capital o la Economía Política de marras-ciencia histórica-no se había descrito correctamente hasta entonces. Intentaron definir la riqueza de las naciones y no pasaron de reducirla a los valores de uso, pero no le llegaron al valor de sus intercambios. No obstante, hoy se valen del PIB, un estadístico macroeconómico, mezcla forzada de valores de uso y valores de cambio filtrados en el mercado, es decir valores de las mercancías[3].

Siendo los más excelsos analistas e investigadores de la Economía Política, los clásicos terminaron estimulando la formación de los economistas que Marx llamó vulgares en el sentido de que en sus investigaciones y juicios valorativos del acontecer económico burgués se limitan todavía a refritar las erróneas conclusiones a las que llegaron sus maestros, quienes, ciertamente actuaron como verdaderos investigadores y a los cuales Marx tomó como punto de partida para su crítica al sistema imperante en Economía Política como es el todavía vigente sistema de producción capitalista.

El economista vulgar ya dejó de ser un investigador y pasó a ser un tarifado de la burguesía tanto directa como indirectamente cuando lo forman en las escuelas correspondientes sólo con rectores y profesores predominantemente afectos a la burguesía[4].

Por ejemplo: Smith confundió la determinación del valor de las mercancías con la cantidad de trabajo invertido en su producción, sin saber distinguir entre el valor del trabajo realizado y el salario, éste, como precio y valor de la fuerza de trabajo usada[5] o empleada en la producción de aquellas mercancías, durante la jornada de trabajo.

Es un hecho: resulta muy cuesta arriba distinguir entre valor de la fuerza de trabajo y valor del trabajo realizado durante ese uso de dicha fuerza. Prima facie, el salario aparentemente pagaría el día de trabajo, pagaría por el trabajo recibido, pero, cuando el salario se mide por su poder adquisitivo de valores del mercado para la cesta de su familia, es fácil reconocer que el valor creado por el trabajador contiene más valor a precios de mercado, particularmente, de su componente salarial o de trabajo pagado.

Para detectar esa diferencia y zanjar la confusión de Smith, Marx echó mano del método de la abstracción, y, en lugar de comparar los precios de las mercancías intercambiadas, fue al origen mismo del valor, el de cada mercancía, el de los valores de uso y el del dinero su equivalente general.

Por supuesto, la equiparación entre el valor de la producción-costo con inclusión de plusvalía, o sea, el PSG = producto social global-sólo puede apreciarse en términos macroeconómicos, digamos, con la cuadratura de las ganancias declaradas por los fabricantes, sus inventarios invendibles que les hayan quedado fríos, las ganancias de los intermediarios y de la banca, como sumandos que tienden y deben acomodarse al valor de la producción del año, por ejemplo. Deducidos los costos del capital constante y el variable, salta que las ganancias obtenidas no pueden venir del mercado ya que los compradores suelen transarse al valor de la moneda y de la mercancía correspondiente[6].

Como la producción capitalista es anárquica, errática y arbitraria, sin planificación global, la contabilidad macroeconómica suele prestarse a fraudes en las declaraciones de Ingreso y Gastos; como los contables son trabajadores privados autorizados por la república[7]-el Estado-los capitalistas suelen, así, despacharse y darse el vuelto.

Además de negar la plusvalía, burlan los impuestos para esconderla al no aparecer en los libros el valor real de toda la producción con sus reales costos y el valor de su oferta, venta e inventarios diversos.


[1] A Carlos Marx le tocó explicar por qué los filósofos más connotados estuvieron impedidos de llegarle al concepto del valor. Véase: El Capital, Tomo I, Prefacio Primera Edición Alemana.

[2] La apologética burguesa, para desvirtuar la Crítica de Carlos Marx, ha venido usando Matemática integral, con programación lineal y sistemas algebraicos muy brillantes, aunque huecos porque tales fenómenos sociales son inconmensurables por naturaleza propia.

[3] Intentar valorar y medir el valor de las mercancías es una curiosa suma de valores heterogéneos.

[4] "La investigación desinteresada deja lugar el, pugilato pagado, la investigación concienzuda a la mala conciencia, a los desdichados subterfugios de la apologética. Véase Carlos Marx, El Capital Palabras finales a la Segunda Edición Alemana.

[5] Trabajo, por definición = uso de la fuerza de trabajo en forma útil.

[6] Las especulaciones se cancelan en el mismo mercado porque a mayores precios menor demanda global.

[7] Hemos sugerido que el Estado absorba al personal contable como funcionarios exclusivamente públicos, o sea, su profesionalización debe ser nacionalizada dada la importancia de la ética en juego.



Esta nota ha sido leída aproximadamente 1184 veces.



Manuel C. Martínez


Visite el perfil de Manuel C. Martínez para ver el listado de todos sus artículos en Aporrea.


Noticias Recientes: