Una de dos: el Estado subsidia al trabajador con mejoras salariales y deja de favorecer al fabricante con dólares preferenciales, pero las dos formas resultan excluyentes ya que es mentira que el comerciante va a vender más barato porque compre más barato cuando el mercado marque precios superiores para sus mercancías afines. Gobierno que no asimile estas características del capitalismo no puede ni podrá combatirlo.
Sólo de inconscientes o de comprometidos con los beneficiarios de esos subsidios ha sido eso de entregarles dólares baratos a unos empresarios capitalistas con miras a que este venda barato[1], máxime cuando descaradamente no cumplen con eso y este gobierno no halla maneras de aplicarles sanciones ejemplares; se burlan del gobierno, de los ministerios, de las leyes vigentes y del pueblo que se ve y siente muy indefenso.
Estamos ante una suerte de esclavitud intranquila y una libertad extensiva y no peligrosa para el especulador. No vemos la aplicación de sanciones ejemplares a estos especuladores que ven en cada suba de sus compras una suerte de incremento de su capital al cual le aplican la ganancia máxima y en cada rotación de ese capital. Un puñado de sancionados no es suficiente; debe haber una sanción general, masiva, progresiva e inmediata.
El gobierno, hasta ahora, se ha limitado, por azar, a reprenderlos a distancia. SUNDDE, por ejemplo, halla especulación y acaparamiento en sus visitas y les sugiere, con la mayor humildad-como suplicándoles-que los venda al precio justo, con más miedo que el que pudiera sentir el especulador visitado de vez en cuando. Esa política ha demostrado ser tomada como resultado de una crasa incapacidad para entender con acierto la conducta capitalista, del libre mercado, etc.
Basta saber que si un empresario compra dólares o cualquier otra mercancía[2] a menor precio que el reinante en el mercado, no lo los revenderá al mismo precio de compra sino al del mercado. Si no lo hacen los dueños de la empresa, lo hará alguno de sus empleados, y lo hará todo aquel-con inclusión de amas de casa-que compre más de lo necesario para su reventa. Es el sistema individualista máximamente aplicado..
Los métodos contabilísticos UEPS y PEPS dan cuenta del fiel, necesario y razonable modo de ver los precios, de pesar los activos, entre estos: costos e inventario de producción: materias primas semiprocesadas y mercancías terminadas.
La existencia de asesores inadecuados en materia económica nos ha perjudicado a todos, a ellos mismos y al proceso. Es hora de terminar con semejante y errónea práctica.
La idea de lo que ocurre dentro de la contabilidad de la empresa beneficiaria es como sigue:
Un empresario beneficiario E compra insumos importados x al precio de y bolívares; carga costos a este precio y, pero, para los efectos de calcular y fijar sus precios de venta, va necesariamente al mercado para recalcular sus costos, y estos pueden ser superiores o inferiores a y. En el primer caso, carga y vende a estos precios, porque aplica el método UEPS[3], o el método PEPS[4] para costos inferiores a y.
Claro que el Estado pretende que el beneficiario cargue a los costes del dólar barato, y fije precios de venta basados a esos costes rebajados respecto al mercado. Algo parecido ocurrirá con los "precios acordados"; será inevitable a riesgo de cualquier sanción porque la Política no está por encima de la Economía. Ocurre que al Estado no lo mueve un interés lucrativo y por eso desconoce la Contabilidad burguesa al servicio del interés burgués, lucrativo por excelencia. El empresario razona bien. Si vende barato, con dólar barato, le sombrarían clientes que se convertirían en revendedores. Esta es la historia de la presente especulación.
El Estado podría aun acogerse al dolarToday y a este precio venderle al importador; debe ajustar los salarios mínimos, ajustar la fórmula de la paridad cambiaria y producir o importar directamente hasta cubrir toda la demanda doméstica más la que se lleve Colombia porque a precios de dolarToday ya Colombia no podría aportarnos nada, y se acabaría esta pesadilla que el gobierno no termina de sopesar en su entera dimensión. Obsérvese que ningún comerciante privado está vendiendo aprecio justo.
Y hay más, cuando el Estado interviene en el mercado de trabajo o en el de los costes de los insumos, pretende zanjar las contradicciones entre burguesía y proletariado y deja al margen la irreconciliabilidad que caracteriza a los productores burgueses y sus consumidores trabajadores. Ofrecer y dar esos subsidios al empresario es, consciente o inconscientemente ponerse de su parte y no de los consumidores.
[1] Los planificadores de Chávez incurrieron en ese craso error.
[2] El caso del papel para imprenta es el mejor ejemplo: Los diarios la cogieron por acapararlo como materia prima y revendérselos a las imprentas y afines a precios especulativos y argumentaban que el gobierno no se los siniestraba. Algo así hace hoy la banca privada con el circulante financiero.
[3] Último que entra, primero que sale, es decir, cargan al nuevo costo de los insumos que ya compararon a precios inferiores.
[4] Primero que entra primero que sale, es decir, cargan al costo viejo de esos insumos que hoy compararían a precios inferiores