Si nos fiamos por los contenidos divulgados por las grandes cadenas informativas, por lo que vemos por televisión, redes sociales e incluso, por lo que puede verse personalmente en las grandes ciudades venezolanas tendremos que concluir sin discusión alguna que si; que en Venezuela, la población está "pasando el hambre pareja", como dirían coloquialmente algunos por allí.
Sin embargo, si nos remitimos no tanto a las cifras que divulguen organismos oficiales y que lamentablemente cada año son más escasas, sino a organismos internacionales cuya credibilidad es aceptada (o debería serlo) por cualquier lector o analista independientemente de sus preferencias políticas podremos extraer otra lectura, sin correr el riesgo de ser acusados de "negar la realidad". Tomemos como referencia a la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), la cual emitió, para el años 2017 un Informe titulado "PANORAMA DE LA SEGURIDAD ALIMENTARIA Y NUTRICIONAL EN AMÉRICA LATINA Y EL CARIBE", (www.fao.org/fileadmin/user_upload/FAO-countries/Uruguay/d ocs/PANORAMA_2017.pdf ) y en el cual podemos acercarnos un poco más a la realidad que está siendo tergiversada en gran medida por medios de comunicación y factores políticos más interesados en satisfacer sus intereses corporativos y trasnacionales que en la grave situación que realmente estamos viviendo buena parte de los venezolanos.
De igual manera, tomemos como referencia un trabajo atribuido a los periodistas Meridith Kohut y Isayen Herrera del diario norteamericano The New York Times, titulado "LA MALNUTRICIÓN QUE MATA EN VENEZUELA", (https://www.nytimes.com/es/intera ctive/venezuela-hambre-desnutricion-ninos-maduro/), allí se pretende hacer una "radiografía" de la situación del país a partir del relato sesgado sobre una triste situación particular de varias familias venezolanas; dando a entender que la situación de la mayoría de la población, especialmente de sus niños, es de "hambre y desnutrición generalizada".
Curiosamente, este trabajo "periodístico" utiliza muchas veces los términos "hambre" y "desnutrición" cuando la realidad, contrastada con el informe presentado por la FAO, daría como conclusión un cuadro de "subalimentación". Paradójicamente, las periodistas utilizan este mismo informe para sustentar su trabajo pero evitan cualquier referencia al comportamiento histórico de los indicadores mostrados en el informe, lo que le impide hacer un verdadero ejercicio crítico sobre la realidad de la situación.
En este sentido, Michel Chossudovski en su célebre trabajo "La pobreza en Venezuela", censurado por los gobiernos de carlos Andrés Pérez y Luis Herrera Campins a finales de los años 70´s considera a la subnutrición como "una variable de flujo que se medirá por el grado de deficiencia en el consumo de nutrientes, mientras que la desnutrición será enfocada más bien como una consecuencia o resultado de una prolongada sub-alimentación. En otras palabras, la desnutrición será considerada como una variable de estado cuyas manifestaciones se medirán en general por el impacto que una sub-alimentación prolongada tiene sobre el desarrollo físico y educacional del individuo". (pag 23 edicion digital disponible en https://es.scribd.com/doc/5036864/La-miseria-en-venezuela-Michel-Chossudovsky)
El artículo presentado por el New York Times aborda el problema de la "desnutrición" a partir del "colapso de la economía venezolana"
No obstante, la investigación hecha por el diario estadounidense no ahonda en las razones de fondo que han influido para que los indicadores sociales vinculados al tema tratado en ese artículo hayan disminuido con respecto a años anteriores; de hecho hay testimonios como el siguiente: "Nunca en mi vida he visto tantos niños con hambre", dijo la doctora Livia Machado, pediatra de práctica privada que da consultas gratuitas a niños que han sido hospitalizados en el sanatorio Domingo Luciani, en Caracas", o bien esta otra: "Los doctores dijeron que había llegado un caso de desnutrición prácticamente cada día, algo que no sucedía hasta hace dos años cuando se agravó la crisis". Puede inferirse entonces que la desnutrición o hambre que da por sentado el artículo es un fenómeno relativamente nuevo; es decir, de muy reciente data y que fue prácticamente inusual durante el gobierno del Comandante Chávez y quizás la primera etapa del Gobierno de Nicolás Maduro.
Otras de las declaraciones que hay en este trabajo son del siguiente tenor y permiten poner en duda si las causas de la "desnutrición" o subalimentación se deben exclusivamente a la escasez, inflación y el "colapso de la economía venezolana" o a problemas particulares de una familia venezolana agravada por las dificultades que efectivamente está atravesando la población: "Tres pisos más arriba en el hospital, los pediatras examinaban a una bebé de un mes, Rusneidy Rodríguez, una semana después de que fue admitida por desnutrición severa. Su madre, hospitalizada con una infección, no había podido amamantarla". Es decir, la enfermedad que sufrió la mamá de esta infante impidió que recibiera los nutrientes naturales (leche materna), dando origen a un cuadro de subalimentación el cual se agravó producto de la escasez y/o alto costo de leche artificial (formula)
Otra descripción similar reza: "Albiannys había llevado a Dayferlin al hospital cuando la niña estaba muy débil: de repente quedaba inconsciente y tenía una diarrea incontrolable. Los doctores la diagnosticaron con desnutrición y deshidratación.
Castillo no podía producir leche así que tenía que llegar a la una de la mañana a hacer cola afuera de las farmacias para esperar a que abrieran y tratar de encontrar fórmula"
Llama la atención que el final del artículo culmina con el ya poco ingenioso argumento bajo el cual se pretende intervenir al país bajo un "noble" pretexto : "Es que si aceptan la ayuda, aceptan que aquí hay una crisis humanitaria y como Estado reconoces que tu población es vulnerable y, por lo tanto, tu política no sirvió", dijo Susana Raffalli especialista en emergencias alimentarias que trabaja como consultora para Caritas en Venezuela" cabe destacar que la señora Rafalli es además, consultora de una mampara financiada por la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo (USAID, por sus siglas en inglés), llamada "Fundación Bengoa" (https://www.aporrea.org/tiburon/a 243325.html) y que realiza anualmente un estudio (encuesta) llamado ENCOVI, para tratar de darle sustento a la matriz de opinión que justifica una intervención del país con fines "humanitarios".
El artículo también abunda en fotografías, como la que a continuación se muestra, donde se observan a los asistentes al velorio de un niño fallecido, según el relato, por hambre y desnutrición, sin embargo, curiosamente, mientras en la narración se habla de una "desnutrición severa", en la fotografía puede verse a estas personas degustando un sancocho, incluso puede observarse la profusión de verduras que, en algunos casos, el plato contiene.
Volviendo al trabajo publicado por la FAO y vinculándolo a la crónica divulgada por The New York Times, y para ubicar las cosas en su verdadero contexto, sin negar los terribles padecimientos que efectivamente está sufriendo el grueso de la población, podemos, afirmar lo siguiente:
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De acuerdo al informe de la FAO, entre los años 2014-2016 el número de personas consideradas como "subalimentadas" en el país, ascendió a 4.1 millones, tal y como se muestra en la gráfica. En el periodo anterior, 2013-2015, era de 2.8 millones de personas. Entre un período y otro se sumaron 1.3 millones de personas.
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La cantidad de personas consideradas como subalimentadas en Venezuela para el trienio 2013-2015 equivalía al 9,1 por ciento de la población. En el trienio 2014-2016 aumentó a 13% de la población
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Sin embargo, hasta el año 2003, el pico de personas subalimentadas llegó a 16,9% justo luego de haber soportado el sabotaje a la industria petrolera, el golpe de estado de abril de 2002 y toda la escalada insurreccional que vivió el país entre 2001 y 2003; no obstante, este índice logró reducirse ocho años después (2011) al 3,1%
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Es decir, la proporción de personas subalimentadas, a pesar de haber aumentado drásticamente sigue siendo mucho más bajo que el peor índice experimentado por la Revolución Bolivariana y cuyo origen está estrechamente vinculado a las acciones desestabilizadoras llevadas a cabo por la oposición venezolana durante la primera etapa de la Revolución Bolivariana.
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Pero además, este índice (4.1 millones, equivalente a 13% de la población) del periodo 2014-2016, sigue siendo mucho más bajo que el de 23% en que se encontraba cuando Hugo Chávez llegó al poder; equivalente paradójicamente a unos 5.5 millones de venezolanos de aquella época (tomando como base una población total de 24 millones de personas)
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El informe ubica a Venezuela, junto con otros diecisiete países de América Latina y el Caribe que exhibe un índice de prevalencia de subalimentación MODERADAMENTE BAJA (entre 5 por ciento y 14,9 por ciento): Bahamas, Belice, Colombia, Costa Rica, Dominica, República Dominicana, Ecuador, El Salvador, Guayana, Honduras, Jamaica, Panamá, Paraguay, Perú, San Vicente y las Granadinas, Surinam. Vale la pena resaltar que en ese mismo grupo hay naciones cuyas economías y situación no se considera como "colapsada" tal como Colombia, Ecuador, Perú y Panamá.
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El informe de la FAO no lo expone taxativamente, y el trabajo del Times lo oculta abiertamente, pero ha sido durante el año 2017, cuando han quedado expuestas de forma dramática y evidente las acciones de sabotaje económico que han provocado el agravamiento de los indicadores socio-económicos, bandera por excelencia de los logros de la Revolución Bolivariana, sobre todo con las acciones de asedio económico solicitadas por la oposición venezolana al gobierno norteamericano y a la unión europea en este último año. Con lo cual el argumento esgrimido por el gobierno nacional (aunque en ocasiones manoseado excesivamente para justificar algunos de nuestros errores y debilidades) de la "Guerra Económica", no solo sigue teniendo vigencia, sino además incuestionable actualidad.
Finalmente, son inocultables las situaciones que pueden servir para describir con objetividad, un desmejoramiento considerable de los indicadores sociales que permitieron elevar exponencialmente la calidad de vida de la mayoría del pueblo venezolano; sin embargo y a pesar de que la situación interna en este sentido es grave, y es también consecuencia de enormes e inocultables errores cometidos por el gobierno que encabeza el presidente Nicolás Maduro, sigue siendo en el peor de los casos, equivalente al de muchos países de Latinoamérica que de paso, no están sufriendo el asedio y sabotaje económico que está soportando Venezuela; lo cual debe ser un elemento de consideración para estudios vinculados a la pobreza y los males relacionados a ella.
Pero más allá de eso y sin desmeritar en absoluto la gravedad de la situación, debe considerarse la verdadera significación no solo del agravamiento de tales indicadores, sino de la lucha geopolítica que está detrás de esta coyuntura y de las consecuencias que tendría para la humanidad entera si el pueblo venezolano decide claudicar frente al reto histórico que se nos ha impuesto.