Este tema lo trabajé hace años con los profesionales de la educación en cualesquiera de sus peldaños.
Curiosa y atípicamente, los honorables médicos y valientes abogados, según sus correspondientes diagnósticos de sus pacientes y poderdantes, deciden el contenido de las demandas de mercancías (necesarias por demás y de la cesta básica), mediante las connotadas recetas e informes a manera de lista de compras y carpeta de formularios que cubrir en las farmacias, las Notarías y registros de esta o aquella jurisdicción, respectivamente.
Por supuesto, para explicar ese fenómeno de unos respetables profesionales que vienen prestándoles gratis sus costosos excelentes servicios a los grandes empresarios nacionales e internacionales, y a esas honorables instituciones jurídicas, tenemos que pasearnos por el concepto de mercancía.
Efectivamente, las mercancías son, de partida, valores de uso-estamos hiperpoblados de ellos desde que el hombre usó la primera piedra-, pero en los regímenes como el burgués o capitalista, esos valores de uso que sirven de soporte al valor trabajo que insumen esos valores de uso cuando son elaborados por los trabajadores especializados en general, son, precisamos, mercancías porque están cargados de valores con estimados valores de cambio en el mercado.
Ahora bien, para ningún trabajador, los bienes que fabrica personalmente ni los que usa el propio capitalista cuando se dota de sus insumos-diversos medios de producción y mano de obra = costes de producción, salvo que sean trabajadores que tengan sus propios medios de producción, como los artesanos y los profesionales de libre ejercicio, con inclusión de quienes arriendan sus oficinas y locales comerciales (consultorios), ninguno de estos trabajadores, decimos, producen mercancías porque para ellos las medicinas de sus recetas y los informes jurídicos son simples valores de uso. En consecuencia, ni los unos ni los otros trabajan comercialmente, salvo con los servicios que prestan.
De allí que dichos profesionales no tengan ningún interés en valores de cambio porque sencillamente para los médicos y para los abogados, tales "mercancías" de sus recetas e informes de juicios son simples valores de uso que necesitan sus pacientes y poderdantes, respectivamente.
Sólo para la Farmacopea, Notarías y Registros-para ese personal que se apropia privadamente de los servicios públicos-propietarios conocidos con el "eufemismo" de corruptos-tales bienes de las recetas e informes, sí son mercancías.