Según DolarToday tenemos la canasta familiar más baja de América y parte de Europa

El laboratorio de Dolartoday trabaja mucho para que la próxima semana dejemos de trabajar para evitar el gasto superfluo del pasaje. Ese mismo laboratorio calcula que más o menos como en quince días, las mascotas habrán muerto del hambre y tendremos que volverlas pinchos para darle provecho. Siguiendo como víctimas de DolarToday, finalizando 2017 teníamos el salario mínimo más bajo de América, de Europa, de parte de África, Asia y Oceanía, junto a la paradoja de contar con la canasta familiar más baja también (porque catorce millones al dolartoday del momento eran unos ciento veinte dólares). Y eso es muy lejos de los 2000 euros que necesita una pareja de habitantes de la ciudad de Barcelona en España, para vivir decentemente; o los 2500 euros mensuales que esa misma pareja, pero con dos hijos, requiere para desarrollar su vida ajustadamente y sin lujos en la misma ciudad. Un jubilado, por ejemplo, con 300 euros al mes, tiene que parir la subsistencia hasta el final del cronograma. Pero esa misma persona, necesitada y sumamente empobrecida, salta "el charco", y ya es un ultrarico en nuestro país, empobrecido para nosotros por los especuladores.

La hiperinflación sufrida en Alemania, luego de la primera guerra mundial (República de Weimar -1918-1933-), tuvo un momento cumbre en noviembre de 1923: los precios subían por diferencia de minutos. La gente hacía cola para comprar algo, y cada tres o cuatro puestos de avance en ella, el precio del producto era superior para el siguiente comprador. Esta situación está suficientemente documentada, con testimonios fidedignos y con muy buenos registros fotográficos de la época. Stefan Zweig (1881-1942), célebre autor de novelas biográficas como "Fouché", "María Antonieta", "María Estuardo", o libros como "Amok" y "Veinticuatro horas en la vida de una mujer", entre otros, también escribió una autobiografía, "El Mundo de Ayer: memorias de un europeo", publicada póstumamente en 1942. Relata Zweig que con cien dólares se podía comprar una hilera de casas, o una fábrica podía costar lo que antes una carretilla; un libro, más que una imprenta con todas sus máquinas. "…todo aquel que sabía leer y escribir traficaba, especulaba y ganaba dinero, a pesar de la sensación secreta de que todos se engañaban y eran engañados por una mano oculta que con premeditación ponía en escena aquel caos con el fin de liberar al Estado de sus deberes y obligaciones… nunca se había producido una época de locura de proporciones tan enormes. Se habían alterado todos los valores, y no sólo los materiales; la gente se mofaba de los Decretos del Estado, no respetaba la ética ni la moral, Berlín se convirtió en la Babel del mundo (…)". Finalmente, Alemania superó la hiperinflación respaldando la moneda con las fábricas y la tierra, pero secuelas como la desocupación laboral y el odio producido contra los especuladores causaron tanto daño a corto, mediano y largo plazo, que la gente se arrimó a dar apoyo a los nazis y se enrrumbó a la venganza contra quienes acusaron de especulación y enriquecimiento: los judíos. Una medalla conmemorativa de la Hiperinflación alemana tiene grabado lo siguiente (en alemán): "El 1 de noviembre de 1923, una libra de pan costaba 3000 millones de marcos, una libra de carne, 36000 millones; un vaso de cerveza, 4000 millones…".

El país se nos vuelve extraño y pasa a ser propiedad de los especuladores y los banqueros. No es posible recargar mil bolívares a Movilnet vía Banesco, pero sí cien mil bolívares, a través del mismo banco, a Movistar. DolarToday y sus asociados traman un escenario muy eficiente de hiperinflación, en donde el efectivo va desapareciendo, no para pagar deudas de postguerra, pero sí para mantener a las mafias de Cúcuta. No tardaremos en ver a los grandes especuladores, posiblemente venezolanos ahora habitantes de países extranjeros, venir a comprar con suma facilidad y masivamente lo que bachaqueros vernáculos extraen y revenden a precios exorbitantes. Me recuerda a los encargados de un cafetincito en el centro de Caracas, que hacen gala de los insultos a los comensales cada vez que cobran sin entregar la factura: ¡¡Esto es culpa de Maduro!! ¡¡Esto es culpa de la Constituyente!!! ¡¡Esto es por apoyar a ese rrrrrrrégimen ladrón!! Pero ellos no dan factura, y así robarse el IVA; cobran el porcentaje de uso del punto de venta, y cobran la bolsa de las empanadas que quieres llevar. Quizá lo que debamos evitar perder, más que el dinero en sí mismo y su capacidad de cambio, es el concepto del Tiempo: porque no parece que podamos vivir cada día con la claridad de que lo hacemos por un mañana. Sin el concepto del tiempo, también perdemos la posibilidad de un concepto de desarrollo auténtico, real, del país.

 



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Carolina Villegas

Investigadora. Especialista en educación universitaria

 saracolinavilleg@gmail.com

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