Resulta por demás paradójico que mientras el intermediario más luche por incrementar sus ganancias en el menor tiempo posible y lo haga mediante el acaparamiento de inventarios a tal punto que logre superar su demanda respecto de su menguada oferta, mientras más actúe así, decimos, menor podría ser su tasa de ganancia anual por causa de la ralentización autoinducida de las rotaciones de su propio capital, al margen de la magnitud de su giro económico.
Un pequeño capital sólo resulta rentable a punta de rotaciones más numerosas que las de capitales mayores ya que en condiciones normales la tasa de ganancia tiende a un valor medio para capitales de cualquier tamaño[1]. Los peces gordos se comen al pequeño[2], es un refrán popular que recoge perfectamente esa realidad.
Esa habitual y mala interpretación del proceso circulatorio del capital[3] rige para altos, medianos y bajos capitales. Se trata de opinadores muy calificados para las descripciones del acontecer económico, pero muy pobres en capacidad y cualidad analítica frente a los mismos fenómenos por ellos abundantemente descritos, graficados, tabulados y matematizados.
Por otra parte, resulta inevitable la tentación del dinero inmediato cuando hay asomos de demanda excedente respecto de los volúmenes habituales de la oferta.
En Venezuela lo vimos y sentimos de cerca con el papel para imprentas, periódicos en general. Sus dueños de marras optaron por comerciar con las materias primas (las bobinas de papel virgen) y ya sabemos adónde terminaron a la larga. Diarios de connotado tiraje y abolengo cerraron sus puertas. Hoy lo hacen con la harina de trigo, con las medicinas que se dedican a revender al mejor postor en descaradas subastas. De detallista pasan automáticamente a mayoristas.
Así pues, si bien los comerciantes acaparadores pueden obtener ganancias mayores ocasionalmente a punta de triquiñuelas en la oferta, anualmente bajarían su tasa de ganancia, en caso de que-muy probablemente-puedan seguir ralentizando la oferta o acaparando parte de su oferta de hoy, porque sus proveedores, por ejemplo, readaptarán sus entregas a la nueva oferta, y si fácil es acaparar mercancías ya listas, no tanto lo es adecuar la oferta desde las fábricas.
Las crisis tienen buena causa en estas desestabilizaciones que comienzan en pequeño y se desarrollan cruzando toda la cadena circulatoria. Y conste que estas descripciones sobre la dinámica capitalista no son gratuitas, han sido suficientemente analizadas.
[1] Carlos Marx, Libro III, El Capital. Esta retribución igualitaria para todos los capitales es explicada mediante los precios de producción que han venido negando la apología burguesa a través de sus Economistas Vulgares.
[2] Mediante el mecanismo circulatorio capitalista, la plusvalía creada en las empresas medianas y pequeñas es drenada hacia el gran capital, los capitalistas con mayores composiciones orgánicas de capital. Véase mi obra PRAXIS de EL CAPITAL.
[3] Entiéndase por circulación del capital la circulación que involucra la conversión de dinero en fuerzas productivas, de estas en proceso de trabajo productor de mercancías, y la conversión de estas en más dinero. La circulación de mercancías se limita a la que practica el intermediario cuyo capital lo invierte en mercancías a las cuales y mismas revende más adelante.