Las apreciaciones bondadosas del PETRO formuladas hasta ahora se quedan cortas. Recordemos que la praxis de todo fenómeno nuevo o su experimentabilidad es su máxima corroboración a fin de ofrecerle larga viabilidad al fenómeno en cuestión.
Entre sus bondades actuales y potenciales, más de éstas que de las anteriores, vale señalarle su fuerza victoriosa frente al propio dominio absoluto del dólar al que irreversiblemente saca del juego y lo pone a jugar banco, es decir, a pasar a un segundo plano.
Eso marca un indeleble hito como una clara fase epilogar imperialista en materia financiera internacional. Ya la sola idea del Petro, recorre al mundo, y en el supuesto negado de que Venezuela desapareciera del mapa por razones imperiales, tendría su agresor que acabar con todo el planeta para evitar exitosamente que otros retomen esta poderosa arma antiimperialista que, como si fuera poco, representa una suerte de bumerang para el propio imperio porque mientras más preténdase devaluar el Petro, más podrá multiplicarse una moneda que se mueve al ritmo del precio en $ del barril.
Jamás antes el petróleo habíase arrogado semejante poder económico, más allá de los cuatro reales que EE.UU. nos ha reconocido regateada y tan humillantemente.
Si el barril baja de precio, pongamos por caso, sobrará quienes lo compren porque estarán comprando un energético y una materia prima que a futuro posiblemente les garantizaría una alta rentabilidad. Es que por leyes del mercado burgués y capitalistísimo, si el ¨Petro se devaluara crecería su demanda ya que, a diferencia del oro, no se trata de salir a venderlos, porque podría seguir bajando, sino a seguir comprando más petróleo del que urgen todas las economías del mundo.
Ya no será una asimétrica lucha entre un monocular Goliat y un jovenzuelo como el príncipe David. Por supuesto, el dólar seguirá siendo moneda o divisa internacional, como referencia cambiaria en un segundo momento, pero no podrá ser intermediario con primera opción tal como hasta ahora la ha tenido con razón o sin ella.
Por ejemplo, desde ahora no necesitaremos dólares para entrar al mercado internacional como importador, no, pagaremos con PETROS que es semejante a pagar en dólares ya que, en principio, como cualquier otra moneda, su función básica es facilitar las transacciones de compraventas en los mercados, o sea donde operan ingentes clientes y proveedores, demandantes y ofertantes.
Es que ya no se trueca bien por bien cualitativamente diferentes, como valores de uso, aunque, asombrosamente, el Petro trueca petróleo a través de él como moneda, una rareza que le imprime a esta una exclusividad dineraria que será bienvenida y aplaudida en toda sociedad no comprometida con ataduras imperialistas.
Al Petro lo necesitaremos y usaremos para medir el valor puntual de los dólares (su devaluación o revalorización) en cada transacción de su compraventa, y así iremos ahorrando los dólares a los que vendamos nuestro petróleo tal como ahora lo hemos estado haciendo.
Pasaremos de ser un país deficitario en dólares a superavitarios en la misma moneda, como acreedores frente a EE.UU. y no como sus serviles deudores, situación ésa a la que sin piedad ninguna nos sometieron durante siglos de la manera más humillante, en plena concordancia con la arrogancia e iniquidad que caracteriza a todo rico burgués independientemente de la mala u oscura procedencia de sus riquezas.
La nueva y adicional diferencia es que ahora esos petrodólares importados no serán congelados como Reservas Internacionales forzosas y encajadas, a manera de lecho de Procusto, en la perversa fórmula cambiaria[1] sobre la que, por cierto, hasta ahora ningún ejecutivo de SUDEBAN (sic) ni del Banco Central de Venezuela, de las IV y V repúblicas, dicen ni pío (sus razones tendrán), esos petrodólares, decimos, ya no serán encerrados, decimos, para devolvérselos al mismo que nos lo "cedió" transitoriamente a manera de exitosas carnadas para convertirnos luego en sus clientes "made in USA" de cuantas mercancías sobrantes e invendibles-inclusive y de preferencia, mercancías de tercera calidad-sana o insanas que nos han vendido y siguen vendiendo EE.UU. y sus impertérritos amigos o consocios de segunda de los países de la decadente Europa Occidental, a fin de poder ensanchar con nosotros sus mercados de una inevitable y sistemática sobreproducción invendible de medios de producción artificiales e inclusive relativamente obsoletas[2], y de bienes de consumo masivo que su propios habitantes no pueden consumir.
[1] Paridad del Bs.F = Bs.F/$. Esta fórmula nos ha obligado ingenuamente a respaldar con $ hasta los cambures de procedencia silvestre y nacional.,
[2] Desde niño pude observar catálogos en cuyas portadas aparecía un vaquero y leñador de EE.UU. con las mismas pintas de vestir que sólo después de unos 20 años llegaban a Venezuela.