A un país se le puede dañar de mil maneras: en lo moral, en lo cultural, con guerras cruentas, con lluvias radiactivas, contaminación de aguas dulces, con plagas diversas como insecticidas y pesticidas, con semillas transgénicas, con cambios de hábitos de consumo, de temperatura media, con gobiernos indolentes y, sobre todo, aunque con menos frecuencia, con la presente guerra económica que ha ido desorganizando toda la economía nacional, todas nuestras costumbres culinarias, de aseo personal, de vestidos, calzados y transporte.
Con pasmosa paciencia, mal llamada valentía, inadvertidamente o no, con todos sus efectos perversos, ya Venezuela carece de comerciantes limitados a comprar a un precio y obtener una tasa de ganancia media ajustada al valor o coste de producción.
Hoy 1 neumático de cualquier vehículo vale por 8, por 6, por 4 por 3 y hasta por dos dependiendo de que se trate de biciclos, triciclos tatraciclos, sextaciclos u octaciclos. 1 litro de aceite de motor de alta viscosidad vale millones de Bs.F, pero, curiosamente*, el precio de la gasolina permanece congelado, valgan esos pocos ejemplos.
Jamás antes la complementariedad de los bienes había tenido un uso tan criminal.
Todo ese caos económico es identificado con el eufemismo de inflación, causada por ralentización de la economía, por acaparamientos, por contrabando de extracción, por especulación desenfrenada, etc. siendo que estas no son las causas sino las prácticas belicosas de una guerra ya declarada desde el comienzo de la V República donde la administración estatal convencional del patrimonio de la burguesía y terratenientes ha sido fuertemente alterada por una administración pública que no se atreve a tomar medidas oportunas por razones que todavía ignoramos, eficaces para la reorganización de este desequilibrio nacional en materia de producción y abastecimiento populares.
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*Un día de estos las gasolineras o los gasolineros se apropian de este recurso y terminarán vendiéndolo al precio que les venga en gana como impunemente lo vienen haciendo los repartidores de las bombonas de gas apara familias, con la venta d elas recaraas de celulares Movilnet, mientras el ex Ministro Quevedo se halla bien alejado del país cubriendo diligencias de alto rango.