¿A burro regalado no se le mira el colmillo?

Cada vez que se acerca la navidad los venezolanos recordamos (aparte de aquel soberano apagón el día 24 de diciembre) el feo asunto del diciembre pasado, es decir, lo de los perniles y al Presidente Maduro sugiriendo muy socarronamente que fuéramos adornando las calles y que les pusiéramos lucecitas de colores, porque aquella si iba a ser una navidad bien bonita como nos merecíamos l@s venezolano@s. Pero hoy por hoy, como nadie tiene para estar invirtiendo en bombillos y cables ─aunque nos estemos comiendo un cable─ el propio Presidente no tuvo mas remedio que iluminar él mismo el Guaire sacando de la cuantiosa renta que parece le da el nuevo extractivismo que estamos practicando a escala ecocida. Sería algo así como un pesebre de regalo. Lo cierto fue que en aquella ocasión descubrimos que tras la pierna de cochino se ocultaba, ni mas ni menos, que una estrategia para que la gente saliera a votar en unas elecciones para legitimar su excelente gestión. Una mentira, un fraude, igualita a aquella que nos viene a la obstinada memoria, aquella extraña promesa de revelar cierta lista con nombres de quienes se habían beneficiado de operaciones cambiarias.

En este diciembre, en este año viejo que se va, hemos estado en la misma miasma pero con la fábula del medio petro y sus incertidumbres. Qué triste nuestra condición de país que, en vez de estar combatiendo unidos por la independencia alimentaria del país tengamos que aguardar por estas dádivas populistas que menoscaban nuestra estima de ciudadanos. Esperar ansiosamente dos años por una caja, un año entero mas por un prometido pernil y, ahora por medio petro, pero sin mas horizonte que mitigar las angustias que han hecho nido en el estómago, ha reducido los poderes creadores y transformadores de nuestro Pueblo. Nos ha reducido la dimensión espiritual. La crisis impuesta por el mal gobierno y esa oposición que también colabora con sanciones económicas y financieras no nos deja ver el camino de la gesta colectiva. Nos ocupan el tiempo y las energías obligándonos a esperar que ellos resuelvan nuestros problemas cuando ellos son nuestro problema. El medio petro y la caja clap cada 2 años y los perniles, el gobierno de Maduro y los piratas que se roban activos del país en el exterior son los símbolos de nuestro aciago presente sin futuro visible.

La verdad no termina de hacerme gracia lo del medio petro. ¿Acaso debo pensar que a burro regalado no se le mira el colmillo? ¿O gastarlo inocentemente conforme a un plan que beneficia al Gobierno? Porque de algo es seguro, al país ni a mí nos sirve de modo trascendente para enfrentar la crisis. Y no estoy diciendo que lo rechacemos, no estoy pensando como en esa oposición genocida que niegan soluciones al problema eléctrico porque beneficia al Presidente Maduro. No me hace gracia porque tal dádiva nos fue populistamente inoculada como opio para profundizar nuestra dependencia del Gobierno. Y también porque mientras se nos concede ese caramelito envenenado se nos niega el derecho a las convenciones colectivas para defender un salario que nos dignifique la existencia. Mientras padecemos el espejismo del petro los gobernadores y los protectores recibirán una mina der oro sin que los ciudadanos podamos saber qué exactamente harán con lo que le arrebatan tan destructivamente a la Madre Naturaleza. Para el Pueblo, las migajas, el paquete neoliberal.

En vez de petros, cajas o perniles, el país necesita con urgencia es mayor libertad ciudadana, derecho a participar en la toma de decisiones que afectan nuestra vida. Pero esos derechos no los va regalar el petro-gobierno, deben ser peleados contra su indolencia que nos ha impuesto el paquete de medidas que nos mata de hambre y nos destruye como nación.



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Oscar Henrrique Fuenmayor Quintero

Licenciado en Educación, mención Matemática y Física, Universidad del Zulia.

 oscar.fmyor@gmail.com

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