Recientemente el presidente Maduro autorizó la apertura de un casino en el emblemático Hotel Humboldt, ubicado en una de las cimas del Waraira Repano; y que novedad tiene que se puede utilizar el petro. Esgrime nuestro gobierno, que esta medida que forma parte de una estrategia para atraer el turismo en nuestro país y que los recursos de la tributación serán para contribuir al gasto social. En las calles se dice que "cuando el rio suena piedras trae" y llegaron las piedras, es decir los lobbies contratados por los dueños de los casinos nunca descansaron, ahora comienzan a ver sus resultados.
Recuerdo que cuando comencé en mi último trabajo, había un casino cerca y luego de un tiempo íbamos cada tanto, no a jugar, sino a almorzar. La comida era buena y accesible para nuestros salarios. Al finalizar de comer hacíamos un recorrido por la sala de juegos y de nuevo al laborar. A esa hora no era mucha la afluencia, solo veíamos unas cuantas mujeres de la tercera edad, jugando. Era uno de los tantos lugares de la ciudad disponible las veinticuatro horas para tentar la suerte.
El presidente Chávez decretó en 2012 el cierre de los casinos, ya que se presumía que sus actividades estaban asociadas al lavado de dinero; y según las leyendas urbanas surgieron otros sitios de apuestas, ahora clandestinos. Por mi parte, solo sigo viendo los espacios vacíos, donde funcionaban los casinos.
La imagen de los casinos está saturada de lo que llaman glamour, y se refleja muy bien en la narrativa de las películas norteamericanas. Usted llega con poco y se puede ir con mucho, es la promesa. Se oculta que son los trabajadores los que dejan parte o la totalidad de su patrimonio con la ilusión de ganar dinero fácil, desafiando las posibilidades en contra.
Ahora mismo en España hay un fuerte debate sobre las casas de juego que están proliferando en los barrios populares y sobre la creciente ludopatía, en particular en los jóvenes y la tercera edad. Digo esto, porque se comienza con casinos y se termina en casas de juego.
En tiempo de crisis la personas tienden a jugar más, pues se aferran a ilusión de la ganancia súbita; lo que va dejando una estela de ludopatía, con la que luego, como sociedad tenemos que lidiar. Valdría la pena sacar las cuentas seriamente, comparando los ingresos al Estado y el costo de las consecuencias.
Tristemente ya se están desempolvando las tragamonedas y las mesas de cartas. Al final como se dice en el ambiente de los casinos "La casa siempre gana", y con ella sus socios y amigos. Mientras tanto las mayorías, pues pierden, ¡en eso consiste el negocio!.