"Nuestras discordias tienen su origen en las tres más copiosas fuentes de calamidad pública: la ignorancia, la debilidad y la confrontación". Simón Bolívar
A continuación presentamos un enfoque sobre la efectividad y fallas que ha tenido el modelo económico utilizado en Venezuela en las últimas décadas. Razonamos sobre algunas de las causas de su poco éxito, más bien fracaso, en la solución de las necesidades de la población. La histórica confrontación descalificadora entre los responsables de definir el modelo y los entes económicos ejecutores, así como la ausencia de una gestión clara de la economía y de un plan acordado y coordinado entre todos los responsables para realmente invertir el ingreso petrolero en la industrialización, diversificación y modernización de la economía del país.
Modelo económico utilizado
El modelo económico y, en general, la política económica de los diferentes gobiernos venezolanos se ha sustentado en los subsidios indiscriminados de todo tipo, apuntalados por los ingresos petroleros. Con este modelo, los gobiernos de turno han sostenido y estimulado una economía irreal. El gasto público de los numerosos subsidios otorgados sin control alguno, logró mantener un sueño cuyo derrumbe comenzó a partir del año 1983. Por otro lado, la ineficacia de los servicios públicos fundamentales, tales como: educativo, sanitario, transporte, eléctrico, agua, aseo, gas doméstico, telefónico, postal, entre otros, ha sido una constante.
La economía venezolana, sustentada en la "renta petrolera", en malas inversiones, poca productividad, con costos ficticios de los servicios, le ha hecho un grave daño a todo el país. Sin duda, esta política económica nunca estimuló una economía equilibrada y sólida, ni el desarrollo integral, diversificado y armónico del país. Los políticos de turno tomaron la vía fácil pero dañina para todos nosotros. Su falta de visión, conocimientos y responsabilidad, junto con un empresariado acostumbrado a enriquecerse corruptamente con las divisas de los venezolanos, han coadyuvado a generar la penosa situación en la que estamos.
Al tratar de cambiar el modelo económico por uno de corte liberal, la protesta, reprimida duramente, fue la respuesta. La solución fácil de ese momento fue destituir al presidente de la república, en vez de reconocer sus errores y poner en práctica un plan acordado entre las partes, creíble y factible para, de una vez por todas, decidir "sembrar el petróleo". Es decir, cambiar el modelo económico por uno más real, basado en un plan sensato y controlado que castigase la corrupción estimulando a su vez la productividad y el desarrollo general del país. Apalancado este plan con inversiones productivas derivadas de los volátiles y contingentes ingresos de la exportación petrolera.
La pugnacidad permanente como política de gobierno y oposición
Lamentablemente, por un lado, las federaciones empresariales exigiendo "reglas claras" y del otro, los gobiernos reclamando la falta de inversiones útiles para el desarrollo e independencia económica-industrial del país. Los gremios y federaciones empresariales constantemente han exigido del gobierno de turno facilidades de todo tipo: divisas, bajos impuestos o ausencia de ellos, préstamos bancarios a tasas preferenciales, libertad económica, libertad para fijar los precios de sus productos; logrando, casi siempre, imponer las condiciones de venta de sus productos, especulando y buscando ganancias exorbitantes.
En general, los empresarios venezolanos siempre han tratado de minimizar sus riesgos e incrementar sus ganancias con la anuencia de los gobiernos a cargo, en perjuicio de los consumidores y el país. Definitivamente, no han tratado con seriedad y patriotismo de industrializar y desarrollar el país. Lo que sí han hecho muy bien es cartelizarse, especular y exportar los dólares conseguidos por medio de la corrupción y la permisividad de los gobiernos de turno.
La codicia por apoderarse de las divisas petroleras, pertenecientes a todos los venezolanos, se ha mantenido durante más de 100 años. Llegando a su mínimo en los últimos 3 años porque el gobierno ya no tiene dólares que repartir. En general, los gobiernos ni los empresarios venezolanos han sido consecuentes con el país y su población. En muchos casos, los empresarios, solo se han dedicado a la importación de productos terminados o semiterminados, la llamada economía de puertos. Esta es la manera más fácil de obtener muy buenas ganancias con riesgos y costos mínimos.
Este tipo de política ha generado entre otros daños, desempleo y corrupción en los puertos, tanto en los funcionarios como en la facturación de los productos importados. Según sea el caso, subfacturando o sobrefacturando los bienes importados. Esta negativa política empresarial pudieron llevarla a cabo debido a la inacción y ausencia de controles de los gobiernos a cargo. Lamentablemente, con la anuencia de los poderes legislativo y judicial. Ningún gobierno solicitó la aprobación de una ley de administración de divisas que permitiera conocer a quienes y para que se las asignaba y el control estricto de las mismas. El descontrol, injusticia, corrupción y fuga de divisas fue la lógica consecuencia.
Empresarios politizados
Los gremios o federaciones empresariales siempre han estado muy politizadas. Apoyando con sus medios y su dinero a quienes les interesaba designar en puestos decisorios en los órganos de poder. Colocaban ministros, elaboraban leyes y decretos para que los investidos de autoridad los bendijesen.
Los denominados gobiernos de la cuarta república se sentían muy a gusto con esta especie de simbiosis. El desarrollo real y diversificado del país les interesó muy poco; casi nada se producía en Venezuela, lo poco que se generaba lo hacían a través de algunas empresas transnacionales, casi todo se importaba. La oferta siempre ha estado controlada, la correcta e inteligente industrialización del país fue siempre una promesa fallida. Ni siquiera pusieron el campo a producir los alimentos básicos para los venezolanos. Por lo tanto, jamás han logrado la independencia alimentaria y mucho menos la industrial, médica y científica.
Esta nefasta relación de gobiernos-políticos-empresarios realmente generó una involución a partir de los años ochenta. Ya había menos que repartir. La inflación se hizo presente en la economía para nunca más disminuir, todo lo contrario. El choque entre empresarios-políticos y el gobierno se hizo patente a partir del año 2000 en adelante.
La llegada del presidente Chávez al poder, con su estilo confrontacional total, lamentablemente, no promovió la unión entre todos los venezolanos y fuerzas productivas; decidió continuar con la perversa y muy perjudicial conducta descalificadora de los últimos doscientos años, tal como acota con toda precisión, Arturo Uslar Pietri en Golpe y Estado en Venezuela (ePub base r1.2, 139 páginas). Cito:
"La historiografía venezolana ha sufrido, desde los días mismos de la independencia, de una serie de procesos sucesivos de deformación, interpretación interesada y falta de objetividad que nos han llevado a no poder comprender con aceptable veracidad lo que realmente ha ocurrido en nuestro país […]. Literalmente ha sido una historia de negaciones y deformaciones. Sin excluir la etapa de la lucha por la independencia, no existe prácticamente ningún tiempo ni ninguna personalidad importante que haya podido ser apreciada y medida en su verdadera significación. Todas las etapas y los personajes han sufrido este proceso de erosión continua, que procede de la actitud retaliativa con que las facciones triunfantes han considerado las figuras de los periodos inmediatamente anteriores. Casi siempre han sido los «enemigos», en actitud vengativa, quienes han juzgado las etapas históricas que los han precedido y esta característica no se ha detenido nunca hasta nuestros días, con los más graves daños para el valor formativo que debe tener la historia en la conciencia nacional".
Destruir mediante la descalificación vs unir, dialogar y acordarse por el país
Estos últimos 22 años han demostrado el total fracaso de los dos grupos en pugna: gobierno y la extrema derecha capitalista-radical por la otra. Es decir, los políticos de extrema derecha radicales, unidos o apoyados por el capital nacional privado y, desde luego, financiados por algunos gobiernos foráneos. Particularmente, la decisiva participación de algunos gobiernos internacionales, básicamente, americanos y europeos. Uno de estos países, además de financiar a la oposición radical, ha impuesto a todos los venezolanos medidas coercitivas de varios tipos, llegando al impensable extremo de auto juramentar un presidente virtual. El bloqueo económico-productivo-financiero ha causado un tremendo daño a la economía y gran sufrimiento a todo el pueblo venezolano.
Adicionalmente, el gobierno no ha sido capaz de enfrentar exitosamente las restricciones impuestas por estos gobiernos a todos nosotros: la confrontación suicida e independencia nos las están cobrando. La actual situación es calamitosa para la gran mayoría de los venezolanos. La ceguera, odio político, descalificación y confrontación de clases nos han conducido a esta aparente situación sin salida.
La unión hace la fuerza, lo contrario genera enfrentamientos y venganzas aniquilantes para la mayoría del pueblo venezolano. Estamos obligados a identificar las verdaderas causas que nos han traído hasta aquí, para, a partir de ellas, acordar los cambios radicales necesarios para enrumbar este país. Debemos hacer un esfuerzo por ser racionales, dejar la mentira, llenarnos de humildad y apostar por la unión y fraternidad de la mayoría. Solo reconociendo, identificando y aceptando los errores cometidos podemos acordarnos en una visión compartida de país.
Modelo económico ensayado por el último gobierno
En cuanto al modelo económico utilizado por el actual gobierno desde el año 2000, a pesar de algunos intentos útiles, no fueron suficientes. Considero que falló en hacer un uso racional e inteligente del ingreso proveniente del petróleo y otros minerales. Al modelo rentista-petrolero vigente, le sumó la nacionalización de numerosas empresas privadas. Esta política de nacionalizaciones ha sido un total fracaso. Las empresas privatizadas dejaron de producir, convirtiéndose en una carga para el estado y un soporte de la corrupción. La inflación se fortaleció, debilitando totalmente la economía real de los venezolanos.
El modelo implantado o que trataron de poner en práctica adoleció de visión, un líder que lo gestionara y un plan de desarrollo con claridad conceptual, objetivos precisos y el indispensable soporte institucional y empresarial. La oligarquía criolla y la extrema derecha siempre se opusieron a la acción del gobierno; pusieron por delante sus intereses dejando de lado los del país.
El gobierno, en la práctica mantuvo, con otros nombres, el modelo rentista-petrolero, impidiendo el progreso armónico y sostenido hacia una economía productiva, diversificada y expansiva que abarcara los aspectos necesarios que lograsen dar un salto cuantitativo y cualitativo al desarrollo de Venezuela. A pesar de recibir inmensos ingresos por el petróleo, el gobierno se dedicó a endeudarse cada día más, algo realmente insólito. La corrupción ha campeado a sus anchas con el consecuente agravamiento de la moral pública, sufrida hoy a todos los niveles.
Este modelo económico mixto, sin precisar y acotar explícitamente su alcance y reglas a seguir (capitalista, socialista…), indefinido y nebuloso, fracasó. El gobierno habla de revolución y socialismo, los críticos de neoliberalismo. La imprecisión y confrontación con el capital nacional fue la constante en todos estos años. El caso es que el modelo económico del gobierno no le gustó a los capitalistas criollos y Fedecámaras logró que su presidente se auto juramentase en Miraflores el año 2002 ante la mirada atónita de la mayoría de los venezolanos.
Ese hecho, por sí solo, representa todo el simbolismo del enfrentamiento entre el gobierno y los capitalistas criollos, generando una polarización total en el país. Los antagónicos grupos decidieron la confrontación en vez de la colaboración racional y necesaria. Esta primitiva conducta ha estimulado a los políticos de extrema derecha y, desde luego, al gobierno del país dominante en América y, todavía en el mundo, a imponer un bloqueo productivo-económico-financiero que mantiene al país a la fecha en un estado de parálisis y desesperanza.
La confrontación sin la fuerza necesaria para imponerse es una política fútil, primitiva y altamente riesgosa para quienes la practican y terriblemente calamitosa para los ciudadanos. De momento estamos en una situación crítica, sumidos en una incertidumbre total y una hiperinflación nunca vista. Los salarios se esfumaron, no existen, la divisa nacional fue engullida por el dólar, el gobierno no sabe que hacer. A estas alturas, nadie sabe cómo seguirá evolucionando la total crisis en la cual estamos.
Mi llamado es que los responsables políticos hagan lo necesario por acordar y poner en práctica un plan básico para enfrentar esta catastrófica situación de crisis económico-financiera, moral e institucional. Insto a todos los políticos en ejercicio a pensar en el país y el noble pueblo de Venezuela. Que respondan honestamente la pregunta ¿qué significa Venezuela para ellos? ¿Quieren el desarrollo del país? Las respuesta las tienen ellos…