Cosas del rentismo

En Venezuela el durmiente petróleo que por siglos erupcionaba de la tierra cuando se pensaba que teníamos volcanes de fuego salió formalmente la tarde del 27 de mayo de 1875. Casi medio siglo antes tendríamos que remover nuestro espíritu de Nación para rescatar aquel decreto de 1829, El Libertador Simón Bolívar esbozó la propiedad a favor de la república los recursos que subyacían en los subsuelos. Con esto nos enrumbamos hacia un Estado protector y planificador de nuestras ganancias obtenidas a través del mercado internacional de los hidrocarburos para hacer un País sólido en cuanto a su planificación económica bien administrada por un Gobierno que haga normal poner sus servicios al bienestar de su Pueblo.

Con el siglo veinte vendría la Primera Guerra Mundial la cual se ganó sobre una ola de petróleo, y en la Segunda Guerra Mundial también se lucharía por petróleo en el aire, mar y tierra para que en menos de un siglo aquella majestad geológica se volviera casi imprescindible. Ahora es tanta que quien la posea como Venezuela debe plantear un país distinto y diferente el cual desarrolle como aspecto normal la conciencia de su negocio para lograr entender el valor que debe tener una nueva generación capaz de desarrollar los enormes recursos depositados en su subsuelo.

Un enemigo silencioso inducido por nuestras riquezas es el que se refleja en la totalidad de todas las guerras desarrolladas desde hace más de un siglo y las cuales siguen llegando a esta hora sobre el planeta tras la causa del control petrolero. Esa ha sido la vida de los pueblos donde algunos sufrieron intervenciones y otros parecían distraídos ante tamañas agresiones.

La guerra como fenómeno mundial se arraigó de manera profunda al modelo de vivir donde todos los precios de los productos han sido arrastrados hacia descontroladas inflaciones, tal y como lo demuestran desbordados casos en países desarrollados que a diario van construyendo nuevas guerras que permitan controlar los recursos naturales de otras naciones.

Este sistema de guerras ha traído consecuencias las cuales han obligado a la Casa Blanca el envío de emisarios a recorrer el mundo productor. Las visitas y mensajes van dirigidas a Irán, Arabia Saudita y Venezuela para que flexibilicen lo que ellos mismos endurecieron. Mientras, Kuwait, Irak y Libia han dicho que estos no son momentos de sobreproducción.

Antes de comenzar cualquier guerra los precios del tonel de crudo caen y provocan descontroladas inflaciones. Norteamérica padece disímiles factores económicos los cuales sitúan una inflación la cual amenaza con llegar a dos dígitos, la más alta hasta ahora. Su crisis va dejando en segundo lugar la inflación sufrida en febrero de 1982.

La vida de naciones como Venezuela dejaron atrás temas que lograron identificar vidas tranquilas con esperanzas de crecimiento, es decir, de grandes experiencias para convertirse en metas engatilladas que no terminan de dispararse. Llevamos décadas sintiendo algo que no nos hace explotar ideas en el crecimiento como sociedad. Sin dudas nos atrapó el alocado y alto nivel de ingresos petroleros. Sus precios nos hacen repetir unos días tristes y otros alegres. El rumbo y la fatalidad histórica se pierden.

En ese estratégico principio supremo llevamos décadas y gobiernos. Fue en la segunda mitad del siglo XIX europeo y norteamericano, donde se emprendieron grandes transformaciones las cuales metieron en graves problemas al oro negro como su mayor salvación y en la misma línea la mayor pérdida económica para Venezuela a pesar de las inimaginables entradas de dinero que comenzaba a recibir.

La violencia militar y económica siguió y los precios del crudo se reducirían para comenzar a complacer perspectivas de aumento en las tasas de interés por parte de la Reserva Federal de Estados Unidos. Con esto iniciaron el sacrificio sobre países productores los cuales ya advertían desafiantes bajas y el efecto rebote con el reciente efecto bumerán les destrozaba el juego de sus precios. Por eso los oídos de muchos se tapan cuando ven perder el control de tantas guerras que asolan al planeta, y lo peor estaría por venir en los días finales que van anunciando un petróleo barato.

Los diferentes precios de referencia internacional desde el estadounidense West Intermediate (WTI) y el Brent del Mar del Norte de nuevo han comenzado a variar en sus alzas, aun cuando han tenido caídas leves, ahora sus proyecciones resultan muy alarmantes y eso desde ya anuncia un descalabro para la economía mundial. Para Venezuela con cada crisis el precio de su barril sube y por tanto nuestras arcas reciben recursos adicionales, pero eso no parece ser la excepción en momentos en que nuestra producción ha decidido ser tan baja.

Mientras para el suelo norteamericano esto también ha resultado ser una verdadera complicación desde que Venezuela destapó sus reservas las cuales se encontraban amarradas en setenta y seis mil millones de barriles y que ahora sean cinco veces más grandes. Pero para Venezuela esto también ha resultado ser un mayor desequilibrio pues con tanto dinero que ha recibido aún no sepa que poder hacer. Por eso el riesgo de los inversores disminuye al momento de querer dejar todas las cosas iguales como eran anteriores al bloqueo. Francia y EE.UU. hablan de dejar las cosas como estaban pues la producción venezolana es necesaria aun cuando los venezolanos no encuentran qué hacer con su maltrecha economía.

Para Estados Unidos, quienes enfrentan una disminución en su superávit, la alarma suena ante la posibilidad de un anuncio por parte de la Reserva Federal de aumentar las tasas de interés hasta en cincuenta puntos antes de iniciar un detonante.

Es lamentable pero las finanzas de Venezuela están atadas al impacto económico de Europa y Norteamérica por eso después de poner tantas sanciones ahora enloquecidamente tratan de convencer a sus extremistas que esto pasó y todo deberá continuar igual, pero las cosas no terminan con los mismos resultados que comenzaron.

Ahora se ven atrapados tras los errores de sus propias opiniones que mantuvieron en vilo con sanciones a Venezuela e Irán. Ahora las cosas se revierten y las mismas, pero con más fuerza van contra Rusia y China. No quedándoles más remedio que invocar su ayuda entre medios de comunicación mientras envían comisiones a Venezuela e Irán para reanudar colocaciones de crudo. Para Venezuela es una inestabilidad económica y administrativa tener que negociar con gobiernos tan inseguros y complicados como la dupla norteamericana y europea. Ahora exigen a cambio flexibilizar sanciones y que los suministros de crudo venezolano lleguen a los mercados mundiales para controlar su precio.

Mientras, en la conferencia de política económica de la Asociación Nacional de Economía Empresarial no les ha quedado más remedio a Jerome Powell presidente de la Reserva Federal norteamericana quien ha tenido que tomar la decisión de aumentar las tasas de interés para tratar de evitar lo inevitable, pues el precio del petróleo no ha dejado de subir. Han anunciado en cincuenta puntos el aumento en las tasas de referencia las cuales no subían desde el año 2000.

Es incómodo para una economía como la venezolana vivir con la amenaza puesta en los precios del crudo pues sus alzas arrastran hacia una inmensa inflación, acentuándose la misma sobre la ola de bloqueos impuestos sobre su territorio. Si a esto le sumamos los efectos vividos con el coronavirus entonces pensar en un crecimiento económico con lo que más sabemos hacer que es la extracción y las declaraciones de una nación post petrolera, pues todo esto paraliza a la hora de tomar decisiones integrales en cuanto al desarrollo de nuestra frágil economía.

Al salir del Banco Central —Jerone Powell— y justificar la subida de las tasas de interés sorprendió a todos con su declaración: Las presiones de los precios se han extendido a una gama más amplia de bienes y servicios. El aumento de los precios del petróleo crudo y otras materias primas que resultan de la invasión rusa a Ucrania están creando una presión alcista adicional sobre la inflación. Y para rematar afirmó lo que ya era un hecho: Es probable que el bloqueo relacionado con la COVID-19 en China exacerbe aún más las interrupciones de la cadena de suministro. A partir de allí todos sabían que estas declaraciones guardaban con seguridad venir tras el petróleo venezolano.

Inmediatamente la medida fue catalogada de violenta pues la inflación norteamericana se disparaba. Las tasas de referencia que luchaban contra la inflación se fueron a los cielos. De 0,25% pasó a 0.50% y de allí fue indetenible al 0,75% hasta estallar en 1%. Con esto la promesa de restaurar la estabilidad de los precios se esfumó.

Aquella esperanza de un crecimiento del 5,5% del año 2021 se perdió pues la actividad económica general disminuyó apenas con el primer trimestre del año. Inmediatamente esto causó en marzo 2022 que el índice de precios de gastos de consumo personal se estacionara con una inflación de 6,6% sobre su base anual.

Las esperanzas se esfumaron cuando inesperadamente se declaró la posibilidad de un aumento de tasa de interés en 75%. A partir de allí la inflación comenzaría a enloquecer. Irónicamente se afirmaba: Diríamos que tenemos una buena oportunidad de hacer un suave aterrizaje. Toda esta inflación fuera de nuestras latitudes impacta violentamente este pobre país productor.

Queda establecido como probable que en una futura agenda permanezca la clara sensación para que en los próximos puntos básicos de aumento para obtener crudo se cuente con las reservas de Venezuela.

Desde siempre el contexto internacional —y hay que decirlo— de Norteamérica tapa el desarrollo económico de Venezuela pues su involucramiento fue sin precedentes. Y ahora para rematar si la guerra entre Rusia y Ucrania sigue restringiendo las actividades económicas en el extranjero, sus cadenas de suministro quedarán técnicamente cerradas. Todo esto aumentará y el crecimiento de un efecto indirecto en la economía de EE.UU. seguirá estancado aún más pues su comercio ya está seriamente afectado.

Por eso Norteamérica junto a Europa han arremetido contra quienes habían embestido duramente en contra de la petrolera venezolana, ahora tras los altos precios de los combustibles cualquier independencia aún continuará sancionada.

Pero occidente es torpe y aún cree que va a sortear el aumento exagerado de su inflación. La causa que mantiene el alza es el intento de boicot a los productos rusos en especial gas y petróleo. Alemania y EE.UU. creen que los países productores se aprovechan de sus anunciadas desgracias.

El largo desajuste de crecimiento mundial prolonga la agonía de una tras otra crisis reflejada con mucha más fuerza sobre Venezuela. Y mientras los precios de las gasolinas y el desabastecimiento de gas se reinventan, para Europa y EE.UU. los recursos de Venezuela no dejarán de ser un verdadero dolor de cabeza. Pero esta situación es tan crítica que la misma ya se ha extendido al resto del mundo productor, por eso la OPEP está en crisis sobre todo por el aumento de fletes en tanqueros y metaneros además del incremento de materias primas importantes como los diluyentes. Y esta es la espiral de la dependencia para el sudamericano país.

En esto poderosas firmas se aprovechan tras el escándalo de la guerra y hacen de esto un inusual acontecimiento mundial de sensibilidad en el planeta: el miedo. Esto unido a los precios de los productos lo cual hace para muchos mandatarios un riesgo frente a lo que serán las demandas de las grandes masas de población las cuales son ahuyentadas hacia el terror y la desconfianza.

El petróleo ha desproporcionado su presencia al punto que Argentina y Reino Unido, dos naciones enfrentadas desde hace décadas, busquen sacar el mayor número de ganancias frente al espectáculo mundial de la guerra. Han pechado a las compañías que se han visto más beneficiadas en lo económico por trabajos realizados en medio del conflicto y de lo cual buscan tener ganancias adicionales por intermedio de nuevos impuestos adicionales.

Para finales de mayo (2022) Boris Johnson impuso un impuesto de 25% a las inesperadas ganancias en los productos que involucren gas y petróleo. Por su parte Alberto Fernández hizo lo mismo con las empresas exportadoras de granos igualmente beneficiadas por el aumento de precios tras la guerra.

Frente a esto las finanzas venezolanas atravesaron otro pequeño duelo. La circunstancial refinación y explotación de su petróleo puede verse como un valiente y pintoresco cuadro de un antecedente válido pero el mismo no representa un desarrollo económico para la integralidad del país.

Pero cuando el maltrecho gobierno de Ucrania y la OTAN declaran a cada rato el supuesto riesgo que atraviesan sus materias primas aludiendo que el país invadido es el granero de Europa es porque detrás de esto hay grandes intereses en colocar nuevos precios para después de una lejana paz sus costos incrementados sean mantenidos. Pero en este juego no entra el petróleo con esta misma metodología, aquí las cosas son diferentes pues su logro es conseguir precios fáciles y cuando esto pase las sanciones continuarán aún más duras en contra de Venezuela. La guerra es un juego de ganancias extras. Por eso en política y sobre todo en la económica no existen ni buenos ni malos, lo que hay es intereses.

Por otra parte, ya, para el gobierno alemán de Olaf Scholz —sin consenso para gobernar— ha emprendido la forma de establecer nuevas estrategias para introducir impuestos adicionales dándole más poder a su oficina antimonopolio y que esta tome decisiones muy fuertes en contra de las petroleras.

Aun cuando el más beneficiado es el rey petróleo entonces la guerra con sus precios acostumbrados a estos acontecimientos subirán tan dramáticamente. Los precios del crudo no han podido estar en un mejor escenario, ese es su terreno: la guerra.

Cien años después se entiende que después de 1904 cuando se tomaban previsiones con las antiguas leyes mineras las mismas no eran otra cosa que el control y manejo por parte de las transnacionales el control total del petróleo venezolano, y eso es justo lo que hoy reclaman; de nuevo deben regresar al control total y absoluto de su manejo, precios bajos, rutas, finanzas y lo peor, Venezuela no debe aprovechar esos dineros para ningún tipo de independencia ya sea alimentaria, mercados, transporte o cualquier otra integración o corresponsabilidad en un escenario de Bloque Sudamericano y caribeño.

Un siglo atrás para Venezuela los conocimientos geológicos, geográficos, rutas y lo económico eran escasos porque los mismos se escondían, eran negados. Hoy se sancionan, bloquean y embargan sus bienes. Nada ha cambiado, anteriormente el garrote era con golpes de Estado, hoy ese mismo garrote es electrónico.

En 1917 en la Costa Occidental del lago de Maracaibo en Mene Grande se inauguró la primera refinería de América Latina esta se acompañó con el primer puerto lacustre y el primer poliducto el cual desembocaba cerca del pueblo de San Timoteo. Desde 1917 a 1928 se extrajeron doscientos sesenta y cinco millones de barriles de petróleo. La negociación de todo esto ascendió a trescientos millones de dólares y de eso a Venezuela le quedó casi un tres por ciento, ocho millones de dólares. Desde allí viene el desbarajuste económico.

Si no obtienen rápidamente el crudo venezolano las decisiones tendrán que repetir escenas como las del primer día de junio del 2022 Europa activó recortes significativos para tres meses como parte de un paquete más extenso de medidas las cuales iban desde boletos baratos para el transporte público local cosa que impactaría en los precios de los productos que se transportaban y los cuales iban a ir reflejados en los consumidores.

Sin dudas los precios se han incrementado en los productos elaborados por las compañías petroleras pues la reducción de impuestos las ha utilizado para hacerse de ganancias extras y hasta el mismo Joe Biden se ha quejado de esta práctica. Entonces cómo puede competir un país como Venezuela que es el poseedor de la materia prima más importante sobre el planeta en el último siglo. La economía es distinta en los países a pesar que se utilizan los mismos números.

Cuando se escuchan sin empacho las expresiones de Joe Biden contra ExxonMobil, señalado sin el más mínimo remedio que han tenido más beneficios que Dios en lo que va de año. Esto se afirmó durante su discurso en el puerto de Los Ángeles al margen del fracaso de la IX Cumbre de Las Américas. Efectiva y definitivamente las ganancias de la multi corporación petrolera del primer trimestre de 2022 frente al mismo tiempo del año anterior 2021 han sido de cinco mil millones de dólares. Apenas en el primer trimestre han facturado una súper ganancia que pudo haber sido el cierre de un año completo. Sin dudas las finanzas de un país productor son muy distintas cuando se está al frente de una nación consumidora la cual no tiene límites cuando expande sus negocios y colocaciones controlando hacia donde van las rutas de los diferentes tipos de petróleo

Pero Joe Biden no termina allí y da una estocada final al afirmar; ExxonMobil, la petrolera más grande de Estados Unidos, no está usando terrenos que tiene alquilados para producir petróleo con el objetivo de mantener la producción baja mientras la demanda se mantiene y los precios aumentan. Sus críticas llegaron justo dos días antes que su gasolina registrará un nuevo máximo histórico de siete dólares por galón, casi el triple de lo que costaba hace un año, de acuerdo con la Asociación Automovilística del país.

Por eso se dispara la inflación en Estados Unidos mientras las finanzas en Venezuela se derrumban. Solo en mayo de 2022 la inflación en Norteamérica se ubicó en 8,6%, la más alta de los últimos 40 años, presionada principalmente por los excesivos aumentos en los precios de combustibles y alimentos. Mientras, Venezuela apenas en los primeros quince días del mes de agosto de 2022 el dólar había subido sin parar hasta más de 16,41%.

Para el Banco Central de Venezuela en julio de 2022 la inflación fue de 7,5%, comparándola con el mes anterior la cual se ubicó en 3,9% menos. Aunque el índice Nacional de Precio al Consumidor advierte que es el mayor pico de 11,4% en lo que va del año. En los cuatro meses entre diciembre de 2021 y marzo de 2022 y desde el mismo mes de marzo hasta junio tuvo una tendencia alcista. Para Julio habían aumentado el calzado un 9,3%, el alquiler de viviendas sufrió una variación alcista de 5,6% y los servicios en la vivienda sin incluir telefonía subieron 9,5%.

Sin embargo, esta fue la tasa de inflación más baja en los últimos nueve años, apenas 1,4% menos, es decir un enorme sacrificio que ha tenido que padecer el venezolano. Cómo entender a un país que los primeros siete meses del año 2022 su inflación ha estado en 48,4% y la anualizada cierra en 137,1%. Pero está en el "gran descenso"; frente al 2021 cuando la inflación se situó en 2.444,4%. Increíble las cifras de un país petrolero de casi siglo y medio.

Aunado a esto, los servicios de educación aumentaron 12%, esparcimiento y cultura 10,8% y vivienda aumentó 9,5%. Con esto se pierde la proeza económica de un siglo atrás cuando se anunciaba al mundo la riqueza petrolera. Hemos vivido de sueños y mitos de desarrollo desde que el chorro del campo petrolero La Rosa en el pozo Los Barrosos 2 de la Venezuelan Oil Concesiones Ltd saltó en un violento aceite negro que fluyó por encima de la copa de gigantes arboles de manera incontrolable lanzando cien mil barriles diarios. Cuando la historia fue desafiada.

Este verbo mundial de las finanzas aniquila a Venezuela. Desearía ignorar que esa palabra es la misma que arrasa cualquier acuerdo con Moscú y financia con más dinero a Ucrania y busca sancionar más a Moscú, pero no podemos hacerlo.

El periplo de visitas de Biden trata de ahogar a Rusia, mientras Estados Unidos busca obtener la elevación de sanciones y unir fuerzas militares para aumentar el número de combatientes. Si lo hacen con Rusia que podemos esperar en Venezuela.

El nivel general en cuanto a los precios en los bienes y servicios durante un tiempo es exagerado por su inflación. La situación será aún más grave si la demanda comienza a superar las compras que el público desee hacer y ese querer comprar estará por encima de lo que se pueda producir, entonces los precios de bienes emprenderán el aumento, es decir comenzará a padecer una situación de inflación en la economía.

Las empresas no podrán mantener sus beneficios en todo momento ya que el aumento en cualquiera de sus cadenas desatará feroces inflaciones las cuales vendrán reflejadas con el precio del bien o al final de los servicios. Esta es la causa de la inflación, y como el impacto de precios sufre por causas políticas, y estos se verán reflejados en los productos. Lo peor que puede pasar lo cual se ve como única salida hasta la presente es que sean las empresas quienes coloquen drásticamente el precio a los bienes para compensar los costes.

Pero lo peor está por venir pues lamentablemente la Venezuela de hoy como la de hace un siglo ni se percata de la completa significación entre los dos eventos financieros. O que nadie ni comente que lamentablemente el gobierno en Perú se cae a pedazos y que solo podrá ser salvado si se da un milagro político y muy pocos han existido, casi ni uno en el último siglo.

En un país donde el petróleo es la causa de todas las extravagancias económicas. Como de costumbre la especulación es la tarea de las empresas, entonces se produce una subida en los precios de los productos esenciales de manera casi que inesperada y muy brusca, es decir, tenemos una inflación autoconstruida la cual es contraproducente, pero los compradores se ven obligados a adquirir menos y por lo tanto las ventas caen.

Por otra parte, en Estados Unidos inmediatamente han procurado una política fiscal expansiva, es decir aumentar la cantidad de dinero en circulación. Esto ha provocado un aligeramiento en los consumidores y esa acción ha superado el inventario en los bienes y servicios trayendo como resultado más inflación.

Para Norteamérica siempre ha sido una fórmula la impresión de billetes con cada crisis, pero esta vez han traído una inflación acaloradamente inesperada pues la demanda acorta la producción de sus bienes. Por eso varios analistas económicos afirman que en Estados Unidos hay una crisis estructural pues su sector industrial está en serios desacuerdos en sus procesos productivos y esto genera inmediatamente graves cuellos de botella en la demanda trayendo graves consecuencias en las subidas de sus precios. Este contexto tiende a instalarse en el resto de las economías de la región y Venezuela pagará duras consecuencias pues su mercado petrolero ha sido atado a sanciones las cuales espantan e inmovilizan a otros inversores.

Para Europa y EE.UU. el fantasma de la inflación está claro y muy cercano a una recesión. Muy pronto veremos este efecto en Norteamérica y en algunos países europeos. La inflación inercial es el detonante de la alta probabilidad de inflación y como todos ven nada se está haciendo para evitarla. Pues tanto las largas crisis como las guerras son el escenario buscado por EE.UU. y Europa para luego imponerse y ganar más terreno, este escenario es el de la llamada posguerra y es justo lo que aplican en economía, finanzas y gobierno como el caso de Venezuela donde hasta sus reservas internacionales y activos han sido intervenidos, quizás el término sería destrozado.

Esta inflación inercial no es más que la subida de bienes y servicios donde los más vulnerables pierden poder adquisitivo. Esta vez la causa está en las consecuencias de la guerra lo cual es poco probable que los gobiernos causantes de la misma controlen sus agresiones.

Cien años después Venezuela de haber tenido setecientos kilómetros de vías de ferrocarriles hoy no llega ni a un cuarto de lo que fue aquella proeza. En 1922 la Caribbean Petroleum tenía 1.150 trabajadores, más del doble que los que tenía en 1918. Las cuatro quintas partes eran trabajadores no especializados que ganaban cinco bolívares diarios. La producción del año 1918 de 320.000 barriles aumentó a 2.235.000 en 1922.

Si vamos cien años atrás y vemos la producción de petróleo nos sorprenderemos con el gran atraso que tenemos en cuanto a nuestra producción. De 1923 a 1929 fue un periodo de auge para la industria mundial del crudo. La producción de lubricantes se duplicó. Estados Unidos es desde entonces un gran consumidor, pero productor del 65% de la demanda mundial de petróleo.

Venezuela entonces era un insignificante productor en 1922 y pasó en un periodo de seis años para 1928 a ser el principal exportador y segundo productor mundial después de Estados Unidos.

De 1921 a 1928 cuando la producción de México caía 193.00 barriles anuales a solo 45.000 barriles al año, Venezuela iba de 1.000.000 de barriles producidos en un año a 137.000.000 de barriles extraídos por año.

El pozo Barroso 2 de producir en 1922 unos 2000 barriles al día pasó a producir diariamente 100.000 barriles. Así fue en la mayoría de los pozos produciendo por año, pero en 1922 se llegó a producir 2.000.000 de barriles. Para 1923 se pasó a extraer 4.000.000 en todo ese año. En 1924 pasó a una producción anual de 9.000.000 en todo ese año. Para 1925 pasó a 19.000.000 en todo ese año. Para 1926 se situó en 37.000.000 en todo el año. En 1927 llegó a 63.000.000 en ese año y para 1928 se situó en 106.000.000 en todo el año.

En 1928 se perforaron 129 pozos sólo en el Lago de Maracaibo. Para 1929 ya se habían registrado 107 compañías norteamericanas en Venezuela. El 98% del petróleo fue producido por la Shell, la Gulf y la Standard de Indiana. Estas tres empresas trasnacionales se encontraban entre las cinco más importantes del mundo.

De aquellas astronómicas cifras Venezuela produjo el 8% de todo el petróleo mundial. Para 1929 había 1.250 pozos produciendo. Venezuela representaba las quintas partes de toda América Latina y sustituyó el segundo lugar como productor del mundo frente a Rusia.

Cuando el petróleo terminó de concretarse en el planeta sus precios se disparaban con cada movimiento militar pues con esto se anunciaban altos precios producto de los riesgos en sus productos. Por eso varias regiones comprometidas con el aumento de la producción la inflación les es letal. Con el paso de décadas vino el derrumbamiento de gobiernos en Europa y despolarización de regiones indiferentes.

Las causas de los aumentos de precios en el crudo están estacionadas en las graves demandas de dos factores alarmistas con la quiebra técnica del planeta, primero la pandemia del coronavirus y segundo la guerra en Ucrania la cual amenaza con prolongarse y extenderse a otras regiones no exactamente europeas: China e Irán.

Pero cuando en medio de este escenario se ven las consecuencias de la inflación para Estados Unidos estas inmediatamente son reflejadas en su Índice de Precios al Consumo el cual pasó a ser uno de los más altos en los últimos cuarenta años para ubicarse en 8,3%. Las principales causas de esto recaen sobre alimentos y energías.

Por su parte el Índice mensual de precios de los alimentos del organismo FAO dependiente de la ONU ha establecido que en el planeta se ha registrado un aumento del 12,6%. Solo entre febrero y marzo del 2022 frente a uno de los más altos desde 1990. Esto envuelve a Europa y EE.UU.

Los cereales están comprometidos en más de 17%. Unido a esto la torpeza de haber impulsado más de seis mil sanciones en conjunto contra Rusia. Es más, el odio antes que la sindéresis política de sentarse a negociar va levantando antiguos anhelos de destrucción sobre este importante territorio.

Paul Donovan autor del libro La verdad sobre la inflación al analizar el aumento de la misma no duda en catalogar que esta ha alcanzado su punto máximo el cual a su parecer ya es histórico.

Cuando se decretó en muchos lados de Europa y EE.UU. una especie de convivencia con la pandemia muchos salieron a utilizar sus ahorros, pero lo que nadie se esperaba fue la inusual provocación por parte de EE.UU. en contra de la Federación Rusa.

Aquellos gritos de Biden al tratar a Putin de perro de guerra, que lo iba a sacar del Kremlin, que vamos a una tercera guerra mundial, y la más estrepitosa; vamos a una gran hambruna mundial con dimensiones desconocidas hasta ahora. Todo esto endureció los precios de los principales marcadores de crudo elevando el tonel por encima de 130$.

El principal problema de todo esto aparte que la oferta es limitada es que la guerra altera el suministro y por eso los precios vuelan. Allí está la causa de los precios elevados drásticamente y trae por consecuencia que la economía mundial quiebre y ponga a muchas naciones al borde de la quiebra pues el abastecimiento en la cadena de crudo es muy finito como nunca antes se había visto.

En la demanda y oferta hay un ambiente engañoso el cual oculta la verdadera causa de la tormenta económica y esto compromete el sistema refinador venezolano, y a su cadena de producción. No existe un pacto o acuerdo nacional para rescatar a la industria petrolera venezolana y esa ausencia compromete enormemente la tranquilidad económica del país.

Sin dudas para cualquier analista hay un empuje al aumento de la demanda de bienes haciendo que la inflación —tormenta— se desvanezca ya que con esto se ha presentado una oferta en los mismos. La verdad es que esta demanda de bienes no fue tan inusual y la misma superó la oferta, es decir las colocaciones a futuro de crudo están a toda máquina para aumentar los desgastados inventarios sobre todo los de Norteamérica y Europa en gas y petróleo. Por eso la demanda fue superior a la oferta y mezcló ambas haciendo que su aumento hiciera subir los precios. Como era de esperarse los ahorros de los consumidores bajaron y tras ellos igual bajó su consumo.

Ahora comienza a desvelarse un ficticio desarrollo el cual se observa en Venezuela. En Estados Unidos el precio de un televisor ha bajado pero los consumidores no se atreven a comprarlos ya que sus ingresos a futuro han bajado, es decir sus expectativas de obtener dinero están amenazadas por la inflación que se extiende. Segundo, el futuro por la guerra se ve muy incierto.

Pudiera parecer que, aunque Rusia no fuera tan importante en la economía mundial si lo es en materias primas y eso la hace muy significativa a la hora de concertar una estabilidad presente y futura en lo económico. Ucrania, aunque aporta solo una parte de trigo hacia importantes zonas geográficas, sin embargo, la guerra la hace parecer como que fuera la gran abastecedora mundial y esta amenaza falsa igual impacta.

La actual situación económica es un desastre para la humanidad y en especial para naciones extractoras de crudo como Venezuela. El ofuscamiento de sanciones en contra de Rusia se ha revertido hacia buena parte de sus impulsores pues con sus juegos de guerra han trancado muchos caminos los cuales en un pasado reciente eran manejados por los antojos de la Casa Blanca, aquellos tiempos tan pronto no lograrán resucitar. Después de todos estos episodios a la actual administración le será muy difícil avanzar o rectificar.

En medio de esto el caso venezolano viene marcado por antecedentes que impiden voltear al menos algunas páginas. El papel desempeñado por las trasnacionales del petróleo comandadas desde Nelson Rockefeller, hizo fuertes vínculos con instituciones financieras y bancarias llevándolo a desarrollar fuertes vínculos con la política local. En un almuerzo al cumplir setenta años — Rockefeller— junto a Rómulo Betancourt decidieron su irrenunciable apoyo a Ford.

En conjunto el mensaje de la empresa de automóviles General Motors consistió que la transformación y desarrollo de Venezuela estaba en su tecnología, por otro camino que no hubiese sido el norteamericano todo estaría perdido. Hubo tantas ganancias para estas trasnacionales del petróleo que todas sus empresas fueron instaladas en el sudamericano país haciendo de este un país vitrina, modelo de exhibición.

La influencia del petróleo en Venezuela fue un abrupto giro de autoridad política. La liberación que ocurrió tras el negocio del Royalty petrolero fue tal que se justificaron cientos de liberaciones de licencias dedicadas todas a importaciones hasta de los productos más inútiles para el país. Lo que se fabricaba dejó de hacerse y lo que en un momento se proyectara como ideas para su construcción o elaboración mágicamente se esfumó. Todo vendría adquirido en paquetes después de todo los precios del crudo y la súper abundancia de productos inundaba a Venezuela de dólares. Esa es la realidad y el modelo que desde entonces han impuesto al país condicionada totalmente a modelos internacionales.

Precios perdidos, subsidios, mercados saturados, empresas que dejaron de ser rentables, proyectos irrazonables. Para 1979 en Fanatracto la fábrica de tractores de Venezuela comenzaba a quebrar pues los niveles de producción saturaron su mercado y su beneficio de tarifa mínima de protección fue fijada en 25% mientras que para un vehículo era de 60%. La gente prefirió cambiar de auto anualmente y andar paseando de ciudad en ciudad daba más estatus que meterse en el campo con una deuda la cual no tenía ningún tipo de beneficio económico.

Estas son las extravagancias de un país como Venezuela el cual comenzaba a ser arropado por la dependencia del negocio petrolero. Las empresas del Estado repetían el modelo; pedir dinero prestado a la banca. Entonces una cadena de incoherencias y fluctuaciones opacó la expectativa que produjera una independencia en la industrialización del país. La armonía se quebró desde antes de nacer por eso el antidesarrollo fue estructural y mientras los diferentes ministros de Comercio pedían coherencia la armonía resultó en todo lo contrario en incoherencia.

Los empresarios actuaban en conjunto en todas las incompatibilidades propias de los sellos ministeriales los cuales se empeñaron en realizar estrategias marcadas por el Boom del petróleo. Para qué arriesgarse si la resta de tanto dinero opacaría cualquier ilusión industrial para la conformidad de un verdadero crecimiento económico sujetado por crisis irreales, injustificadas en cualquier parámetro de desarrollo.

Hubo una gran incoherencia la cual negó un verdadero proceso industrial versus una economía de puerto y eso fue lo que ganó, importar y a su vez comprar y hacernos dependientes de cosas innecesarias las cuales cuando los precios del crudo bajaban la economía venezolana realmente crujía.

La aceptación silenciosa de la dependencia contrastó con los fuegos de guerra en los cuales estaba presente el petróleo y en eso se arriesgó la economía venezolana y la lucha por mantener la industria energética nacional quedó reducida a negocios privados y a fuertes hechos de corrupción. Hasta la presente este ha sido el modelo.

La limitada atención prestada por el pueblo traducido hoy a una sociedad civil es nada, pues su conocimiento en esta nación del petróleo es maléfico tras un profundo desconocimiento donde lo único natural construido cuando se pactó décadas atrás el control de los hidrocarburos era el aire que se respiraba de resto mantener ideas criollas fue técnica, humana y financieramente imposibles.

Crear un clima de normal funcionamiento en un país con una experiencia de siglo y medio en el campo del petróleo no es fácil más cuando observamos que una parte de esta exactamente ha estado inmensamente imbuida en la trasnacional de la dependencia. Así estructuralmente es imposible tomar decisiones sobre la base del interés nacional.

En Venezuela ha existido una aceptación silenciosa de hechos falsos dados como reales. Eso ha destapado una conducta fácil la cual ha sido permeada primeramente por el capital industrial a la hora de percibir créditos los cuales después se olvidan, perdonan o sus deudores conspiran duramente para derrocar al gobierno por quienes no puedan aceptar sus deudas.

El medio de la realidad mundial da escalofríos. El contexto desde el Asia septentrional comparada con la economía venezolana se ha dificultado, la percibimos cuando ciertamente muchos países no compran gas o petróleo ruso —aunque algunos lo hacen abiertamente— lo que es cierto es que casi nadie puede acceder al trigo ucraniano y quien pueda hacerlo no lo compra por sus precios. Los actuales precios son de mercado final ya que el mismo sirve a compradores que hacen labor de intermediarios y con solo la salida de Ucrania ya él mismo lleva el precio como de consumidor final y esto es muy costoso pues apenas allí comienza la cadena de distribución y comercialización.

Desde aquella Europa con ínfulas de desarrollada y sólida donde apenas entre un 15% a un 20% del sueldo de sus ciudadanos es el mejor pagado, ahora el mismo es destinado a comida. Todo absolutamente todo está unido al precio del barril de petróleo y esto lo está pagando con creces EE.UU. y Europa.

Todo depende del combustible: comida, tarifas aéreas y terrestres, gasolina para cualquier tipo de transporte. Los precios por los placeres de los derivados del combustible se ponen extremadamente costosos.

Pero nada de esto abriga un arreglo ni siquiera de justicia pudiéramos hablar a la hora de poner las cosas en la balanza de la igualdad. Muy al contrario, todo tiende a ser mucho más desigual tras el actual y venidero escenario internacional. En el caso de lo que gasta un ciudadano norteamericano y europeo va destinado a los diferentes servicios de mano de obra, es decir, quienes se encargan de las diferentes entregas y procesamientos, ventas al por menor, impuestos ya de por sí muy encarecidos y publicidad. Todo es pago por quienes consumen en la mesa sin darse cuenta del gran desbarajuste al que los han llevado la OTAN y EE.UU. mientras los productores van camino a la ruina. Todo sucede sin mencionar el terrible cambio climático el cual trae graves consecuencias destructoras sequías e inundaciones.

La infraestructura de servicios la han hecho añicos la inflación. Si le preguntamos a un estadounidense él nos afirmará que la inflación ha tocado el techo y que ahora justamente está en el tejado, pero de los rascacielos. Desde el inicio del segundo semestre del 2022 la inflación en Norteamérica se sitúa en 13% y el galón de combustible ronda los ocho dólares. Atrás quedó toda una sociedad sorprendida como zombis pues el tema de las drogas está desbordado como nunca antes, niños de once a trece años completamente narcotizados.

Pero el punto más álgido no se hizo esperar desde los primeros días de marzo, apenas a una semana de la guerra entre Ucrania y Rusia los precios de los marcadores de crudo volaron a 130 dólares y amenazan con llegar a 170% cosa no improbable. Cuando se alcance este límite la economía global va a crujir como un pastel tostado.

El Reino Unido alcanzó su crisis desde meses atrás y lo hizo como cumpliendo un recetario de errores. Al llegar ya la misma era imparable y en el resto de Europa a pesar que el verano hace estragos la distracción trata de opacar la situación dependiendo de cómo esté la temperatura natural. Europa se debate entre el verano y el invierno, ambos son más que un dolor de cabeza. Todo lo que no decida el verano lo sepultará el invierno.

En paralelo se ha activado un espiral de salarios versus precios. Para Europa y EE.UU. los salarios representan un camino poco alentador pues el 70% de la inflación está en los salarios y distinguir entre ambos es muy importante pues si un explotado trabajador trabaja más cobra más y eso exactamente no sería lo inflacionario, pero sí plantea una profunda desigualdad pues significa que hay menos gente produciendo más. La producción está por encima y se vende poco pues el poder adquisitivo es tan bajo como al finalizar la Segunda Guerra Mundial, mientras los niveles de vida están muy por debajo. Y en esto no dejamos de lado la terrible pesadilla de los inmigrantes los cuales sin descansar se mueven por millones hacia los centros que han originado todo este pandemónium mundial: EE.UU. más Europa.

Todo esto no tendrá una solución tan pronto. Los gobiernos no van a detener la guerra ni van a firmar la paz con Rusia ni van a finiquitar sus amenazas en contra de China ni mucho menos van a dejar tranquilos a los países productores de Petróleo como Venezuela e Irán y una veintena más de estos.

Los altos precios de los alimentos y del petróleo a esta hora están fuera del alcance de los países consumidores. Los mismos países que han destruido naciones enteras y sus economías ahora mismo impulsan leyes extraterritoriales acusando a la OPEP de monopolio, Norteamérica que ni de casualidad ha estado en alguna de las reuniones de este organismo se atreve a esto.

Ahora queda un mundo incierto igual al vivido en décadas anteriores donde el ser humano ha caminado de un lado a otro en tiempos de duras migraciones en medio de guerras que son el claro anuncio de un enfrentamiento mucho más duro el cual está por venir…

Hasta más pronto...



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Miguel Jaimes

Politólogo. Magister scientiae en ciencias políticas. Doctor en ciencias gerenciales. Posdoctor ontoepistemología en geopolítica de las energías. Cursando doctorado en letras. Cursando Posdoctorado en literatura del petróleo en Venezuela. Libros: El oculto poder petrolero, apertura petrolera, poder de PDVSA vs. poder del estado. Petrocaribe la geogerencia petrolera. Primera edición. Petrocaribe la geogerencia petrolera. Segunda edición. Director del diplomado internacional en geopolítica del petróleo, gas, petroquímica y energías – Venezuela. Director de la web https://www.geopoliticapetrolera.com

 venezuela01@gmail.com      @migueljaimes2

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