La OPEP PLUS o OPEP + conformada por diez países: Rusia, Kazajstán, Azerbaiyán, Malasia, México, Bahréin, Brunéi, Omán, Sudán del Norte y Sudán del Sur, han decidido crearle un nuevo problema a John Biden, y es que antes de finalizar la primera quincena del mes de abril 2023 emprendieron un nuevo recorte diario a su producción, esta vez será un millón seiscientos mil barriles a partir del mes de mayo del mismo año.
Los más interesados en llevar a cabo esta acción son la Federación Rusa y el Reino de Arabia Saudita, cada uno retirará medio millón de barriles por día. Pero al haber llegado la fecha de esta operación —mayo 2023— las consecuencias no se han hecho esperar y el resultado es que todos los marcadores del planeta han subido sobre los ochenta dólares por tonel.
Los cálculos de Biden al extender la guerra lo han tomado por sorpresa. Este asombro que recibe el Pentágono no es muy acogedor pues Rusia está dispuesta a prologar la agonía de la Casa Blanca durante lo que queda de su mandato, es decir hasta después del 2024. Y justo ahora cuando la campaña electoral en Estado Unidos comienza en junio de 2023. Desde ya los resultados para los Demócratas están a la vista, la caída será estrepitosa.
En la Casa Blanca no calculan cuándo el agua está a punto de rebasar sus cuellos. A inicios del 2022 los precios del crudo se cuadruplicaron por la guerra que propiciaron en Ucrania contra Rusia, esto obligó al total liderazgo en la OPEP y OPEP PLUS quienes saben que en el fondo es se seguir la guerra contra los veinte tres países que conforman ambas organizaciones.
Tras el conflicto en Ucrania la respuesta fue mantener una agenda de recortes sobre el mercado energético. Esta es constante y equilibrada permitiendo decidir lo que años atrás apenas era un sueño: ahora negociar la paz en muchas regiones trascendidas en un conflicto estéril y complicado a través del control del petróleo puede estar llegando a su fin.
Pero las consecuencias se pagarán en Norteamérica. Los conflictos mantenidos a través de terceros en los casos de Arabia Saudita, Irán y Yemen han llegado a un final feliz y tras la suscripción de sendos acuerdos diplomáticos y políticos de no injerencia han resuelto unirse para controlar desde los BRICS la mayor tajada de la economía global.
Pero esto igual da inicio a la alianza con la Organización para la cooperación de Shanghái y la Ruta de la Seda, siendo otro aspecto importante lo que fue la espera a la resolución definitiva por parte de este liderazgo en los anacrónicos conflictos impuestos en contra de Siria y los ataques brutales de Israel sobre Palestina.
El apoyo al Estado Islámico, Califato, Al—Nusrra, Al—Qaeda y demás organizaciones terroristas tienen sus días contados. No hay otra salida pues su justificación no permitiría observar lo que la región está viendo al reforzar su poderío económico.
Este nuevo acuerdo deja unas cuantas consecuencias muy claras a Washington: los precios de los minerales baratos se acabaron. O en Estados Unidos se tranquilizan o serán sometidos por el alza de importantes materias primas. Veamos otras consecuencias:
En la primera de ellas queda muy clara la construcción del mayor muro de contención hacia la baja de los precios de los hidrocarburos (petróleo y gas), y de los minerales que gravitan a su alrededor los cuales van atados a estos precios, (carbón mineral) esto no beneficiará a Norteamérica.
La segunda consecuencia se encamina tras la unidad y fortalecimiento de la OPEP y OPEP PLUS en lo geofinanciero, geopolítico, geoestratégico, igual que en su seguridad y defensa energética la cual impulsa otra región y las naciones que se alimentan de esta valiosa organización como Venezuela se le presentan nuevas y excelentes oportunidades en todos sus escenarios respecto a las decisiones que están tomando la atmósfera económica mundial.
La tercera secuela y más grave es que tras este fallo se acelera la crisis económica dentro del territorio norteamericano y por ende sus concesiones y dominios en buena parte del mundo se verán fatigadas. Los movimientos y disposiciones tomadas en torno al fortalecimiento del Yuan y de algunas cripto incidirán directamente sobre el dólar. Esto arrastra a sus aliados: Comunidad Económica Europea y OTAN.
El cuarto y último efecto Norteamérica la va a sufrir directamente de los enemigos enconados y buscados por Biden. Cuando los aparatos económicos de otras naciones como el G—7 y otros comiencen a sentirse distorsionadas entonces todos sus enemigos están invitados a pedirle cuentas a EE.UU., incluso los que defendieron a última hora con premura en una Europa que respondió tarde la cual obligada asistió a facilitar la presión en contra de Rusia.
La jugada maestra de los OPEP y OPEP PLUS ha sido aprovechar la tardanza de sus enemigos. Ahora se volteó el escenario. Los que hacían el juego en Europa a Ucrania han alargado a sus enemigos y estos ahora adversarios desde el petróleo van a responder.
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