Para educar y reflexionar

Escuela viene de la palabra latina:

scholen, que significa “lugar de diversión”(…)

Alfred A. Tomatis.


Estimado lector debo ser muy sincero en esta ocasión ya que siento una gran inquietud de cómo algunos de mis colegas realizan la dinámica escolar con sus estudiantes en el aula, y que ese salón de clases en ciertas ocasiones se convierte en un sitio desagradable cuando su realidad en la práctica educativa debería ser un encuentro diario atrayente para motivar la imaginación, la creatividad, la innovación, la oralidad, el juego, la diversión entre otras situaciones académicas destinadas a flexibilizar y dinamizar el proceso educativo de los alumnos/as y los docentes como mediador del conocimiento.

Hoy quiero dejar algunas líneas escritas por mí, pero también unas lecturas que obtuve de ciertas revistas destinadas a los docentes, padres, madres, representantes y responsables para construir un espacio más satisfactorio y de mayor respuesta hacia las herramientas que socialicen los contenidos con el contexto; también una o muchas reflexiones en lo interno de cada quien de sus actuaciones en la escuela y en el hogar, dos entornos importantes en el proceso de aprendizaje de los estudiantes y que son de ingente repercusión para el desarrollo y crecimiento de los niños, niñas y adolescentes. Donde los adultos involucrados, tanto en los centros educativos como en el hogar ejecuten esfuerzos constantes en acciones destinadas al cambio de actitud de los estudiantes y la forma de orientar con las palabras y los ejemplos a los escolares; y así reforzar los aprendizajes con los educadores y los escolares ya que la tarea es mutua de nunca acabar.

Por último quiero dejarles este texto titulado Los niños aprenden lo que viven; autora Dorothy Law Nolte:

Si los niños son educados entre reproches, aprenden a condenar.

Si son educados con hostilidad, aprenden a ser agresivos.

Si viven con miedo, aprenden a ser aprensivos.

Si son tratados con lastima, aprende a autocompadecerse.

Si son puestos en ridículo, aprende a ser tímidos.

Si viven en competencia, no aprenden a compartir.

Si son regañados por sus errores, aprenden a sentirse culpables.

Si viven carentes de estímulos, aprenden a no confiar en si mismos.

Si no conocen el reconocimiento, no aprenden a valorar a los demás.

Si son educados sin aprobación, aprenden a buscar relaciones tóxicas.

Si viven entre mentiras, no aprenden el valor de la verdad.

Si son tratados sin amabilidad, nunca aprenden a respetar a los otros.

Si los niños crecen en un entorno de inseguridad, aprenden a temerle al futuro.

Y si viven sus años más temprano rodeados de amor sincero, aprenden que el mundo es un maravilloso lugar donde vivir.


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Erno Velasquez


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