Para defender a la Universidad primero hay que conocerla

Para defender a la Universidad primero hay que conocerla

Parece mentira pero los universitarios en su infinita mayoría desconocen cuáles son los orígenes de la universidad. Cuando digo universitarios me estoy refiriendo a los diferentes sectores a saber: estudiantes, obreros, empleados y docentes. Esta es una falencia lamentable; como quiera que no se trata de describir el fenómeno sino de comprenderlo, interpretarlo y luego transformarlo he querido pertinente aportar un pequeño grano de arena para contribuir en la dirección de ir conociendo qué es la universidad. En esta primera entrega abordaré los orígenes de la universidad, referida a Occidente que es el campo que nos compete. En esta primera entrega haré referencia a lo que comúnmente sea venido denominado la Edad Media Europea. Posteriormente iré incorporando otras informaciones sobre la evolución de la universidad en la Edad Moderna y finalmente incluiré la Etapa Contemporánea. No aspira esto ser una profunda disertación; aspira en todo caso despertar el interés para aquellos universitarios que desconocen esta información.

Para quienes quieran profundizar sobre el tema he diseñado tres diplomados, cada uno de ellos aborda un período histórico concreto, de los cuales ya el primero se ha desarrollado en dos cohortes, el segundo en su primera cohorte y el tercero está en espera de su aprobación por parte de las instancias burocráticas de la UNELLEZ, que como es su costumbre son más lentas que un morrocoy con reumatismo. De manera que para quienes quisiesen profundizar sobre la temática los llamo a estar pendientes para cuando se llame a inscripción del primer diplomado en su tercera cohorte. Bien vayamos al tema.

En principio pregunto ¿Qué elementos hacen posible el surgimiento de las primeras universidades?, ¿Cómo se organizaron?, ¿Conservaron las mismas estructuras?, ¿A qué problemas se enfrentaron a lo interno y a lo externo? Aspiro, en este abreboca sobre este tema, explorar algunas respuestas que a su vez generen otras tantas interrogantes y así sucesivamente para generar conocimiento que se pueda transformar finalmente, como una guía, para lo que Antonio Gramsci denomina una filosofía de la praxis que coadyuve a ir conformando un bloque de poder contrahegemónico para el modelo de universidad pública venezolana de cara a este siglo XXI.

Antecedentes de la universidad

Es de sobra conocido que la universidad como entidad que otorga títulos es una invención del mundo occidental; sus orígenes se remontan a la Europa medieval que intenta reponerse de las invasiones "bárbaras". Entre los siglos XII y XIII surgen las primeras universidades propiamente dichas. Al referir: "propiamente dichas" significamos que con anterioridad tanto en el mundo occidental como allende de éste existieron otras instituciones que cultivaron el conocimiento de manera orgánica. Tanto en el Oriente como en Occidente se encuentran antecedentes de las universidades.

Como lo refiere Tünnermann (2001) en un texto denominado Universidad y sociedad: Balance histórico y perspectivas desde América, existe una amplia gama de instituciones educativas en la antigüedad tanto en Oriente como en Occidente que son antecedentes de las universidades medievales. Destaca por ejemplo en la cultura asiática las "Escuelas Brahmánicas", los estudios en la China del confucianismo, budismo y el taoísmo; otro antecedente importante de señalar es la escuela de Alejandría fundada por Ptolomeo; también son dignas de mencionar en la cultura greco-latina las escuelas de filosofía atenienses.

Las primeras universidades nacen en Europa en la Baja Edad Media. Existe un consenso general que esto ocurre alrededor de los siglos XII y XIII. De las primeras fundaciones de universidades que se tienen data y que nos interesa enumerar para los propósitos del estudio que estoy desarrollando encontramos las de: Bolonia, París, Oxford y Nápoles. Luego volveré sobre ellas para abordar en sus respectivos modelos.

El papel de las ciudades en el surgimiento de la universidad

La Europa medieval a partir del siglo XII acusa un auge de las ciudades. Las ciudades tal cual se conocían en la Antigüedad Clásica griega y romana ya para el siglo X eran cosas del pasado. En efecto, las últimas invasiones bárbaras había dado al traste con los restos del otrora poderoso Imperio Romano. Carlos Magno logra contener las últimas oleadas de invasiones bárbaras e instaura el denominado Imperio Carolingio. Superada la tormenta que supuso las invasiones bárbaras aparece la ciudad medieval de la cual la Universidad es tributaria.

En las ciudades medievales ya se evidencia un cambio paulatino de las relaciones sociales de producción producto del desarrollo de sus fuerzas productivas que anuncian la aparición de un nuevo modo de producción, el capitalismo y, con ello él el de una nueva clase social, la burguesía. Es la burguesía incipiente como clase emergente la que va a tener claro desde sus orígenes el papel que deben asumir las universidades.

Dos polos del poder temporal en la Edad Media

En ese contexto social se disputan el poder dos grandes polos: el Imperial y el Papal. Es así, como veremos más adelante, que las primeras universidades buscarán en estos dos polos de poder la protección para sus intereses intrínsecos. A tal efecto, señala ( Gustavo Fabal, 1973) en un texto denominado Pensamiento social desde el Medioevo hasta el siglo XIX, lo siguiente: "En el siglo XI se inicia el antagonismo entre el poder de los papas y el de los emperadores, promoviéndose la lucha originalmente por una acción del papado dirigida a vindicar su independencia del poder temporal (p. 22)". Esta es una larga disputa que se acrecienta con los años y en la que al final la Iglesia es destronada de su poder temporal; en adelante el control le corresponde a otra institución el Estado; en las primeras de cambio o transición en forma de Imperio o de reinos y luego como estados nacionales.

El surgimiento de la burguesía

Decía entonces que las universidades son el producto de las ciudades medievales. Esto no dice mucho todavía. Habría que puntualizar que a partir de esta evolución de las ciudades en la Europa del siglo XI y XII se va configurando una nueva clase social que paulatinamente pugna por el poder de la decadente aristocracia terrateniente. De allí que ciudad y burguesía son los depositarios de esta novedosa institución medieval llamada universidad. A los ideales caballerescos y eclesiásticos ahora se suman los burgueses. Ciertamente las ciudades traen como consecuencia la aparición de otros oficios que en la Europa rural eran desconocidos bien sea porque nunca existieron o porque habían desaparecido producto de las invasiones bárbaras.

Con el incipiente desarrollo de la burguesía se fortalecen dos oficios: el de los comerciantes y el de los artesanos. Estos dos gremios para proteger sus intereses conformaron organizaciones jerárquicas que les permitían entre otras cosas garantizar la calidad de los productos que fabricaban.

La universidad se vino a sumar a las asociaciones ya existentes, su producto era el saber. Es así como Romero y otros (2013), en un texto denominado La educación en el otoño de la edad media. El nacimiento de la universidad en el contexto de la sociedad medieval, nos refiere que la universitas surge como un nuevo gremio. Por eso se constituyeron o bien como gremios estudiantiles, gremios docentes o ambos a la vez. Y se copiaron de los otros gremios su estructura jerárquica.

Los Gremios en la Edad Media

Los gremios constituían en la Edad Media una estructura además de jerárquica, cerrada; nadie que no cumplieran con sus preceptos era aceptado. En lo que corresponde al novedoso gremio universitario las cosas no eran distintas. Como lo establece Tünnermann (2001), mientras que por ejemplo en el caso de los artesanos habían una jerarquía que incluía los siguientes categorías: el aprendiz, el oficial y el maestro; por su parte, en el caso de los eruditos existía: el estudiante, el bachiller y el maestro o doctor.

Las universidades no solo copiaron las estructuras jerárquicas de los otros gremios que los antecedieron sino inclusive sus rituales. Los asensos de un nivel a otro debieron estar presididos por rituales al estilo caballeresco llamadas "ceremonias de iniciación"; en dichas ceremonias estaban presentes el paje, el escudero y el caballero.

El ritual universitario de la época medieval imitaba las mismas ceremonias; de allí que, las ceremonias de graduación de las universidades eran unas pomposas ceremonias que incluían un paseo a caballo del nuevo Doctor en un cortejo que presidida el Rector.

Los intelectuales en la Edad Media

Según Le Golf (1996), en el texto Los Intelectuales en la Edad Media haciendo una caracterización de los intelectuales del siglo XII nos dice que el intelectual urbano es ante todo un artesano en cuanto a que es un hombre de oficio como otros tantos en la ciudad. El intelectual ve una relación intrínseca entre ciencia y enseñanza. Por eso se antepone a otras mentalidades que le precedieron que asumían que la ciencia era para atesorarse, para el intelectual del siglo XII no: la ciencia es para divulgarse.

De nuevo Le Golf afirma: "Las escuelas son talleres de los que salen las ideas, como mercancías. En el taller urbano, el profesor trata en un mismo plano al productor, al artesano y al mercader (p. 220)". Pero estos artesanos del espíritu les faltan todavía un elemento organizativo: las corporaciones de maestros y estudiantes que van a ser las universidades en el siglo XIII. Por ello afirma el autor precitado que a partir del siglo XIII aparece un nuevo espacio geográfico, un nuevo espacio cultural que es común a toda la cristiandad occidental a diferencia del espacio geográfico parcelado que existía en la Alta Edad Media.

En tal sentido, los planes de estudio de las universidades fueron la punta de lanza para reclutar a las élites gobernantes. Hasta la aparición de las universidades Occidente sólo había conocido tres maneras de acceder al poder: "el nacimiento, que era el más importante, la riqueza muy secundaria hasta el siglo XII salvo en la antigua Roma, y el sorteo, de alcance limitado entre los ciudadanos de las aldeas griegas de la antigüedad" Le Gofl, (op. cit.: 11). De manera que a partir del siglo XIII pueden distinguirse tres tipos de poderes: el clerical, el monárquico y el universitario.

Existe a partir del siglo XII en Europa en el plano del poder una función religiosa, otra política guerrea y una última de reciente aparición con las universidades una función de la ciencia. Esa función del intelectual universitario de participar en el ejercicio del poder tanto eclesiástico como laico, para ejercer una influencia política, refleja en el fondo su intencionalidad de diferenciarse del trabajador manual como los otros artesanos renegando con esto de sus orígenes en el taller urbano.

Algunos rasgos de los universitarios

A continuación haré referencias a algunos elementos constitutivos que caracterizaron a los docentes universitarios para la época cuando las universidades insurgen como una novedosa institución en Europa. Vamos a poder observar que a pesar de ser una institución novedosa sus miembros no se escaparan del contexto social del cual emergen y por ello conservarán por un buen tiempo características propias de la baja Edad Media en sus comportamientos.

Los docente son el producto de una mayor demanda de conocimiento que se fue acrecentando en la medida que las ciudades se fueron extendiendo y los estudiantes se fueron incorporando a ellas en busca de conocimientos. Necesitaban de un espacio específico para formarse.

En ese marco los docentes universitarios, debían cumplir una serie de requisitos entre los que destaca las reverencias debida a las autoridades que hacían posible su ejercicio profesional; debían tener dominio del método dialéctico y ser portadores de la universalidad del saber.

Destacan también otros elementos en cuanto a las características de los docentes universitarios como el guardar el celibato y la castidad, debían ser eclesiástico lo que no significaba necesariamente que fuesen sacerdotes; debían usar hábito y cambiarse de nombre esto obedecía a una especie de ritual que representaba un renacimiento que permitía borrar todos los pecados anteriores; no podían contraer matrimonio.

Para Romero y otros (2013), la caracterización de lo que era un estudiante en el contexto de la educación medieval sería la siguiente:

1) A los catorce años inicia estudios en una facultad de Artes, pues era un requisito obligatorio para poder integrarse a los otros estudios. 2) Luego debía superar seis cursos anuales y demostrar la sapiencia ante los jurados, en el segundo curso debían defender el "determinatio", entonces se concluía el bachillerato. 3) El bachiller iniciaba actividades docentes, bajo la vigilancia del maestro regente o titular de la cátedra. 4) Al terminar el sexto curso, recibía el grado de magíster/doctor en artes, con la consiguiente licencia docendi (permiso para impartir clases). 5) Los maestros de teología, tuvieron mayor relevancia, al recibir el título de maestro debía también recibir cátedra, libro, anillo de oro, toga y birrete. Era imposible obtener el título de maestro en teología, antes de tener los treinta y cinco años. Romero y Pupiales (p. 237).

Los Modelos Universitarios una Aproximación Teórica

Veamos cómo Reig (2015), en su texto denominado Modelos historiográficos de las primeras universidades, va a definir qué se entiende por modelo universitario: "los modelos son herramientas para ordenar, entender y definir la variada y compleja vida de las universidades y para poder compararlas" (p. 9). De manera que los modelos universitarios nos permiten estudiar a fondo la estructura de funcionamiento de las universidades, comprender las disputas de poder tanto a lo interno: entre docentes y estudiantes, entre docentes y docentes; entre docentes y autoridades y estudiantes y autoridades; a lo externo: entre universitarios y la Comuna, entre universitarios y la iglesia, entre los universitarios y el imperio, entre los universitarios y los reinos; en fin, entre la universidad y la sociedad.

Más adelante, el mismo autor, señala la importancia de la utilización de la categoría modelo universitario para comprender el desarrollo de las disputas de poder dejando claro que:

Al establecer su modelo de distribución del poder se entiende mejor su funcionamiento —junto a su mayor o menor dimensión y riqueza—, la atracción que ejercen sobre profesores y escolares…

Aunque su nivel científico dependa de su libertad —o de la censura— o de las vías de acceso a las cátedras… Pero los modelos pueden iluminar su estructura y desarrollo, aunque solo sean una herramienta del historiador para ordenar la variada y compleja vida de las universidades (p. 19).

Voy a presentarles ahora los modelo originarios de la Edad Media de Occidente, que como queda expresado son por decirlo de alguna manera nuestros antecedentes más remotos.

La Universidad de Bolonia

Una pléyade de autores refieren acerca de los orígenes de las primeras universidades y en concreto a la de Bolonia, coinciden que desde el siglo XII data los orígenes de esta universidad; ahora bien, en cuanto al año específico aquí las opiniones difieren. Unos autores señalan el año 1158, 1119, y otros el año 1088 como un año preciso.

Pero la atribución de este último año de fundación se produce ocho siglos después durante el proceso de unificación de Italia como una manera de fortalecer el espíritu de identidad nacional dentro de la estructuración como un Estado moderno.

Tünnermann (2001), señala la existencia de tres universidades "madres" que en los siglos posteriores servirían de modelos para dar origen a diversas universidades en Europa: Bolonia, París y Oxford. Luego en el siglo XIII se fundarían Palencia (1208), Cambrige (1209), Salamanca (1220), Nápoles (1224), en el siglo XIV Heidelberg (1385), en el siglo XVI Alcalá (1508). De este privilegiado grupo van a surgir dos arquetipos de universidades que van a dar origen a dos tradiciones distinta de modelos de universidades el de Bolonia (universitas scholarium) y el de París (universitas magistrorum).

Bolonia desataca por sus estudios en Humanidades y Derecho. No enseñó teología, debido a que esta era competencia de las escuelas monásticas; hacia finales del siglo XII introdujo los estudios en Medicina. En tal sentido Reig (2015), manifiesta: "La difusión y el esplendor del Derecho floreció en Bolonia; mientras que París fue suprimida la facultad de leyes en 1219, centrada en las artes y la teología, la ciencia divina que casi monopolizó en los primeros siglos (p. 4)". Debido al prestigio que logró alcanzar, sus maestros obtenían licencia para impartir sus conocimientos en otros lugares; esto es importante señalar porque para la época, recordemos el tema del papel de los gremios, este requisito era indispensable para ejercer el oficio de maestro.

Ya en las postrimerías del siglo XII Bolonia tiene consolidada una gran corporación de maestros y estudiantes en donde los últimos van a detentar un poderoso poder. De esta manera Carrasco (2015), en un artículo científico denominado La Europa de las Universidades: una visión desde la Edad Media, presenta como prueba de lo antes dicho el hecho que a los maestros las autoridades locales les prohibían ejercer su apostolado en otras instituciones y los alumnos eran quienes imponían los salarios que debían percibir, esto a través de lo que se conoce como la colecta que no era otra cosa que el dinero que recogían los estudiantes acaudalados, los estudiantes que no poseían riquezas no contribuían; a partir de este mecanismo se le cancelaba a los maestros inicialmente. Entre otros elementos a destacar es que los estatutos universitarios establecían cuántas lecciones debían dar los docentes por curso y sí no lo hacían se establecían multas. Se señala respecto a este tema del celo con que se hacía el seguimiento para verificar si los docentes llegaban temprano a sus clase y si las culminaban en el horario establecido; se estableció una policía al respecto. Esto produjo que un siglo después que los estudiantes, los docentes se agremiaran, en 1291 los docentes lograran asociarse como gremio y defenderse de los abusos y limitaciones que se les imponían.

La universidad de París

En el caso de la universidad de París Reig (2015), destaca que junto a la de Bolonia representan los dos modelos espontáneos de donde surgen las otra universidades europeas; cada una de ellas contuvo desde sus inicios un modelo distinto y, como ya se indicó a partir de allí surgieron otras universidades. Estamos refiriendo que tanto en el caso de Bolonia como en el de París fueron modelos independientes uno del otro.

Tanto los escolares como los maestros se agruparon en gremios o corporaciones en las dos universidades, Bolonia y París; sin embargo, en cada caso siguieron rumbos distintos. En lo que corresponde a la universidad de París los primeros en agruparse como lo refiere Moncada (2008), en un artículo científico denominado La Universidad: un Acercamiento Histórico-filosófico. Ideas y Valores, fueron los maestros al cual después se unieron los estudiantes para defenderse de los atropellos de los poderes constituidos.

En cuanto a su estructura organizativa continuando con lo que señala (Reig op. cit.), ya para el año 1212 esta prestigiosa universidad contaba con unos estatutos que regían su funcionamiento. Estos estatutos fueron redactados por un enviado papal llamado Robert de Courson. Existían un Rector, un canciller llamado también escolástico, los maestros, los estudiantes; dentro de los estatutos contemplaban también las tasas o los precios de los alojamientos de los estudiantes; existía un sello de la universidad que era el que le confería la autoridad para otorgar títulos.

Veamos cómo Fabal (1973), aporta otros elementos del funcionamiento de la universidad de París: "…se componía originalmente de cuatro facultades: medicina, derecho, teología y artes. El ingreso a las facultades requería el título de maestro en artes (p. 27)". La escolástica como corriente filosófica por antonomasia del Medioevo se desarrolló de forma profusa en esta universidad de París.

La universidad de Oxford

En Inglaterra por diversas razones que tienen que ver con su desarrollo histórico se comienza a desplegar una actitud crítica donde se vislumbra la verdad teologal de la verdad filosófica. Se transita de una filosofía al servicio de la fe, cuyo objetivo fundamental consiste en probar la verdad que ha sido revelada a través de las sagradas escrituras, hacia una filosofía independiente que elabora sus propios conceptos. Se asoma ya los derroteros que se perfilarán de una manera más nítida en los siglos posteriores XV y XVI con la aparición del Renacimiento. La universidad de Oxford vino a ser el centro que vertebró intelectualmente estas impaciencias en el ámbito filosófico y científico. En ella se formaron Roger Bacon, Juan Duns Scoto y Guillermo de Occam, los intérpretes más eminentes de este impulso de renovación.

Existían una serie de abusos que se cometían contra los universitarios bien sea por parte de las posadas o de las autoridades. El latín es el idioma en el cual se impartía la enseñanza en las universidades medievales esto permitía que estudiantes de toda Europa acudieran a ellas. Por esta razón los estudiantes eran considerados extranjeros y por ello eran vulnerables ante las leyes de las ciudades. De manera que, por ejemplo, cuando en alguna ciudad sede de una universidad se abusa de los alquileres en las posadas, tanto maestros como estudiantes amenazaban con mudarse a otra ciudad sede de otra universidad. Es en este contexto, de un éxodo de estudiantes y maestros ingleses de la universidad de París que surge la universidad de Oxford cuya fecha de fundación data del año 1167.

La universidad de Nápoles

Se hace necesario referirnos a algunos elementos que sirven de antecedentes para comprender la idea la universidad de Nápoles como un contramodelo. De allí que Carañana (2012), en su texto La misión de la universidad en la edad media: servir a los altos estamentos y contribuir al desarrollo de las ciudades, establece que los emperadores comprendieron la importancia que podían jugar las universidades para

sus propósitos, por ello deciden crear nuevas instituciones para ponerlas bajo su autoridad. El beneficio que obtendrían con la fundación de estas, tributaban en varias direcciones: les darían a sus territorios mayor estabilidad social, les garantizarían una mejor salud económica, sus territorios a la vez elevarían su prestigio y por último, el emperador garantizaba tener a su disposición un conjunto de expertos que los asesoraran.

En el caso de la universidad de Nápoles fue Federico I Barbarroja quien comenzó a diseñar el concepto de imperio a semejanza del de Carlos Magno. Esto significaba entre otras cosas una lucha frontal contra el papado en el orden de las leyes. Federico I como emperador reclamaba para sí sus territorios como herederos del imperio romano. De allí que se fortaleció el Derecho Romano o también llamado Derecho Civil contra el ejercido por el papado llamado Derecho Canónico. Ese sustento jurídico del imperio en el Derecho Romano fue lo que le permitió de Federico I reclamar para su imperio el nombre de Sacrum. No era poca cosa lo que esto significó; reclamaba el emperador para su imperio con esta palabra su origen divino como poder.

Esta universidad es una institución más jerárquica que las anteriores a las que hemos hecho mención. Aquí pudiéramos decir que esta universidad fue fundada por lo que se conoce hoy como un jefe de estado, Federico II de Hohenstaufen quien ostentaba un amplísimo territorio y poder que lo colocaba como rey de Sicilia, Chipre y Jerusalén además de ser el emperador del Sacro Imperio Romano. Federico II mantuvo un férreo control sobre la universidad. Veamos lo que Le Golf (1996) dice al respecto del carácter de esta universidad lo siguiente: "…fundada por Federico II como una maquina (sic) de guerra contra el papado, sólo tuvo momentos brillantes durante el reinado de ese monarca" (pp. 452, 453).

Consideraciones conclusivas

Con vergüenza como universitario debo admitir que la universidad venezolana sigue de espalda al país. El rol de la universidad no se logra definir claramente. Las disputas del poder se quedan en el mero patio de la riñas simples por parcelas y no es ni siquiera una disputa epistemológica, u ontológica o ética del papel de la universidad que logre orientar el camino definitivo para la emancipación del país. Esas simplezas es lo que lleva a decir a un autor como Giacarra (como se citó en Santos, 2007) lo siguiente:

Y, precisamente, esa vaguedad en definir qué entendemos por política de emancipación, sus aspectos constitutivos, sus códigos, sus sentidos identificatorios, tiene que ver en buena parte con una falta de lenguaje común en el que se construye la política cuando es tal, cuando tiene la potencia de modificar disruptivamente la gramática del poder (p. 5).

De lo que se trata entonces es que los universitarios perfilemos una nueva gramática del poder que llene de contenidos referenciales a esos grandes vacíos de los que sigue adoleciendo nuestra universidad. Es en esas orientaciones que esta aproximación que hice, sobre los modelos originarios de la universidad se circunscribe. No se trata de otorgar una guía de acción, en todo caso sí ir desbrozando la paja del grano para en consecuencia coadyuvar desde la universidad a la emancipación definitiva de las sociedad venezolana. Acompaño lo señalado por Rojas, (2005) en su texto Antimanual del mal historiador:

Es pertinente, en consecuencia, en esta construcción de una historia crítica, acotar las particularidades de la historia tradicional y de la historia crítica moderna, y señalar que no solo hay una radical diferencia en cuanto a la percepción, comprensión, y explicación de los procesos sociales, sino a la vez una diferencia rotunda en cuanto a cómo asumir y concebir las relaciones de poder y de vida: porque si la historia tradicional es aburrida y llena de fechas, personajes, protocolos palaciegos, siendo además legitimadora y con servadora, la historia crítica es en cambio una historia abierta a la vida, a las creaciones y a las resistencias populares, lo mismo que a todos los procesos que le dan centralidad a las expresiones humanas más esenciales (p. 11).

Las universidades en consecuencia surgen como un gremio cuya materia fundamental es la producir y compartir el conocimiento académico; surge entonces, un oficio de nuevo cuño, el de enseñar. Ese nuevo oficio necesitó el reconocimiento de quien lo otorga; así surgen las licencias de docencia (licencia docendi) que son acreditadas por los poderes temporales de la época. Quienes recibían los saberes también recibían su reconocimiento; reconocimientos que eran apetecibles pues les permitían a quienes los adquiriera la posibilidad de ascenso social. A partir del surgimiento de estos reconocimientos académicos podemos rastrear los orígenes de la burocracia profesional que será una característica distintiva durante la Edad Moderna.

Se pudo evidenciar en las ideas expuestas que hubo diversos modelos universitario

en este período de tiempo, la Europa medieval; no obstante, hubo unos modelos que se fueron conformando espontáneamente, otros que fueron híbridos de los ya existentes y otros que se decretaron por parte de una autoridad. Esto da cuenta de la diferenciación de los modelos en un mismo tiempo histórico en Europa. Por eso es importante, quiero seguir insistiendo en esta idea, que el investigador social cuente con una guía que le permita comprender cómo se estructura el poder, tanto en lo interno como en lo externo dentro de la universidad, porque de esta manera tendrá u camino más expedito para su visión.

Como corolario de estas ideas que han sido explicitadas en el transcurso de la presente exposición, perentorio es destacar que todas las universidades medievales giraron en torno a la relación del hombre con dios. Las disputas académicas independientemente de sus matices no trascendieron ese horizonte. En la medida que el papado, el imperio los reinos, las comunas se interesaban por colocar de su parte a las universidades para legitimar sus intereses ninguno de estos poderes puso en duda la autoridad de dios sobre el conocimiento. Lo que hubo en todo caso fue matices sobre la relación de razón y fe, en otras palabras entre ciencia y dios. A partir de la aparición de las universidades surge un nuevo poder hegemónico, el del conocimiento.

REFERENCIAS

Carañana, J. P. (2012). La misión de la universidad en la edad media: servir a los altos estamentos y contribuir al desarrollo de las ciudades. Nómadas. Critical Journal of Social and Juridical Sciences, 34(2).

Carrasco, J. C. (2015). La Europa de las Universidades: una visión desde la Edad Media. Revista del Centro de Estudios Históricos de Granada y su Reino, (27), 167-178.

Fabal, Gustavo (1973). Pensamiento social desde el Medioevo hasta el siglo XIX. Madrid. Editorial Ayuso.

Le Goff, J. (2017). Los intelectuales en la Edad Media. Editorial Gedisa.

Moncada, J. S. (2008). La Universidad: un acercamiento histórico-filosófico. Ideas y Valores, 57(137), 131-147.

Reig, M. P. (2015). Modelos historiográficos de las primeras universidades. Universidades, (65), 9.

Romero Medina, R., & Pupiales Rueda, B. E. (2013). La educación en el otoño de la edad media. El nacimiento de la universidad en el contexto de la sociedad medieval. Tendencias: Revista de la Facultad de Ciencias Económicas y Administrativas, 14(2).

Rojas, C. A. A. (2007). Antimanual del mal historiador. Editorial Contrahistorias.

Tünnermann, C. (2001). Universidad y sociedad: balance historico y perspectiva desde America Latina. Managua, Nicaragua: Hispamer. Recuperado de https://www. enriquebolanos. org/media/archivo/2991-1. pdf.



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Isidro Camacho

Isidro Osvalinoc Camacho Manzano Docente Universitario, Profesor a dedicación exclusiva UNELLEZ-VPDS Barinas.

 osvalinoc@gmail.com

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