¿A un siglo de la industria petrolera se nos agotó la creatividad para repensar las políticas sobre los hidrocarburos?. A un siglo de la industria petrolera, han pasado muchas vicisitudes los trabajadores en los campos petrolíferos en su lucha por mejores condiciones de vida, los campos han visto transformarse paulatinamente sin dejar atrás aún la pobreza social y la mala planificación urbana relacionada con su desarrollo, aún son testigos petroleros; la industria petrolera presencia la carencia de “conciencia petrolera” en sus instalaciones, desde el punto de vista ecoambiental, hay necesidad de más conciencia petrolera ambiental, todavía necesitamos que la sociedad se empape del petróleo, de su identidad y valores. El Lago de Maracaibo, el mismísimo Lago de la Costa Oriental del Lago es prueba testimonial que a un siglo de explotación, no se ha saldado la deuda ecológica petrolera, pese a los caudales de ingresos que llegan al país.
A un siglo de explotación petrolera, la siembra industrial del petróleo espera, su diversificación y manufactura, el petróleo aguarda su transformación en Tierra venezolana, esa materia negra y viscosa, tiene como anhelo ser moldeada y modificada, la utilidad que los trabajadores desean para bien de su tierra, si solo si, se rescata de una vez por toda, no solo la libertad de disponer del petróleo, la independencia, sino que también se plantee, la soberanía del mismo, equivale a decir, el empoderamiento de la voluntad popular, de la sociedad petrolera de ese líquido para procesarlo, no ya mediante la extracción, que fue una etapa de la política petrolera incial, tenemos que ir más allá, de la política de la extracción a la política de la industrialización y la manufactura, alcanzar mayor valor agregado, del petróleo, mayor valor del mismo, no solo en la participación fiscal, sino renta verdadera, plusvalía petrolera, valor agregado petrolero, valor industrial, producto del esfuerzo laboral, pero eso sí, reivindicando al trabajador, a los campos petroleros y a toda la sociedad las bondades de disponer de esta materia prima tan codiciada hoy en día para hacer del petróleo en definitiva la honrosa tarea de dignificar la Tierra de Gracias a través del trabajo laborioso de sus hijos (as).
La política petrolera del gobierno de Chávez hizo posible mediante la integración de la OPEP, lograr el precio justo de la materia prima petrolera, y en función de ello, lograr el control de la industria, así como sostener distintos Programas Sociales que se crea en la revolución bolivariana, y que las diversas Misiones honrosamente está cubriendo la deuda social petrolera del país; de manera que se ha sostenido una política de inversiones sociales en el desarrollo nacional, como lo prueban además, los fideicomisos de las inversiones públicas, asimismo, las inversiones en desarrollo habitacionales e infraestructuras, la autopista de Oriente, la vialidad agrícola, la línea Conviasa, el sistema de riego en el Diluvio, las plantas hidroeléctricas y termoeléctricas, el equipamiento militar, los satélites Simón Bolívar, Miranda, etc.
¿Que si está agotada la política petrolera en un siglo? Nada más lejos de la realidad, basta ver la inversión para el desarrollo, para nada, ahora “el petróleo es nuestro”, las políticas y su diseño se hacen conjuntamente con el Estado venezolano, ajena a las injerencias foráneas, quiere decir que las políticas públicas petroleras son una realidad, se rescatan en el Plan de la Patria, 2013-2019, el papel que juega el Estado como soberano, para profundizar la democracia, sobre todo, en el impulso de las fuerzas productivas nacionales, en la siembra industrial de plantas ensambladoras, de automóviles, electrodomésticos, de comunicaciones entre otros. El estímulo que brinda el petróleo para el desarrollo industril no se ha agotado, asimismo promete que al igual que la integración petrolera caribeña, viene redefiniendo el nuevo esquema de desarrollo del país y de la región, gracias a las capacidades petroleras de Venezuela, el país potencia su desarrollo social, potencia las políticas petroleras mediante inversiones sociales a cargo de la gerencia social para el desarrollo, de PDVSA, apalanca financieramente las Misiones.
El petróleo es soberano, podemos hacer con él, lo que debemos hacer, industrializarlo, el soberano tiene derecho a disfrutar de su petróleo, y las Misiones son un instrumento de beneficio del soberano, en brindar la mayor suma de felicidad, estabilidad y seguridad parafraseando a Bolívar, por eso se viene financiando el desarrollo social, en salud, educación, viviendas, así como también en estimular el desarrollo de las fuerzas productivas, mediante cooperativas y Núcleos de Desarrollo Endógenos, pero debemos hacer mucho más, en la transformación industrial, en la industria química del plástico.
Es inagotable socialmente, el potenciamiento industrial que espera la sociedad venezolana del petróleo, la disponibilidad del mismo es una ventaja, contribuye a erradicar la herencia de pobreza y miseria del capitalismo, impulsar los objetivos de la revolución bolivariana, “la felicidad suprema de sus accionistas, el pueblo venezolano”, quien viene conquistando éxitos sociales y bienestar para su vida, el buen vivir. Pero el petróleo no se queda aquí, en la tierra de su luchadores, los trabajadores petroleros, trasciende las fronteras, ocupa nuevos escenarios mediante Petro-caribe, procurando llevar esperanza a los pueblos caribeños, pueblos explotados por las mismas trasnacionales del petróleo, para blindar el desarrollo de Venezuela, el apoyo a sus políticas, que gracias a Chávez, se hizo posible, el petróleo como instrumento de integración, cooperación entre los pueblos, solidaridad que se expresa en las negociaciones petroleras, una política inagotable con los pueblos caribeños, explorando nuevos rumbos de acercamiento humanitario, sin mercantilizar el petróleo como instrumento de redependencia del desarrollo, esta vez el petróleo como instrumento de liberación, brindando la posibilidad de ver, que otro mundo energético es posible, otra alternativa energética donde la política petrolera se hace democrática, nacional e internacional, popular y revolucionaria gracias a la revolución bolivariana que vino a reivindicar un siglo de lucha petrolera para devolver el petróleo a sus verdaderos dueños, y no solo eso, a contribuir el petróleo a la paz y el desarrollo en el Caribe, lo contrario a al ALCA.