Después de 100 años sembrando el petróleo es indispensable sembrar árboles de olivos

En 1914 comienza en Venezuela la explotación definitiva del petróleo como recurso energético y aportador de renta progresiva para la economía del país y sus finanzas públicas. En 1924 las exportaciones no petroleras alcanzaron un total de 148,5 millones de bolívares y los obtenidos por petróleo, asfalto y derivados totalizaron 213,4 millones de bolívares. Al año siguiente, en 1925, las exportaciones de petróleo y derivados alcanzaron la cifra de 329,9 millones de bolívares, mientras que las no petroleras produjeron 192,5 millones de bolívares. A partir de estos años y hasta la actualidad, los ingresos de la renta petrolera se constituyeron en el principal ingreso de la economía venezolana. Desde allí nos constituimos en un país minero, petrolero o rentista.

Ante esta nueva realidad de la economía venezolana, que permitía pasar de un país con unos ingresos muy modestos por exportaciones de productos derivados de la agricultura y la ganadería, para convertirse en un país aportador de un recurso energético con una creciente demanda en los países industrializados y en diversas regiones del mundo, surge entre algunos venezolanos con formación profesional, perspectiva internacional y responsabilidades importantes en la administración pública, la inquietud y preocupación por utilizar esos crecientes y fáciles ingresos para impulsar inversiones productivas y perdurables en el país. Es así cuando se hace pública la preocupación de un venezolano, hijo de inmigrantes italianos establecidos en la población andina de Zea, quien había estudiado y trabajado en Ginebra, luego trabaja en la Sociedad de Naciones en Washington, para finalmente establecerse en su país de origen, ocupando los cargos de Ministro de Agricultura y Cría y luego Ministro de Hacienda del gobierno del General Eleazar López Contreras en 1936. Es en este contexto que el Ministro Alberto Adriani escribe y conceptualiza la famosa frase de “sembrar el petróleo”. Esta expresión prospectiva fue luego popularizada por el novelista y analista político Arturo Uslar Pietri hasta el extremo que muchas personas han llegado a considerar a éste último como el autor de esta frase y la reflexión sustentable que la fundamentó.

En 2015, transcurridos 100 años del inicio de la explotación petrolera y la conversión inevitable de Venezuela en un país minero, petrolero y en consecuencia rentista, podemos afirmar que efectivamente el petróleo ha sido sembrado en la mayor parte del territorio nacional. La conversión de un país rural en urbano a partir de las décadas de 1920 y 1930, proceso que se acentúa en las décadas posteriores, la construcción de las redes de carreteras, autopistas, puentes, puertos, aeropuertos, metros y los proyectos ferroviarios actualmente en construcción así lo evidencián. La creación de instituciones educativas en todos los niveles, las redes hospitalarias y de salud en general, el crecimiento demográfico, la erradicación y control de enfermedades epidémicas y particularmente endémicas, también son producto de la siembra del petróleo a la cual convocaba Alberto Adriani en esos primeros años de la década de 1930.

Sería interesante comparar la Venezuela del año 1936 con la realidad actual, en las distintas áreas de la actividad humana para comprobar fehacientemente la intensa y extensa siembra del petróleo. Por supuesto que esa siembra no siempre ha sido inclusiva en los social, en lo étnico y en lo regional. Entre 1914 y 1976 la explotación petrolera estuvo bajo el control de empresas norteamericanas, inglesas y holandesas. Luego con los procesos de nacionalización de la explotación petrolera a mediados de la década de 1970, el estado venezolano logró obtener mayores beneficios derivados de la renta petrolera.

Sin embargo, entre 1970 y 1998 se adelantan en Venezuela los procesos de transferencia masiva de capitales nacionales hacia EEUU y Europa. En primer lugar por la vía del pago de deuda externa pública y privada que el estado venezolano asumió. Posteriormente se comienza con la aplicación de los perversos programas de ajustes macroeconómicos neoliberales, liderizados por instituciones internacionales controladas por EEUU y algunos países europeos como es el caso del Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial. Nos referimos a los programas privatizadores, reductores del gasto público y social, la disminución del poder y papel del Estado y la transferencia masiva de capitales y bienes para las grandes empresas transnacionales de los EEUU y Europa. Acompañados de intensas acciones represivas gubernamentales, orientadas a someter a quienes protestaban defendiendo sus derechos económicos, sociales y políticos. La represión de las décadas de 1970, 1980 y 1990 que dejaron muchos muertos, heridos, presos, perseguidos y desaparecidos así lo confirman.

En la Venezuela de 2015 es muy difícil ubicar un espacio, una actividad, una expresión económica y cultural donde no se evidencie la siembra del petróleo. Durante los últimos 16 años se ha desarrollado en el país una intensa, amplia e incluyente siembra del petróleo, fortalecida por medio de una nueva arquitectura constitucional, legislativa e institucional que permitió al Estado venezolano disponer de una mayor cantidad de recursos derivados de los ingresos petroleros. Resulta relativamente fácil, con una adecuada, asertiva y pedagógica política comunicacional pública, demostrar la inmensa variedad de beneficios que la mayoría de habitantes de este país hemos obtenido en estos últimos 16 años, porque las evidencias son contundentes. Una de las áreas donde la aspiración del compatriota Alberto Adriani se ha cumplido con mayor profundidad, es en la siembra profunda de una conciencia petrolera en la totalidad de los habitantes de Venezuela. Quienes habitamos acá, desde las más diversas expresiones sociales, étnicas y culturales en general, hemos construido una mentalidad fundamentada en los valores derivados de un país que tiene 100 años viviendo fundamentalmente de la Renta Petrolera.

Desde las grandes empresas transnacionales establecidas en el país, pasando por las grandes, medianas y pequeñas empresas nacionales, representadas por sus propietarios y ejecutivos-gerentes se orientan a tratar de captar y apropiarse al menor costo e inversión posible, de porciones importantes de ese gran caudal de recursos provenientes de la actividad minera-petrolera. Ese esquema de comportamiento se replica con sus particularidades entre activistas y líderes políticos, funcionarios públicos de diversas jerarquías, trabajadores, artistas, intelectuales y ciudadanas y ciudadanos en general. Uno de los trascendentes y vigentes aportes de Carlos Marx para el estudio de los seres humanos y su relación con las sociedades donde viven y actúan, es una referencia muy interesante para estudiar estas situaciones: “el ser social determina la conciencia social”. Si somos una gran mina de petróleo, es inevitable que asumamos la cultura de los mineros petroleros.

Frente a estas circunstancias económicas y sociales que caracterizan la sociedad venezolana actual, nos atrevemos a sugerir que frente a la presencia avasallante del petróleo durante los últimos 100 años de nuestra historia y las perspectivas de seguir impactados con sus beneficios socio-económicos y sus perversidades éticas por muchos años más, es indispensable diseñar y ejecutar planes masivos de siembra de árboles frutales de olivos. Estas plantas comienzan a dar frutos comestibles (aceitunas y aceite de oliva) entre los 5 y 8 años de sembrados, aumentando la productividad hasta los 35 y 60 años, extendiendo su capacidad de producir hasta mucho más allá de los 150 años. Por supuesto que para lograr alta productividad se requiere cuidarlas, podarlas, y abonarlas. La siembra de millones de árboles de olivo tiene un sentido realista y fundamentalmente metafórico para proyectar la necesidad de conformar actividades productivas y sustentables paralelas a la explotación de petróleo.

El precio del petróleo puede subir lentamente o bajar con el aumento de la producción de los EEUU y otros países interesados en explotar por medio del fracking (fracturación hidraúlica) este recurso y también el gas contenidos en los grandes y profundos bloques de rocas de lutita. Frente a esta realidad existen alternativas de transformación de las sociedades y su predominante mentalidad. Para ello es indispensable enviar y mostrar claras y contundentes evidencias de estar dispuestos a construir realmente otra ética productiva, administrativa, solidaria, audaz, valiente y con sentido estratégico.

Afirmar actualmente que Venezuela cometió un grave error porque no siguió el ejemplo de países productores de petróleo como Noruega en el manejo de sus ingresos derivados de la explotación petrolera, ahorrándolos para enfrentar escenarios de bajos precios, nos parecen producto de la ingenuidad, la ignorancia o la mala fe. Este país escandinavo de donde provienen los vikingos (junto a los suecos y daneses) que se presume fueron los primeros europeos en llegar hasta territorios de la actual América, en la segunda mitad del siglo XIX adelantó un intenso proceso de industrialización, convirtiéndose en uno de los principales puertos de Europa con fuerza para el comercio naviero. Asimismo, después de la segunda guerra europea (1939-1945) contó entre las décadas de 1950 y 1960 con gobiernos progresistas que avanzaron en la construcción de un Estado de Bienestar, mejorando notablemente la inclusión social, el bienestar y la calidad de vida de la mayoría de los noruegos. Además es importante aclarar que en ese país, la explotación del petróleo comenzó en 1977, cuando ya se había consolidado una cultura del trabajo, el esfuerzo, la solidaridad, la productividad y la responsabilidad pública y ciudadana.

Hoy decimos que en Venezuela seguirá sembrándose el petróleo, pero es indispensable, pertinente e impostergable sembrar frutos, cultivos y empresas de larga duración y con grandes posibilidades de sustentabilidad. Claro, es necesario que el Estado, el Gobierno y la mayoría de la Sociedad Venezolana que lo elegimos democráticamente, avancemos en la derrota de esta asociación criminal que empresas transnacionales, empresas nacionales, importadoras, almacenadoras, distribuidoras y expendedoras al detalle de productos alimenticios, de limpieza personal y del hogar, han decidido aplicar contra los venezolanos y venezolanas para intentar crear un escenario artificial de temor, incertidumbre, inestabilidad emocional, rabia, miedo, odio y desespero que desemboque en un escenario de violencia política y posterior intervención militar de EEUU y sus aliados de la OTAN, para así recuperar el control del Estado y el Gobierno, apoderándose nuevamente de la mayor parte de la Renta del Petróleo que ya durante 84 años (1914-1998) mantuvieron bajo su control.

Historiador – Profesor UCV
Germilio.yeco@gmail.com




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Germán Yépez Colmenares

Historiador - Profesor de la UCV

 germilio.yeco@gmail.com

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