Mientras esperaba que comenzaran los actos de instalación del 16 Festival Mundial de Poesía y la entrega del Premio Nacional de Historia 2021, en la sala José Félix Ribas en el Complejo Cultural Teresa Carreño, sentado junto a la historiadora Enma Martínez y los colegas Armando González Segovia, Fabricio Vivas Ramírez e Iván Gómez León, quienes recibiríamos los reconocimientos por más de 30 años dedicados a las actividades como docentes, investigadores, tutores, participantes como ponentes en eventos historiográficos y promotores/difusores de la Conciencia Histórica Nacional Venezolana, de manos del Presidente Nicolás Maduro, creador desde 2017 de este importante premio nacional, rodeado de una gran cantidad de poetas venezolanos y de otras naciones como Colombia, Ecuador, Argentina, Cuba, Nicaragua, Chile, Brasil, Rusia, Bolivia, Lesoto, Grecia, Turquía, además de un numeroso grupo de colegas historiadores, profesionales de otras áreas, familiares, funcionarios gubernamentales, estudiantes y activistas comunitarios, estuve haciendo una rememoración retrospectiva desde el año 1974 hasta la actualidad. En julio de ese año culminé mis estudios de secundaria o bachillerato en el Liceo Eduardo Blanco en la ciudad de El Tocuyo. En septiembre de ese año, presionado por duras dificultades económicas que padecíamos en el hogar familiar, ingresé junto con un hermano a trabajar como obreros de turnos rotativos en el Central Azucarero El Tocuyo, donde funcionaba la fábrica de chocolate granulado conocido como Taco.
En esa empresa cada grupo de obreros trabajábamos en turnos de 8 horas desde el lunes hasta el sábado. Estos eran de 11 am hasta las 7 pm, luego el lunes correspondía el horario desde las 7 pm hasta las 3 am y el siguiente lunes se comenzaba a las 3 am y se culminaba a las 11 am. El sueldo eran Bs 15,00 sin variaciones en ningún turno. Además no contábamos con coberturas de servicios sociales, salud o beneficios adicionales. Yo había sido asignado por la OPSU-CNU para estudiar en la Escuela de Historia de la Universidad Central de Venezuela, las inscripciones debían formalizarse en febrero de 1975 e inmediatamente comenzarían las clases. De allí que mi intención era trabajar hasta finales de diciembre, ayudar con los alimentos de la familia y reunir alguna pequeña cantidad para complementar los recursos para viajar hasta Caracas e instalarme en una pensión o residencia de precios bajos, mientras obtenía una beca y/o algún trabajo, cuyo horario me permitiera cursar mis estudios universitarios de Historia. A finales del mes de noviembre de 1974, junto a otro trabajador fuimos citados a la oficina del gerente de la empresa chocolatera, allí nos notificaron que la directiva de la empresa había decidido prescindir de nuestros servicios, pero que debíamos estar pendientes porque seguramente a comienzos del año siguiente nos llamarían para reincorporarnos. Luego nos enteramos que uno de los compañeros del turno, quien conocía nuestras iniciativas para promover la conformación de un sindicato, después de nuestro despido había recibido un aumento de 2 bolívares, es decir que su sueldo se ajustó hasta los 17 bolívares diarios. Entre los seres humanos, cuando los referentes éticos son débiles, relajados, reducidos, comprados y/o aplanados, siempre existen esas tentaciones de afectar sus propios intereses, traicionar a sus compañeros de labores, a sus familiares o compatriotas a cambio de recibir ciertas cantidades de dinero, bienes u otros beneficios materiales.
Desde nuestro ingreso a la Escuela de Historia asumimos la militancia activa en la Juventud del Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR) y en una célula del partido en el sector El Cementerio, donde viví varios años en una habitación de una casa de vecindad. En la UCV disfruté de todos sus espacios docentes, bibliotecas, culturales, deportivos y hermosos jardines. Como olvidar el comedor estudiantil donde resolvía por 5 bolívares diarios las 3 comidas entre lunes y viernes y el sábado solamente desayunos y almuerzos, acudiendo los domingos (junto a otros estudiantes becarios y del interior) al comedor del personal de salud del Hospital Universitario de Caracas para resolver el almuerzo dominical. Participé activamente como representante estudiantil en el centro de estudiantes, consejo de facultad, consejo universitario, FCU y representante estudiantil suplente ante el CNU.
En la Escuela de Historia tuve la gran satisfacción y el beneficio de contar con una variedad de profesores y profesoras de alta calidad académica y pedagógica. Desde las más diversas perspectivas teóricas, historiográficas y políticas, aportaban sus conocimientos y estimulaban las búsquedas de lecturas y reflexiones que trascendieran los enfoques de la historiografía tradicional venezolana. Recibimos clases de Luis Peña, María A Martínez, R. Strauss, Alicia de Nuño, Josefina Bernal, Carmen Gómez, Antonieta Camacho, Manuel Caballero, Pedro Cunill, Alberto Plá, Belda Plana, Luis Cipriano Rodriguez, Manuel Rodríguez Campos, Rosalba Méndez, Manuel González Abreu, Rafael Lovera, Clemy Machado, Gustavo Martin, Aristides Medina Rubio y otros. De todos ellos aprendimos como dotarnos de las herramientas e instrumentos para convertirnos en investigadores e historiadores profesionales.
Luego tuvimos el privilegio de ingresar como Pasante y Auxiliar de Investigación en el Instituto de Estudios Hispanoamericanos (Estudios Históricos) de la Facultad de Humanidades y Educación de la UCV, donde aprendí el oficio de historiador. Allí estaban un grupo de docentes/investigadores con obra sólida y gran reconocimiento social como Eduardo Arcila Farías, Ermila Troconis de Veracoechea, Manuel Rodriguez Campos, Luis Cipriano Rodríguez, Elías Pino Iturrieta, Arístides Medina Rubio, Antonieta Camacho, Cesia Hirhsbein, Yolanda Segnini y Raquel Gamus. De cada uno de esos investigadores aprendí diversas dinámicas de trabajo, enfoques temáticos, perspectivas teóricas e historiográficas. Más allá de las inclinaciones, militancias o simpatías políticas, a todos estos docentes e investigadores universitarios mi agradecimiento por sus enseñanzas y estímulos. Agradecido con todos los alumnos que cursaron asignaturas conmigo, gracias a los tutoriados de tesis, a los colegas, a quienes han participado con nosotros en eventos y debates, de todos ellos he aprendido y continúo buscando y enriqueciendo los conocimientos.
Recibimos con alegría y emoción estimulante este Premio Nacional de Historia creado en 2017 por iniciativa del Presidente de la República Bolivariana de Venezuela, Nicolás Maduro, administrado y coordinado por el Centro Nacional de Historia. Agradecemos al Jurado Examinador por seleccionarnos como merecedores del mismo, después de recibir la postulación acordada por todos los miembros del personal docente y de investigación del Instituto de Estudios Hispanoamericanos de la UCV. Al recibir el premio y ante la grave situación de asedios, bloqueos, agresiones, secuestros, robos de activos y demás acciones unilaterales e ilegales que suman más de 900 medidas sancionatorias promovidas contra la Nación y el Pueblo de Venezuela por los funcionarios de Estado y Gobiernos de los EEUU y sus socios de Europa (acciones de guerra según las definiciones establecidas por la propia OTAN), refirmamos nuestro compromiso político, profesional y soberanista de mantenernos pedaleando siempre sobre la bicicleta vital, evitando perder el equilibrio y el manejo de los frenos. Por cierto que estas reflexiones retrospectivas me permiten recordar que un 18 de febrero de 1983 muchos de los venezolanos que hoy propician, apoyan y justifican todas estas agresiones criminales contra su propia Nación desde el exterior, fueron los autores y co-responsables de la aplicación de políticas económicas públicas neoliberales, irresponsables endeudamientos externos, fuga masiva de capitales y corrupción extrema, para luego llevarnos hasta el "Viernes Verde" aplicado por el gobierno de Luis Herrera Campins del partido COPEI (cuyo color emblemático es el verde), aprobando una impactante devaluación del bolívar y un control de cambios frente al dólar (billetes verdes), llevando a la inmensa mayoría de venezolanos a "comerse o chuparse las verdes" en referencia a las múltiples dificultades y carencias que estas medidas gubernamentales desencadenaron en todo el país. Seguir identificando esa fecha como el "Viernes Negro" es continuar asumiendo el prejuicio étnico-racial que correlaciona lo negativo y dañino con el color de la piel (melanina) que han desarrollado los habitantes del Äfrica como milenaria reacción natural de protección solar. En ese escenario de los gobiernos presididos por Carlos Andrés Pérez (AD) y Luis Herrera Campins (COPEI) no existían medidas coercitivas unilaterales e internacionales contra el Gobierno, el Estado, la Nación y el Pueblo de Venezuela. Aquella severa crisis económica y social fue construida por los funcionarios de estos gobiernos y particularmente del ejercido entre 1979 y 1984 bajo la presidencia de Herrera Campins del partido de color verde COPEI.
Aprovecho este privilegiado escenario de las sensibilidades cuando se realiza en Venezuela el 16 Festival Mundial de Poesía, para culminar este artículo con este poema escrito en junio de 1985 y dedicado a mi entonces novia Mary, actual esposa, compañera y madre de nuestro querido hijo Boris Federico:
He sentido
He sentido tu piel junto a la mía
Tu sudor se ha mezclado con el mío
La pasión y la emoción que hacen palpitar el corazón,
No se si el tuyo más que el mío
He besado tu…….de fragancias exóticas
Y de sabor a explosión de néctares afrodisíacos
He recorrido desde tu pie hasta el hermoso bosque de tu pelo
He disfrutado las explosiones múltiples que produce el amor en su climax
Mis ojos se deleitan con tu expresivo cuerpo
Tus piernas que me abrazan en gozoso enredo
Mis labios que muerden ese sensible cuello
Tus ojos me trasladan a los amaneceres de playa
El placer que se siente en la simultaneidad del más alto gozo
Esta noche las olas se reúnen para armonizar la música
La luna es un espejo donde el reflejo es tu cuerpo
Las piedras de la playa entonan la canción al compás del golpetear del agua
Besos y más besos de inagotables sabores
Palabras y murmullos que por igual acarician
Rosas multicolores y multiformes de única belleza.