Durante el siglo XVI y hasta bien entrado el XVIII surgieron en España una especie de asesores y teóricos del ejercicio de los gobiernos monárquicos conocidos como los arbitristas (de arbitrios), quienes ejercieron influencia en las medidas reales aprobadas para intentar mejorar la captación y el manejo de los recursos económicos. Su influencia en la elaboración de políticas reales o monárquicas aplicadas sobre las poblaciones y territorios bajo el dominio imperial y colonialista de las monarquías españolas, se hicieron sentir particularmente y con fuerza desde los años de dominación del Rey Felipe II (1527-1598), el hijo y sucesor del monarca por partida doble, el Emperador Carlos V de Europa y Rey Carlos I de España (1500-1558) y sus dominios coloniales extraterritoriales. Estos arbitristas ofrecían las más diversas y atrevidas medidas y soluciones para enfrentar y superar los variados problemas que afectaban la disponibilidad de recursos de las monarquías españolas con sus exagerados y dispendiosos gastos, así como en la aplicación de políticas de gobierno en general, como también las referidas a las finanzas y propiedades de los nobles españoles que aceptaban sus recomendaciones y asesorías que nunca resultaban totalmente gratuitas y sin riesgos.
Estos personajes que más adelante evolucionaron y llegaron a conformar la denominada Escuela de Salamanca, recibían también muchos comentarios críticos. Algunos los consideraban una especie de maniáticos alienados por algunas ideas y dominados por pasiones mesiánicas que los llevaba a elaborar las más audaces y atrevidas propuestas o soluciones. Miguel de Cervantes y Saavedra (1547-1616), el escritor español y autor de Don Quijote de la Mancha, en su novela Coloquio de los perros los refiere críticamente de la siguiente manera: “Yo, señores, soy arbitrista, y he dado a Su Majestad en diferentes tiempos muchos y diferentes arbitrios, todos en provecho suyo y sin daño del reino; y ahora tengo hecho un memorial donde le suplico me señale persona con quien comunique un nuevo arbitrio que tengo, tal que ha de ser la total restauración de sus empeños. Hase pedir en Cortes que todos los vasallos de S. M. desde edad de catorce a sesenta años sean obligados a ayunar una vez en el mes a pan y agua, y esto ha de ser el día que se escogiere y señalare, y que todo el gasto que en otros condumios de fruta, carne y pescado, vino, huevos y legumbres que se han de gastar en aquel día, se reduzca a dinero y se dé a S.M. sin defraudalle un ardite, so cargo de juramento; y con esto en veinte años queda libre de socaliñas y desempeñado”. En esa época de finales del siglo XVI y comienzos del XVII no se requería someterse a esos arbitrios para ayunar porque el hambre atacaba con fuerza a muchos habitantes de España y sus dominios coloniales, quienes cumplían con más días de ayuno por la extrema pobreza en que vivían.
También el escritor español Francisco de Quevedo (1580-1645) se burla de los arbitristas en su novela La fortuna con seso. Allí se refiere a un Príncipe de Dinamarca que ante sus problemas económicos decidió pedir ayuda a los arbitristas y mientras conversaban sobre sus requerimientos se inició un incendio en su castillo. Los arbitristas le recomendaron al príncipe que no se preocupara porque ellos tenían la solución para controlar el incendio. Comenzaron arrojando los muebles por las ventanas, continuaron demoliendo las paredes hasta acabar con el castillo como la gran solución para sofocar el incendio. Ante este desastre el príncipe muy enojado les grito: “¡Infames! Vosotros sois el fuego; todos vuestros arbitrios son de esta manera; más quisiera, y me fuera más barato, haberme quemado que haberos creído; todos vuestro remedios son de suerte, derribar una casa, porque no se caiga un rincón. Llamáis defender la hacienda echarla en la calle y socorrer el rematar. Dais de comer al príncipe sus pies y sus manos, y decís que le sustentáis, cuando hacéis que se coma a bocados a sí propio. Si la cabeza se come todo su cuerpo, quedará cáncer de sí misma, y no persona. El anticristo ha de ser arbitrista: a todos os he de quemar vivos y guardar vuestra ceniza para hacer de ella cernada y colar las manchas de todas las repúblicas. Los príncipes pueden ser pobres; mas entrando con arbitristas, para dejar de ser pobres, dejan de ser príncipes”. De esta forma burlona el escritor español destaca los riesgos a que se exponen quienes se dejen asesorar y orientar por las ideas y acciones de los arbitristas que rodeaban a los miembros de la nobleza española entre los siglos XVI y XVIII.
Según la información oficial de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) de la cual Venezuela es miembro activo y uno de sus principales fundadores, las cifras de la producción nacional para el mes de mayo de 2018 se ubican en un promedio de 1.390.000 millones de barriles diarios (MBD). Esto significa que hemos bajado nuestra producción desde 2008 hasta hoy en un monto que supera ligeramente los 2.000.000 MBD. Esto es extremadamente grave porque nuestra economía pública y privada depende intensamente de ese 97 % de ingresos de divisas por la venta de petróleo. Frente a esta grave circunstancia nacional hemos escuchado a diversos representantes del Poder Público, desde el Presidente de la República Bolivariana de Venezuela Nicolás Maduro, el Fiscal General, Ministros, miembros de la Asamblea Nacional Constituyente y anclas de los canales de televisión pública, sobre las responsabilidades que un numeroso grupo de ex - funcionarios petroleros y también del sector privado han tenido en el origen de esa gravísima situación.
De resultar ciertos todos esos señalamientos sobre la falta de inversión en la industria petrolera nacional durante un amplio lapso de tiempo comprendido entre los años 2007 y 2015, podríamos considerar la posibilidad de reconocer que una parte de la economía estatal venezolana ha estado influenciada por la presencia de una versión de arbitristas del siglo XXI ó arbitristas 2.0. Es decir que los funcionarios que manejaron la economía nacional y la industria petrolera durante estos años, no garantizaron la ejecución de los programas dirigidos a garantizar la producción y recuperación de los miles de pozos desde donde se extraen los barriles de petróleo condensado, medianos y livianos. La reposición de tecnologías para toda la industria, la instalación de nuevos taladros, mantenimiento efectivo de todos los medios de transporte que se utilizan en la industria, mantener plenamente activas las actividades de investigación, exploración, refinación, transporte, mantenimiento preventivo y correctivo, capacitación permanente del personal, transformaciones necesarias de las refinerías. Los altos funcionarios de Gobierno y de Estado nos hablan de la presencia de irregularidades en muchos de los 40.000 contratos firmados solamente para la explotación de la Faja Petrolífera del Orinoco.
Desde el exterior recibimos regularmente las informaciones referidas a ex funcionarios venezolanos relacionados con PDVSA que están detenidos y algunos en proceso de extradición hacia los EEUU, por estar presuntamente implicados en una de las variadas redes de lavado de dinero que se montó con bancos europeos, caribeños, latinoamericanos y de los Estados Unidos con dinero cobrado como comisiones ilegales de diversos negocios realizados con PDVSA o también con alguna de sus empresas adscritas o tuteladas. Para intentar aumentar progresivamente la producción diaria de petróleo se requieren grandes cantidades de capital en divisas, las cuales no tenemos actualmente porque sencillamente no estamos vendiendo suficientes cantidades de petróleo porque los arbitristas del siglo XXI nos llevaron hacia una baja progresiva de la producción petrolera nacional y para acceder al capital de los potenciales inversionistas/capitalistas extranjeros, será indispensable DESMONTAR toda la legislación soberanista y construir otro marco legal que resulte atractivo para las empresas transnacionales y sus aspiraciones elementales de amplias y garantizadas ganancias.
Es oportuno preguntarse hoy quienes son más arbitristas entre los que rodeaban a las monarquías y nobleza española entre los siglos XVI y XVIII? Los que nos refieren a través de algunas de sus obras Cervantes y Quevedo? Los que intentaban vender como gallinas flacas los principales activos de PDVSA a finales del siglo XX? o quienes han llevado la industria petrolera nacional hasta la situación actual de una producción de alrededor de 1.400.000 barriles diarios? Las perspectivas de la República Bolivariana de Venezuela y particularmente de los ciudadanos que la conformamos y le damos sentido de NACION INDEPENDIENTE Y SOBERANA son sencillamente dramáticas. En la Venezuela actual si no hay petróleo extraído no hay ingresos de divisas….es como la expresión jocosa sobre el chino dueño de la tintorería…si no hay leal no hay lopa.
Germán Yépez Colmenares
Historiador – Profesor UCV.