Son las mismas praderas…
María Calcaño.
Hemos vuelto de la madera, ahora en la carbonización y hoy estamos sobre el rey hidrocarburos; petróleo y gas. Estos últimos no aguantarían un solo juicio decoroso en algún poblado, se han deshabitado quienes prefirieron irse para expresar la voracidad de su protesta.
Pero cuando el contexto mundial se ve en apuros inmediatamente piensan en Venezuela. Después de tanto trajinar descubrimos que al país le faltó pensar la organización de una verdadera nación por lo menos de lo que más explota; su petróleo. Sin dudarlo este último ha tenido la batuta.
En cuanto a otro de los recursos asociados a la nación se nos enseñó a ser Anti—Gas. Para la petroquímica estando los suficientes polímeros para el plástico que requiere toda América Latina se fueron lentos y descuidados para iniciar alianzas. Mientras para el resto de las energías la nación ha sido clandestina justo cuando debimos exponer su potencial como en el oro.
Pero todo tuvo su origen en políticas de un siglo atrás cuando irrumpieron los Trust del petróleo para que estos actuaran a las anchas de sus ganancias apoderándose de estos recursos tan importantes. Pero ahora corresponde a nuestras reservas y ganancias; hablar.
Todo en una historia sencilla; Venezuela extraía y Norteamérica comercializaba. Para 1964 lo devorado al subsuelo venezolano superó 124.000.000.000 millones de bolívares. En ese momento un dólar americano equivalía 4.40 Bolívares en la moneda venezolana.
Al convertir esa inmensa cantidad de bolívares daba más de 28.181.818.181 dólares. Más de ciento veintiocho mil millones de dólares. En un análisis económico sencillo es algo impresionante.
Todo saqueado por las transnacionales. Pero esa ha sido la realidad sobre todas las naciones productoras. "Un modelo", estancados en el subdesarrollo, importar y mediatizar junto al capital extranjero. Es como agonizar frente a diversas contradicciones.
