“la revolución se lleva en la sangre para morir por ella y no en la boca para vivir de ella”.
Ernesto Che Guevara.
El proceso revolucionario venezolano hoy adquiere un nuevo impulso producto del contundente triunfo alcanzado en el referéndum ratificatorio presidencial y las ya previsibles victorias en los venideros comicios electorales. Mas estos vientos que hoy refrenan el rostro de cualquier desprevenido, cursan en dirección a vientos encontrados con grandes probabilidades de ocasionar huracanes. Como sabemos, no es posible modificar el curso de los fenómenos naturales, pero si prevenir y minimizar sus consecuencias tomando rumbos contrarios.
Al triunfalismo se le ve por doquier. Ensordecidos por los aplausos, no escuchan los discursos del propio presidente que, preocupado por la corta visión de la mayoría de sus cuadros políticos que ocupan cargos importantes dentro del Estado, no deja de demostrar su gran indignación e inconformidad, señalando abiertamente a la burocracia, la corrupción y la incapacidad como los verdaderos verdugos de la revolución.
Como ya es sabido, la encrucijada política vivida en Venezuela, mas que razones internas que la justifiquen, aquel donde el buen distraído fundamentó su tesis en la simpleza de demostrarnos a nosotros mismos y a la oposición venezolana donde está la mayoría, roto el velo, se evidenció su naturaleza mas universal: en primer lugar, era arrebatarle al imperio norteamericano los argumentos que políticamente justificaban ante el mundo su posición contra Venezuela y, en segundo lugar, quitarle el velo oscuro a los pueblos del mundo y demostrarles de lo que son capaces con un mínimo de organización y un buen liderazgo.
Pero dejando a un lado este análisis enfrascado en el logro meramente internacional, lo más importante sería preguntarnos lo siguiente: ¿Cuántos pasos le ha permitido esa nueva coyuntura avanzar al proceso?
No es de pesimistas pensar que esta nueva organización llamada Comando Maisanta y sus organizaciones de bases llamadas Unidades de Batalla Electorales (UBE) surgida a raíz del proceso ratificatorio camina, al igual que sus predecesoras (MBR-200, Polo Patriótico, Comando Político de la Revolución, Círculos Bolivarianos, Comando Ayacucho) al mismo barranco. Pero de pesimismo estaremos vacunados siempre y cuando se tenga en claro lo que es necesario para ciertos contextos históricos: que el responsable de los continuos fracasos no fueron los nombres utilizados, ni la culpa es de uno u otro burócrata o agrupación política, sino mas bien desconocer que las causas del desastre se hallaban en el pequeño detalle del limbo ideológico que las sustentan.
Es de índole vital, y mucho se ha dicho al respecto, que la formación ideológica debe colocarse a la vanguardia, pero pareciera no importarle a nadie profundizar sobre la esencia misma de las clases en pugna y las leyes naturales a las que ellas corresponden. Se habla mucho de liberación nacional y del colonialismo pero se levantan los tabúes al hablar de su hija la burguesía. Se habla mucho del árbol de las tres raíces: Robinsoniana, Zamorana y Bolivariana, también se habla del Precursor Francisco de Miranda, pero se trivialaza y hasta se llega a rechazar el Marxismo como la inspiración que alimenta la revolución, y es precisamente por esto que nos preguntamos: ¿Que teoría científica sustenta los pensamientos de estos cuatro personajes previo a Marx? ¿No es acaso dogmatismo y hasta peligroso para la buena salud de una revolución que se cree verdadera, pretender eliminar a Marx? ¿A que le teme la nueva dirigencia cuando se habla de Marx? ¿O es que la profundidad de su pensamiento que se visualiza en su monumental obra llamada El Capital, le es incomprensible? ¿Será que el estudio del marxismo provocaría suicidios políticos colectivos? ¿Es acaso factible mantener una revolución en el tiempo sin una profunda teoría científica revolucionaria?
Es un juicio sano el creer que a nuestra brújula le hace falta la aguja que le indique el norte, a estas alturas de pugnas entre las clases sociales venezolanas y de enfrentamiento directo con el imperio más poderoso que haya existido en la humanidad, decir que el marxismo nos acarrea mas enfrentamiento es un absurdo. De seguir subestimando el problema, contribuimos con la restauración, abonándole el terreno. Rescatar para este proceso revolucionario el marxismo no significa en lo absoluto implantar un capitalismo de Estado, la expropiación masiva de los medios de producción, ni mucho menos el socialismo en Venezuela, pensar esto, seria como descubrirse asimismo nadando en el mar de la absoluta ignorancia e incomprensión de la ideología Marxista. Es por esta misma razón, que previniendo la manipulación y las falsas interpretaciones, el propio Marx preocupado, dijese un día, no ser “Marxista”.
El socialismo requiere del desarrollo, en primera instancia, de la conciencia social del obrero, como también del campesinado y la población en general, de las fuerzas productivas y en última instancia de los medios de producción, y es partiendo de esta concepción de idea, que el cooperativismo productivo juega un papel importante como punta de lanza.
Del Estado.
Es evidente el estancamiento en que se encuentra el proceso revolucionario, “Por ahora”diría nuestro optimismo. Por un lado tenemos ese nuevo Estado que intenta todavía nacer, que se enfrenta a una férrea oposición que le infunde el viejo Estado, plagado de oportunismo, protagonismo y de viejos vicios trasmutados como lo son en principal la burocracia, y la corrupción, y que intenta incesantemente capturarlo. Las misiones representan a ese nuevo Estado, ellas prefiguran la revolución deseada.
Las estructuras que forman al viejo Estado se encuentran intactas y fortalecidas, pero cuando decimos “fortalecidas” nos referimos al aspecto negativo de su función natural como reproductora de la burocracia, del estado parásito degenerado y reaccionario: el abuso del poder, el despotismo por parte de la dirigencia que ocupa cargos importantes y de dirección dentro de las instituciones del Estado que, aunque pasa por ser asunto de ética y moral, no deja de ser también el producto de una estructura que la reproduce. Un personaje al que muchos temen y tratan de trivializar, aquel que decía no ser marxista por temor a ser mal interpretado, Carlos Marx, nos advertía al respecto lo siguiente: las condicione sociales forman las conciencia social, y es que esta filosofía tiene relación de índole vital en el desarrollo de este y todos los proceso revolucionario, razón por el cual no deja de preocuparnos cuando vemos a los nuevos dirigentes que, inspirados por la nueva conciencia y espíritu revolucionario, caminan por el sendero de la degeneración si en lugar de transformar las viejas estructuras contribuyen a reproducirlas y perpetuarlas.
¿Es que hacer la revolución es solo tarea de revolucionarios? Contundentemente cierto. Es imposible procurar cambios sin contar con personas de moral, ética, voluntad y ideológicamente formado para tales fines. Es aquí, cuando golpea la realidad, que no es posible contar con un número suficiente de personas con esas cualidades, que el conglomerado de partidos y movimientos que forman la coalición de apoyo al gobierno no han podido formar un espacio de coordinación de una verdadera dirección política del proceso que les permita la constante evaluación de sus cuadros y hasta de los independientes. Que la clase obrera venezolana se encuentra hasta el día de hoy dividida y confrontada por miserables pero lucrativos espacios de poder, carentes en su totalidad de la conciencia de ser la clase junto al campesinado, destinada por la historia a hacerse del poder político y marcar el ritmo de la revolución. Pregunto ahora: ¿Es acaso innecesario rescatar esta empolvada discusión?
La lógica nos dice que los fenómenos no son productos de la casualidad sino de las causalidades. Muchos dirigentes cursantes de la no “nueva filosofía” acomodaticia y oportunista, unos con maestría y otros hasta con doctorados, situados en altos cargos de poder, aconsejan a la población sedienta de cambios que la desesperación es síntoma de carencia de conciencia política y de mala interpretación de la realidad y es aquí cuando vuelve a la carga el maestro Carlos Marx. El dice: nuestros “filósofos” solo interpretan la realidad cuando la necesidad nos exige transformarla. Un oportunista no podría modificar la realidad sin cometer suicidio. Es aquí cuando se nos pretende hacer creer que hacer reformas es lo mismo que hacer revolución.
Un viejo libro llamado “Reforma o Revolución”, cuya autora Rosa Luxemburgo nos demuestra lo que para muchos podría representar contradicción. Ella dice: existen momentos en que las reformas y las revoluciones se complementan y otros donde se enfrentan.
Una revolución puede estar acompañada de varias reformas que en momentos dados sean necesarias y permitan mejorar sus fallas, mas es errado pensar que el conjunto de muchas reformas dentro del sistema de dominación capitalista produce la revolución. Las reformas pueden contribuir a apaciguar las grandes contradicciones e irracionalidades dentro del sistema de dominación, más no contribuirán nunca a liquidar la dominación.
Ejemplo de ello sería la reforma a la ley de cooperativas, ella es necesaria ya que permitiría mayor participación de ellas en las actividades productivas. Las cooperativas representan la superación positiva del capital, los baches en la ley que las rigen han transformados a muchas cooperativas en pequeñas empresas de lucro con capacidad de contratar a personal asalariados, en otras palabras explotar al hombre. Por otra parte, muchas empresas privadas se han trasformados en cooperativas para aprovechar la exoneración de los impuestos correspondiente al Estado.
El desarrollo del cooperativismo en Venezuela debe de enfocarse a lo productivo, en especial a la gran producción. La nueva visión de cooperativas comunitarias, significaría el retorno a la esencia natural del cooperativismo, que muy bien podrían definirse como Comunas. (Integración de varias cooperativas que se conforman de la comunidad, propiedad comunitaria sobre los medios de producción con participación del Estado en algunos casos)
“El cooperativista conciente es un ser socialista”. Vladimir Lenin.
El control efectivo por parte del Estado de todos los medios de producción de propiedad publica, a través de una organización centralizada y democrática, alejado del mal de la burocracia parasitaria y entorpecedora. El modelo de Estado propuesto por Ernesto Che Guevara, llamado: Sistema de Financiamiento Presupuestario sería un interesante aporte que bien se podría adaptar, desarrollar y modificar a nuestras peculiaridades.
El ejemplo de Cuba
Un fantasma recorre el mundo y atemoriza al imperio.
Cuando se habla de Cuba nos referimos al pueblo cubano y no solo a su gobierno, esa pequeña isla rebelde insignificante para muchos pero que indudablemente preocupa al imperio, no deja de sorprendernos por su calidad de lucha y resistencia comparable solo a la resistencia del pueblo palestino y recientemente a la resistencia del pueblo iraquí. De creerse exagerada esta verdad, los invito a revisar solo un poco la historia, no exijo más que eso.
La revolución cubana se desarrolla, claro esta, bajo un contexto histórico muy diferente al nuestro. Eran los tiempos de la bipolaridad (Occidente Vs. Oriente) y de la variante Unión de Naciones “No-Alineados”.
La descarada corrupción y la cruenta dictadura cubana encabezada por Fulgencio Batista, en cuyas cárceles el pueblo en general y los revolucionarios en especial vivieron torturas que hoy solo tiene comparación con las cárceles del imperio norteamericano en Guantánamo de Cuba y Abú Ghraib de Irak, con la sangre derramada se cosechó la moral, la templanza y el compromiso de los jóvenes revolucionarios.
Con la toma del poder en el año 59 por aquellos jóvenes rebeldes y soñadores la revolución cubana entra en una nueva etapa decisiva, la creación de una dirección central representó el primer logro que garantizaría la futura estabilidad y control del Estado por la revolución cuyos integrantes estaban conformados por los cuadros mas claros, capaces y destacados de la época de la guerra de guerrillas; entre ellos figuraban los comandantes: Fidel Castro, Raúl Castro, Camilo Cienfuegos, Ernesto Che Guevara, Celia, y otros. El llamado a la unidad de todos los partidos sobre la base de la necesidad histórica para forjar un frente común a los acontecimientos internos y a las descaradas pretensiones del imperio norteamericano, se cumplió a cabalidad; toda organización sectaria, anárquica y oportunista quedaba por su naturaleza descartada del proceso.
El hecho de asumir el materialismo histórico autóctono, a los mártires precursores de la independencia y libertadores, alineados al marxismo como el instrumento de interpretación de la realidad y guía para la liberación de la humanidad, resultó ser la clave que permitió la unión y develó el camino correcto.
El haber roto el paradigma dogmático, aquel que veía al socialismo como un hecho acabado, grave error cometido por la extinta URSS (Unión Soviética) mal llamado “Socialismo Real”, representó para Cuba su salvación, permitiéndole corregir a tiempo sus errores. Cuba construye un socialismo a lo cubano, proceso que solo dará por culminado con la aparición del comunismo.
En fin, seguimos paralizados en las zonas destinadas por la naturaleza al paso de los huracanes, pero con la esperanza en que al avecinarse la tormenta la necesidad nos llevará a la búsqueda de nuevos rumbos y fijarnos en esos grandes detalles.
“El proceso revolucionario que vive Venezuela requiere de una altas dosis de Moral y Ética revolucionaria, la burocracia, el oportunismo y el protagonismo, es el enemigo mas poderoso con el que cuenta el imperio para hundir nuestra revolución”.
Hugo Chávez frías.