Soy comunista toda la vida y comunista he de morir

Buen favor el que nos hace la iglesia al escupir sus gargajos llenos estigmatización y satanización a comunismo y pretender revivir la pesadilla de los espantos con que fuimos atacados durante la guerra fría. Ha llegado la hora de seguir avanzando. Si cuando Hugo Chávez fue llevado al poder por decisión del pueblo, bajo su mando logró quitar el bloque mental hacia Fidel y hacia Cuba, ya es la hora de quitar el fango con que se enlodó esa noble palabra, este poema de vida que encierra la idea de que debemos construir el comunismo como meta hacia la liberación del capitalismo y como salto cualitativo hacia delante, como promesa de futuro: comunismo.

Hablar de comunismo, es verdad, asusta a muchos. Y asusta porque esta palabra tan temida por unos y por otros, aun está trajeada de barbarie: los comunistas comen niños, fusilan, matan. Todos ropajes de desinformación y manipulación creados por los mismos capitalistas para protegerse ante lo que es y seguirá siendo su más claro enemigo.

Comunismo viene de común, para ir poniendo las cosas en su puesto.

Comunismo es aquel estado social en el cual no existe ni la propiedad privada de los medios de producción, ni el Estado, ni las clases sociales. En él un grupo humano no explota a otro, ni lo hacen entre si. También se entiende por comunismo la doctrina que aboga por el establecimiento de tal estado social, o que asevera que el mismo será inevitablemente el estado del futuro. (Giner, S.; 1975).

El socialismo es tan solo un paso previo a una nueva sociedad y la nueva sociedad no podrá ser otra que aquella en la que todo sea de todos, donde sea abolida la propiedad privada de los medios de producción, la que origina al capitalismo, y la abolición definitiva de las clases sociales, por años mantenida en base al salario y el poder adquisitivo de los seres humanos, para ser suplantada por los nuevos valores éticos y humanos de una sociedad de iguales, en donde todos valen tan solo por su condición humana y en donde el capital dejará de ser la batuta de la especie para dar paso a la solidaridad, la igualdad y confraternidad de los pueblos.

Recuerdo que cada vez que Hugo Chávez nombraba a Fidel Castro, salía una tropa de sus seguidores atemorizados por estar invocando al diablo. Chávez logró salvar a Cuba no del bloqueo económico solamente, al darle el apoyo solidario a la república martiana, sino por haber lavado la cara a esta hermosa isla que de igual forma fue mancillada acusada de comunista, el pueblo aprendió a amar a Cuba y en buena parte, a estas alturas, ya el pueblo no le teme al monstruo del comunismo, esta bella palabra debe ser igualmente proclamada de nuevo a los cuatro vientos. Se debe estudiar sin temores y mucho más importante: hay que empezar a gritársela en la cara a la bestia imperial, pues es la única que tiene el poder y el sortilegio para espantar a los demonios del imperio.

I. ¿Qué es el comunismo?

El comunismo es la doctrina de las condiciones de la liberación del proletariado.

II. ¿Qué es el proletariado?

El proletariado es la clase social que consigue sus medios de subsistencia exclusivamente de la venta de su trabajo, y no del rédito de algún capital; es la clase, cuyas dicha y pena, vida y muerte y toda la existencia dependen de la demanda de trabajo, es decir, de los períodos de crisis y de prosperidad de los negocios, de las fluctuaciones de una competencia desenfrenada. Dicho en pocas palabras, el proletariado, o la clase de los proletarios, es la clase trabajadora del siglo XIX.

III. ¿Quiere decir que los proletarios no han existido siempre?

No. Las clases pobres y trabajadoras han existido siempre, siendo pobres en la mayoría de los casos. Ahora bien, los pobres, los obreros que viviesen en las condiciones que acabamos de señalar, o sea los proletarios, no han existido siempre, del mismo modo que la competencia no ha sido siempre libre y desenfrenada.

IV. ¿Cómo apareció el proletariado?

El proletariado nació a raíz de la revolución industrial, que se produjo en Inglaterra en la segunda mitad del siglo pasado y se repitió luego en todos los países civilizados del mundo. Dicha revolución se debió al invento de la máquina de vapor, de las diversas máquinas de hilar, del telar mecánico y de toda una serie de otros dispositivos mecánicos. Estas máquinas, que costaban muy caras y, por eso, sólo estaban al alcance de los grandes capitalistas, transformaron completamente el antiguo modo de producción y desplazaron a los obreros anteriores, puesto que las máquinas producían mercancías más baratas y mejores que las que podían hacer éstos con ayuda de sus ruecas y telares imperfectos. Las máquinas pusieron la industria enteramente en manos de los grandes capitalistas y redujeron a la nada el valor de la pequeña propiedad de los obreros (instrumentos, telares, etc.), de modo que los capitalistas pronto se apoderaron de todo, y los obreros se quedaron con nada. Así se instauró en la producción de tejidos el sistema fabril. En cuanto se dio el primer impulso a la introducción de máquinas y al sistema fabril; este último se propagó rápidamente en las demás ramas de la industria, sobre todo en el estampado de tejidos, la impresión de libros, la alfarería y la metalurgia. El trabajo comenzó a dividirse más y más entre los obreros individuales de tal manera que el que antes efectuaba todo el trabajo pasó a realizar nada más que una parte del mismo. Esta división del trabajo permitió fabricar los productos más rápidamente y, por consecuencia, de modo más barato. Ello redujo la actividad de cada obrero a un procedimiento mecánico, muy sencillo, constantemente repetido, que la máquina podía realizar con el mismo éxito o incluso mucho mejor. Por tanto, todas estas ramas de la producción cayeron, una tras otra, bajo la dominación del vapor, de las máquinas y del sistema fabril, exactamente del mismo modo que la producción de hilados y de tejidos. En consecuencia, ellas se vieron enteramente en manos de los grandes capitalistas, y los obreros quedaron privados de los úItimos restos de su independencia. Poco a poco, el sistema fabril extendió su dominación no ya sólo a la manufactura, en el sentido estricto de la palabra, sino que comenzó a apoderarse más y más de las actividades artesanas, ya que también en esta esfera los grandes capitalistas desplazaban cada vez más a los pequeños maestros, montando grandes talleres, en los que era posible ahorrar muchos gastos e implantar una detallada división del trabajo. Así llegamos a que, en los países civilizados, casi en todas las ramas del trabajo se afianza la producción fabril y, casi en todas estas ramas, la gran industria desplaza a la artesanía y la manufactura. Como resultado de ello, se arruina más y más la antigua clase media, sobre todo los pequeños artesanos, cambia completamente la anterior situación de los trabajadores y surgen dos clases nuevas, que absorben paulatinamente a todas las demás, a saber:

1. La clase de los grandes capitalistas, que son ya en todos los países civilizados casi los únicos poseedores de todos los medios de existencia, como igualmente de las materias primas y de los instrumentos (máquinas, fábricas, etc.) necesarios para la producción de los medios de existencia. Es la clase de los burgueses, o sea, burguesía.

Comunismo es el camino a destruir esta sociedad de diferencias sociales y explotación, es crear el poder popular, el verdadero estado proletario. Hablemos y discutamos de nuevo el comunismo, esa hermosa flor que renacerá frondosa en el corazón de todas y todos los desposeídos.

Comunista será el porvenir, venceremos.


brachoraul@gmail.com


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Raúl Bracho


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