Socialismo: Poder Popular, Democracia participativa y protagónica

Una sentencia: el Capitalismo (sistema económico) y la Democracia (sistema político) son contradictorios, no pueden estar juntos porque no son compatibles.

En efecto, lo que hace incompatible al capitalismo con la democracia es la acumulación desmedida de la riqueza, la cual pone en manos de un pequeño grupo de la sociedad tanto la capacidad de influir sobre las decisiones políticas como la de acumular aún más riqueza que la que poseen, en detrimento de aquellos que no tienen acceso al capital.

Las consecuencias de todo ello se pueden resumir mediante hechos concretos: un informe de la ONU indica que los 500 individuos más ricos del mundo tienen más ingresos que los 416 millones de personas más pobres. Por otro lado, por cada dólar que se invierte en combatir la pobreza en el mundo, el imperio gasta cien en armas. Este resultado tan catastrófico es producto, en gran medida, del individualismo y del egoismo, unas características intrínsecas del capitalismo, elementos necesarios para dar el paso hacia el neoliberalismo y el fascismo, lo que en resumen el Papa Juan Pablo II denominó, seguramente iluminado por el Espíritu Santo, “el Capitalismo Salvaje”.

Tradicionalmente ha existido el lugar común entre las minorías privilegiadas que los pobres tienen la culpa de ser pobres porque "no trabajan suficientemente para lograr comprar casa, carro y lujos", resulta que los seres humanos tienen distintas capacidades para realizar cosas o para acumular riquezas, y eso lo aprovecha aún más el capitalismo para usarlo a su conveniencia.

Los pobres sólo pueden eventualmente mejorar sus condiciones de vida siempre que eso haga más ricos a los ricos. El capitalismo tiende a incrementar las diferencias sociales, que no han podido ser superadas a pesar de la intervención del Estado, por ser el instrumento mediante el cual la democracia burguesa ha intentado cumplir las promesas de justicia social. Este instrumento funcionó parcialmente mientras la democracia burguesa y el capitalismo tenían el mismo tamaño, es decir mientras ambos eran de escala nacional. Sin embargo, mientras que el capitalismo se ha hecho global, las democracias burguesas siguen siendo nacionales. Esta desproporción ha impedido contundentemente que el Estado pueda corregir la desigualdad atroz que genera un único capitalismo global.

Los menos capaces se van quedando atrás como consecuencia de la competencia feroz, van constituyendo el "ejército de reserva", la fuerza laboral que requiere el mercado para mantener los privilegios de una minoría más capaz de apropiarse de los recursos, argumentando que los mismos son escasos para tanta gente. De hecho, la sociedad capitalista-neoliberal-fascista ha negado la libertad o autonomía de acción de los grupos que la conforman, debido a que gracias a la gran acumulación de los recursos -y al poder que genera su posesión- se desconoce el valor intrínseco del ser humano al medírsele y juzgársele socialmente sólo sobre la base de su capacidad para acumular riqueza. Las políticas relacionadas con estas doctrinas minimizan a su máxima expresión los programas sociales, para ellos son antiganancias, no son inversiones, el bienestar se logra sólo con la acción de la mano invisible del mercado, lo malo es que eso a la larga constituye una bomba de tiempo, ya lo vimos en Venezuela durante el Caracazo de 1989 o en los territorios palestinos ocupados por Israel o en todo el mundo occidental.

El Socialismo es el único sistema económico que existe en la historia de la humanidad capaz de provocar un verdadero despliegue de la democracia, la cual permite una distribución equitativa del Poder popular. En este caso los hombres no actúan solamente por el deseo económico o el simple análisis de costo-beneficio, sino que también lo hacen en correspondencia a valores y metas comunes, hecho que los une para la acción colectiva. Con el sistema económico socialista, se facilitan las formas de decisión democráticas que ponen el énfasis más en la discusión y en la comunidad que en las impersonales y alienantes relaciones de mercado.

¿Cómo hacer realidad la práctica socialista? ¿Cómo llevar a cabo este objetivo? ¿Cómo evitar la repetición del fracaso de la Unión Soviética?

A mi juicio la respuesta es el amor al prójimo. La fuerza del amor es la fuerza de los débiles, es la fuerza que necesita el socialismo para cumplir sus proyectos y sus promesas, es en el amor donde puede aplicarse plenamente la justicia. Las tradiciones religiosas, y particularmente la cristiana, explican la potencia que implica sentirse amados como hermanos. El socialismo apela a la democracia, a la libertad y a la igualdad mientras que el amor, políticamente comprendido, apela a la fraternidad, por lo que no se puede construir la democracia sino es sobre la base del amor a los demás. Es así como será posible encontrar el camino adecuado para que la democracia finalmente pueda vencer al capitalismo, un camino que nos permita organizar la economía de una manera democrática, es decir, crear estructuras políticas y económicas que nos sirvan para redistribuir la riqueza, garantizar los derechos sociales y controlar las fuerzas productivas para ponerlas al servicio del bien común, un socialismo en el que la igualdad se construye desde la libertad.

En tal sentido, el destino natural de la democracia debe ser el socialismo, que no tiene nada que ver con el sistema capitalista, donde la acumulación de la riqueza seguirá siendo el instrumento que soporta a la ley del más fuerte.

Cada región tiene su historia e idiosincrasia distintas, por ello los modelos a implantar no deben ser copiados, los mismos tendrán que ser propios, endógenos, sacado de las propias raíces de los pueblos originarios.

El reto científico consiste en crear un modelo económico socialista que utilice los incentivos de manera de generar eficiencia superior al modelo económico capitalista, con la finalidad de lograr la igualdad de oportunidades en la búsqueda de la autorrealización, el bienestar, la influencia política y el status social de todo el pueblo.

(*) Trabajador Jubilado del mppctii. Militante del PSUV

marcanoomarj@gmail.com


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Omar Marcano (*)

Trabajador jubilado del MPPCTII, Militante del PSUV, Ingeniero Eléctrico (USB, 1976)

 marcanoomarj@gmail.com      @pueblopatriota

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