Víctor Hugo…
El día que la revolución se aparte de la polarización, el pueblo se va a dar cuenta de lo que pasa en Venezuela. El Gobierno mantiene una aprobación. Más que Chávez, ya que el Gobierno no depende de el sistema de los medios de comunicación públicos. Si fuera por esos medios, el gobierno bolivariano estuviera sepultado ante la opinión publica venezolana. Lo que pasa es que las políticas públicas llegan a las manos del pueblo (Barrio Adentro, Mercal, Pdval etc.). El pueblo percibe los beneficios, aunque les moleta las malas atenciones, y las colas que origina la burocracia parasitaria, pero muchos ve que las cosas se hacen...
El gobierno, es una cosa, los funcionarios burgueses de la revolución, son otra cosa maltratan al pueblo chavista, y no chavista que utilizan esos servicios (la cagada de pasar al gobierno, la expedición de los certificados médicos para conducir vehículos) horas, días y noches en una cola. Esta clase dirigente ha perdido credibilidad ante la sociedad.
En Venezuela existen condiciones para un debate muy interesante. El sistema de los medios públicos no son unos medios de comunicación sino un partido político, así como sucede en canales privados como Globovisión. La ciudadanía se queja por la excesiva politización y partidización de la vida en el país. La prensa es muy necesaria, como intermediaria entre la noticia y la ciudadanía, porque un pueblo necesita estar informado. Y es te trabajo solamente lo realiza la prensa. Soy un defensor de la libertad de expresión, y de la democracia. Ahora, hay ‘lideres’ que confunde democracia y libertad de expresión con totalitarismos únicos. Siguiendo tendencias socialistas fracasadas en el siglo XX. Muchas veces el pueblo se entera de las bondades de las obras del gobierno que se ejecutan en el país, porque se divulgan por los medios privados a través de los micros que obliga a realizar la Ley Resorte, y es precisamente a través de esa publicidad, por la TV Comercial. Si sólo dependiese el gobierno de ciertos medios de comunicación, que ni siquiera hablan de obras y de logros. Algunos como “la Hojilla y los Papeles de Mandinga”: Lo que se dedican es a lo escatológico, y a jalar bolas, destruyendo la imagen del gobierno bolivariano. En mi humilde opinión, si el pueblo estuviera mejor informado de los proyectos gubernamentales, conocería de más cosas, y haría mejores juicios de valor. El arte de la democracia es ése. Que el ciudadano tenga seguridad de la calidad en la información que se difunde, del carácter honesto, y neutral de esa información. Los medios de comunicación públicos tienen que asumir su compromiso partidario, sin distorsionar la información. Así todo el pueblo sabrá a que atenerse. Pero ésa no fue la situación del 26-S, que hizo avanzar la oposición, debido al sectarismo, el discurso de barricada y el dogmatismo infantil de la izquierda ultrosa, Hugo Chávez dixit, 02-10-2010. La Venezuela post 26-S parecía tomar el sendero de la tolerancia, pero basta ver las “barrabasadas revolucionarias” para darse cuenta de que la revolución termina donde comienza la expropiación, el calientico caso Agro Isleña. Tampoco se termina el aprendizaje del fracaso. Tenemos poco tiempo de democracia revolucionaria. En este momento estamos viviendo el mayor período de riesgo de la revolución bolivariana, o sea a partir de la asunción del presidente Hugo Chávez en el 2007. Son poco más de 4 años. Es una revolución todavía muy incipiente, aunque se ve muy fuerte. Independientemente de los “Pirros nostálgicos” del alto gobierno, que celebran “escuálidas victorias”.
Mucha gente de izquierda que acompañamos a Chávez fuera del gobierno bolivariano, hacemos opción por la democracia, y fue por esa vía llegamos al poder, no con milicias armadas. Entonces, la gente precisa saber si el gobierno bolivariano actúa correctamente, esto facilitará la toma de decisiones para su fortalecimiento. En Venezuela estamos aprendiendo. Así vamos construyendo nuestra democracia socialista. El comportamiento de la bancada oficialista en la próxima Asamblea Nacional, decidirá la inclinación del pueblo venezolano en las elecciones del 2012, a favor o en contra de Hugo Chávez, ya que en estos dos años se va ir formando un juicio de valor. Tengo mi propia tesis que vale tanto para el dogmatismo anacrónico en el gobierno, como también para nuestra conducta política cotidiana: el que adula y jalabolas al gobierno todos los días, perderá credibilidad. Pero también la perderá el que critica todos los días sin argumentos. Los dos extremos son malos. Hay que hablar de las cosas buenas del gobierno cuando suceden. Porque, cuando se hable de las cosas malas, la credibilidad quedará intacta. Eso es lo que consolidara la revolución bolivariana en Venezuela, mi compromiso en esta hora aciaga es sólo con la verdad, y nada más que con la verdad, duela a quien le duela. ¡Ahí te dejo esa pelusa José Mapuey!
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