No es un partido de cuadros, es de cuadras. Sin la base social la ideología no hace historia

Por un partido de cuadras

Un partido revolucionario tiene una primera finalidad: ser el organismo de quienes lo integran para articular las estrategias de lucha, por tanto debe ser un partido que organice a su militancia en primera instancia. Ante los partidos de cúpula, tanto de izquierda como derecha, los llamados “cuadros” diseñan políticas y estrategias que las bases deben de seguir. Lo que la mayoría de las veces pasa es que esas directrices se diluyen y pierden fuerza en su trayectoria descendiente. No funcionan correctamente. 

Hablar de un partido de cuadras, es empezar a darle la importancia primordial que debe tener la base, cada cuadra en las ciudades debe constituir un célula de este partido. Es la organización más básica y natural. Todos los habitantes de una cuadra comparten similares problemas sociales, cuadras o caseríos según la configuración rural o urbana de la población, una unidad organizacional que es capaz de estar en contacto muy rápidamente y de brindarse asistencia unos a otros de forma solidaria. Varias cuadras podrán conformar una estructura superior y así ir construyendo una organización verdaderamente revolucionaria. Esto sumado a las células en las fábricas y centros de estudios, conformará no solo un partido ágil para la participación electoral, sino en la defensa y protección del proceso revolucionario. Cada cuadra deberá asumir un papel protagónico en la defensa de la seguridad de área, con turnos de vigilancia como los CDR en Cuba. Cada cuadra creará sus reuniones de sociopolítica y formación ideológica, cada cuadra podrá informar de una manera certera lo que vive diariamente. 

Hoy escucho de vuelta hablar de Polo Patriótico, me suena a un llamado a muchas organizaciones ya existentes para confluir en una unidad estratégica que finalmente apunta al 2.012. Eso podrá servir para la victoria de la reelección de nuestro comandante presidente. Pero no para crear un movimiento revolucionario que pueda imponerse ante un partido secuestrado por las mafias políticas y económicas. Darle poder al pueblo pasa obligatoriamente por permitirle una organización natural y verdaderamente revolucionaria. 

La s grandes fallas de los partidos con concepto de “maquinaria” es que son trampolines políticos que terminan siendo asaltados por voraces seudo líderes llenos de apetencias de poder, no nacidos del pueblo sino de las ansias políticas o económicas y que luego de finalizadas las contiendas electorales se desinfla la estructura o se paraliza la maquinaria y de a poco el pueblo mira con dolor, con profundo dolor, como fue utilizado por una seudo dirigencia que una vez en el poder le da la espalda, lo olvida y comienza a pavonearle a los poderes políticos y económicos, dejando en el olvido las promesas realizadas a todos los que votaron por ellos. 

Venezuela, o el PSUV debe de replantearse una aplicación muy honesta de las tres R al cubo, si es que puede ser rescatado de las manos de quienes ya la amarran y pretenden ser sus supuestos líderes. Un Partido es el instrumento de formación para una militancia combativa. Debe de nacer casi espontáneamente del mismo pueblo, es su organización natural, no impuesta. Un Partido que nace del pueblo mismo, de su discusión y formación constante es capaz de crear la dirigencia emergente que se necesita para dar un salto hacia delante. Dependerá de las bases actuales su capacidad de retomar las riendas de lo que les pertenece. 

Venezuela se juega no solo su futuro sino el de la América, el imperio se babea por poner sus garras nuevamente en nuestro petróleo y en destrozar esta gran esperanza que se llama socialismo. Es por ello que el pueblo, desde sus consejos comunales y sus comunas debe empezar a asumir con coraje el empoderamiento de las organizaciones revolucionarias a las que pertenece. La direccionalidad del partido es de abajo hacia arriba, del pueblo hacia sus dirigentes escogidos por el mismo. Cuando esto sea realidad la revolución será irreversible. Estudiar, analizar, proponer, desde la misma base, desde la calle, desde el liceo, la universidad y la fábrica, dará el poder invencible que debe tener un Partido revolucionario. De no hacerlo seguiremos con una debilidad que nos puede costar muy caro. Debe haber una purga, se debe sacar a los políticos corruptos y mafiosos, a loas cobradores de vacuna, a los prestamistas y toda esa clase de alimaña que se nos enquista y luego, vestidos de rojo rojito, se dedican a chupar la sangre de la revolución y a enriquecerse en nombre de la revolución. Se deben señalar, denunciar, investigar y ser llevados a la cárcel. Así como gobernadores y alcaldes que se hallan olvidado del compromiso que hicieron con nosotros al ser electos. Un Partido que no sea capaz de dominar y controlar a sus dirigentes, no será un Partido verdaderamente revolucionario sino una maquinaria más, como Acción Democrática o Copei en la cuarta república. 

A dos años de las elecciones para reelegir a Hugo Chávez, se debe comenzar la creación de una organización revolucionaria tan fuerte como para no solo lograr esa victoria sino para darle una solidez a la fuerza del pueblo. Desde cada calle, cada cuadra, cada casa. Cada mujer y cada hombre un soldado en funciones 24 horas diarias. Solo así venceremos, no habrá marcha atrás.


brachoraul@gmail.com


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Raúl Bracho


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