Un buen camarada me solicitó
publicar nuevamente el artículo que días atrás había anunciado bajo
el titulo: “el día a día que pareciera no importar”. Para
ello, y de forma genial, Holger Jórgensen, me convida a sustituir el
titulo original por otro que llame la atención de mis lectores y del
propio presidente Chávez para provocar las reflexiones pertinentes
y profundas que sólo de forma muy sintética recojo en este escrito.
Y es obvio que así suceda. Pues las reflexiones tienen que ser amplia
y desarrolladas dentro y fuera del partido, por todos los revolucionarios.
Claro es el dicho que expresa que “nadie dispone de todas las verdades”.
Tomo las excelentes recomendaciones del camarada Holger y comparto nuevamente
mi escrito.
El camarada Holger Jórgensen
me propone iniciar nuevamente mi escrito aludiendo directamente al Comandante
Chávez, y me entrega algunas ideas para remontarme al escrito original
sin que modifique un ápice de lo anterior. Holger sugiere que inicie
el artículo de esta forma: “Comandante Chávez, cuantas veces
hemos oído decir de usted que el diablo aparece en los detalles, en
las cosas menudas. ¿Será esta la razón por la que no hemos logrado
remontar la cuesta y obtener mejores resultados en las elecciones? Si,
los detalles… Esos pequeños y para muchos insignificantes detalles
son los que el ciudadano común, sin importar su nivel educativo o
“social”, a cada momento, a cada minuto tropieza en su camino…
los ínfimos granitos de arenas que juntos van acumulándose hasta formar
la enorme duna que se interpone entre el deseo de un verdadero y justo
país, y los deseos de los que van a pulsar el boton de VOTAR… en
ocasiones esa misma montaña nos hace desistir de votar”.
Y aquí va el artículo
original.
En el día a día la revolución está perdiendo la batalla. Si, es en el día a día; en lo cotidiano; en las calles por donde transita el pueblo; en los abastos y las panaderías donde el pueblo adquiere sus alimentos y compra su pan; en el comercio donde se provee de los insumos para satisfacer sus necesidades existenciales; en el lugar donde vive (en los barrios y las urbanizaciones); en las instituciones del Estado; dentro de sus hogares cuando enciende la TV. Es en el día a día donde la revolución pierde la batalla. Y es allí donde la habilidad destructiva de la canalla burguesía insiste e incide en la población, explotando, a través de sus medios de desinformación, las pequeñeces y los errores que se comenten dentro de la revolución. La grandeza de nuestras banderas, las grandes obras y los planteamientos justos de la revolución son ocultados por la canalla y nosotros contribuimos para ello.
Si, es en el día a día,
cuando el pueblo despierta y sale a las calles para enfrentarse al mundo
y hacer su vida; cuando se encuentra con los mimos huecos en las calles
y Av. que han estado desde siempre allí. Cuando la basura sigue acumulándose
al mismo ritmo en que la burguesía acumula más capital. Cuando el
pueblo va al comercio en busca de alimentos y consigue que la especulación
y la inflación provocada por el ladrón burgués, nuevamente, hizo
mella de su ya precaria economía. Por la falta de seguridad. Cuando
el pueblo se dirige a las instituciones del Estado y es victima del
burocratismo despiadado que le impone el Estado burgués. Cuando enciende
la TV. y se intoxica de tanta desinformación, de consumismo y de programas
basuras, etc. Por todos estos males que parecieran insignificantes frente
a las grandes obras que adelanta la Revolución Bolivariana, insistimos,
es en el día a día donde se está perdiendo la batalla, y esto pareciera
no importar.
El pueblo no logra
entender que los ineptos y saboteadores burócratas, que el corrupto
funcionario publico y que el comerciante especulador, la inflación,
los programas basura de la TV., etc., nada tienen que ver con la revolución
y sus dignas banderas. Más, sin embargo, es con lo que se ve obligado
a enfrentarse todos los días. El pueblo brega con estos problemas del
día a día, mientras que la revolución padece de impavidez. Las grandes
obras, las alianzas estratégicas y la macroeconomía, los Mercales,
los Abastos Bicentenarios, etc. no inciden ni influyen tanto como los
hechos cotidianos del día a día. El liderazgo del Comandante Chávez
se ve comprometido también en el día a día.
El día a día pesa más
para el pueblo que cualquier otra cosa. Allí hemos perdido la
batalla y la seguiremos perdiendo a menos que la revolución se vuelque
hacia adentro; a menos que la justicia lleve a prisión a los corruptos
estén donde estén; a menos que los ministros aprendan a delegar responsabilidades
y no continúen capitalizando cargos burocráticos y permitiendo que
sus "amigos" realicen lo mismo; a menos que la dirección
del partido PSUV se libere de la dirección del Estado; a menos que los escuálidos y oportunistas
sean expulsados de todos los cargos públicos estratégicos que ocupan,
y en su lugar sean colocados verdaderos cuadros revolucionarios; a menos
que acabemos con el Estado burgués y se empodere al pueblo a través
de las Comunas y Consejos Comunales, pero también a los trabajadores
dentro de las empresas recuperadas por el Estado; a menos que se declare
la guerra a muerte contra el especulador; se decrete control de precios
y nuevos aumentos salariales; a menos que se detenga radicalmente a
la inflación y el ladrón especulador atrapado infraganti sea llevado
a la cárcel. ¿Dónde está metida INDEPABIS?
¿Por qué la Justicia venezolana no hace su trabajo?
¿Por qué CONATEL no hace su trabajo y se permite la defensa pública
del ladrón especulador? ¿Por qué
la Justicia y el Estado venezolano no actúan contra la impunidad?
Si nuestra inédita Revolución
Bolivariana, que se ve obligada a medirse en las urnas electorales de forma periódica,
no se avoca a resolver los problemas que padece el pueblo en su día
a día, no exageramos al decir que para las venideras elecciones presidenciales
del 2012, dentro de 2 años (un espacio de tiempo que será aprovechado
por el imperialismo norteamericano y las burguesías de Venezuela, Colombia
y España para desestabilizar al país) el gobierno revolucionario podría
correr la misma suerte que la revolución nicaragüense de los ochenta.
basemtch@gmail.com
@BasemTajeldine