En el Aló Presidente de este domingo, el Comandante en un momento en que comentaba la situación de la clase media y sobre los proyectos que la revolución ha realizado para favorecerla, se refirió a la situación que confrontó este sector social entre los años setenta y ochenta del siglo pasado. Para describir “mejor” la situación, el Presidente habló de una “proletarización de la clase media”
¿Se proletarizó la Clase media entre los años setenta y ochenta?
La descripción de ese proceso bajo esta denominación de “proletarización de la clase media”, evidentemente es fue un error o es un mal uso del concepto proletario, porque el término no califica como un término que sirva para descalificar a un sector social. Una cosa es sostener que durante ese período, la clase media vio deteriorarse su nivel de vida y otra muy distinta, es calificar ese proceso de deterioro como una proletarización. Es buena una descripción que exprese un “empobrecimiento” de la clase media, pero el término “proletario” no es una categoría apropiada para describir ese fenómeno de empobrecimiento.
En el marco de un sistema capitalista, es correcta la proyección de esperar un empobrecimiento de la clase obrera, porque la lógica del sistema conduce a eso. Puedo decir entonces, que en el sistema capitalista la tendencia siempre condice a un empobrecimiento de la clase obrera, pero no es adecuado ni correcto (creo), sostener que se produce una proletarización de la clase obrera. La condición de pobreza que deben vivir los trabajadores y las trabajadoras en el desarrollo del sistema capitalista, no determina pues, que estos términos (obreros, obreras, proletarios y proletarias) tengan una connotación negativa.
Proletarizarse no es una fatalidad y en honor a la verdad, darse ese proceso en la clase media venezolana que suele ser muy exquisita, refinada, exageradamente “culta” pero también extremadamente boba, no deberíamos asumirlo como un hecho negativo. Si el fenómeno ocurre como una proletarización “en si”, observémoslos como una proceso de transición milagrosa para establecer cuántos de estos seres son capaces de comprender que más allá del egoísmo que los embarga y los hace tener frecuentemente pesadillas en las cuales suelen verse como potentados, no le cabe otra suerte que la de empobrecerse a través de las políticas que “ingeniosamente” comparten y que los empobreció durante esas décadas. La otra opción pasa por comprometerse para hacer más efectiva la presencia del Estado. Una dosis de más Estado y menos mercado les conviene, porque aunque ahora sientan que es mejor una universidad privada para enviar a sus hijos y una clínica privada para curar sus dolencias, no deberían olvidar que la mayoría de ellos vienen de lo público y con su seguro de HCM, su suerte en una clínica no pasaría de unos diez días. Más de esos días, se quedarían sin apartamento y carro y eso es como morirse. Lejos de sentir que lo “público” los conduce a un empobrecimiento; es captar que aunque las cosas no son todo lo bueno que deben ser, la lucha es por una mayor y más efectiva presencia del Estado.
Si la proletarización fuese “para si”, ya es un milagro que no estamos en condiciones de digerir, porque sería mucho pedirle a un sector que terca y mayoritariamente es muy culto pero extremadamente bobo y ahí los milagros no se entienden.
evaristomarcano@cantv.net.