No hay duda, solo cuando el Pueblo, consiente o no, como sujeto histórico se moviliza en función de un objetivo político-social, tal como se hizo el 27 y siguientes días de febrero y marzo 1989, para dar al traste con el paquete neoliberal de Carlos Andrés, así como el 13 de abril 2002, en función de demoler a los golpistas de Fedecamaras y el imperio, es que estamos en presencia del verdadero Poder Popular. Es decir, el Poder Popular, se define como la capacidad Pueblo para la toma de decisiones y sin que prive alguien quien lo convoque, ni lo represente; nada ni nadie que no sea el sentimiento y la necesidad colectiva para la acción, apareciendo juntos en un momento histórico preciso, nos lleva a reconocer de su existencia.
Ahora, tampoco cabe duda, que sea en el proceso bolivariano que lideriza el Comandante Chávez, donde el Poder Popular viene teniendo mas resonancia; esto como consecuencia del entendimiento que demuestra el Presidente y las victorias políticas que se han obtenido en la confrontación contra las fuerzas antipueblo, sean estas de los antipatrias o imperialistas.
Sin embargo, sin dar ni recibir mayor explicación, por desfortuna, una vez pasada la coyuntura que movilizó al Pueblo, casi por arte de magia, dentro del proceso bolivariano han aparecido dos tendencias oportunistas que se han aprovechado de este reposo popular. Estas, trajeadas de los mismos discursos representativos, politiqueros y demagógicos en los lados extremos de la esfera política, pero coincidentes en objetivo de copar cuotas de poder, se alinean apoyados en los recursos, casi siempre institucionales, que manejan a su antojo, haciendo alarde de falsa voluntad hacia los cambio exigidos; los unos, escondidos en la conciliación disfrazada de disciplina y engañosas frases de unidad para perpetuase y, los otros, gritando discursos rabiosos y llenos de critiquería, en un aparente enfrentamiento a los cogollos, cúpulas y burocracia, ansían espacios del quítate tú. Los dos se apropian del descontento social para aparentarse como “líderes pulcros”, pero eso sí, se perciben: primero, llenos de la misma mezquindad, se encargan de venderse como los “legítimos representantes del pueblo”; segundo, sin permitir la genuina confrontación de ideas, se alimentan de grupos adulantes y resentidos, para llevarse ellos lo laureles, esmerándose en sustituir al propio pueblo, quien es el que verdaderamente sufre las insensibles e indiferentes gestiones gubernamentales y/o partidistas.
Estos individuos, simulando a Chávez, se mueven creídos de suficiente fuerza popular para lanzar las migajas, en su pensamiento oportunista, adecuadamente a sus intereses, por ahora, en una consigna hueca “el que quiera poder vaya con ellos”, no siendo mas que la espera de oportunidades que les permita llegar a concretar sus deseos personalísimos: El Poder.
Que hacer?, los militantes debemos dejar la poltrona que ata los espíritus rebeldes y los desvincula del pueblo; insistamos en su acompañamiento y en su movilización por las genuinas reivindicaciones sociales y políticas, cuestión que se logrará una vez que se agite y se organice, en la calle, en los consejos comunales, en las barriadas y demás zonas populares, para que, siendo necesario, corramos la misma suerte cuando se asumen los mismos riesgos; solo así se podrá estremecer las almas funcionariales, ya lo señaló el Comandante, para vencer a las propias instituciones gubernamentales o partidistas, sean o no del proceso.
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(*) Abg. Valencia - Carabobo