La enfermiza y fermentada idea anticomunista de la burguesía nacional e internacional, y, sus acólitos serviles sin concepción de clase, convertidos en simples peones para defender lo indefendible (Capitalismo), que alienados a los oropeles del establishment norteamericano, ejecutan la miserable misión de la desintegración de la unidad de voluntad, la unidad ideológica y la unidad de acción consciente de la clase obrera y el movimiento revolucionario popular, cuyo rol histórico de la clase del proletariado revolucionario es: lograr el poder político conduciendo a las trabajadoras y los trabajadores tanto, del campo y de la ciudad, como pivote central en la reformulación de las nuevas relaciones socialistas de producción y distribución de obras, bienes y servicios que satisfagan sus principales necesidades objetivas y subjetivas, como fruto de su fuerza de trabajo.
Partiendo de estas proposiciones, por la doctrina científica del Marxismo-Leninismo. Los intelectualoides pequeñoburgueses se han dado a la tarea de falsear los principios de la proclama del movimiento obrero internacional, que Carlos Marx y Federico Engels plasmaron en el Manifiesto del Partido Comunista, en cumplimiento del mandato de los obreros organizados en la Liga Comunista, que convencidos de las insuficiencias de las revoluciones meramente políticas exigieron la transformación radical de la sociedad.
Hoy, estos “letrados” voceros de la rancia oposición criolla y algunos pseudos socialistas, se atreven a manosear groseramente estos principios y con insolencia tratan de confundir a las capas sociales del pueblo trabajador, para apartarlos del camino trazado por la revolución bolivariana de liberación nacional, como vía a la transición radical del capitalismo hacia el Socialismo Científico, punto de partida a la construcción de la sociedad justa (COMUNISTA) y equilibrada entre el ser humano y la naturaleza; proceso que exige y requiere de una Dirección Colectiva como expresión concentrada de la nueva correlación de fuerzas favorable a la clase obrera y la ciudadanía trabajadora que es consecuente y antiimperialista, que además milita en los factores políticos partidistas, sociales y económicos comprometidos e interesados en acelerar el proceso de cambios para demoler el actual aparato estatal burgués; consolidando la construcción del Poder Popular Revolucionario, que ayude a la destrucción del sistema capitalista y contribuya a la edificación del socialismo.
Por lo tanto, no, nos puede sorprender la crítica revolucionaria a los hechos que el comandante Hugo Chávez, se refirió en relación a la corrupción de algunos funcionarios públicos y militantes de su partido, que arrastran como rémora la cultura neoliberal. En vista que los que hoy sustentan cargos de elección popular como gobernadores, alcaldes, concejales y diputados no han cumplido con el propósito de transitar por el empoderamiento del pueblo (Poder Popular) como vía hacia el Estado Democratico-Popular Revolucionario con la perspectiva de la instauración del socialismo científico. Tampoco nos pueden asombrar las maniobras populistas y demagógicas de la administración pública de este Estado burgués, donde en gran parte de esta estructura, disimula combatir la inseguridad, sin atacar la causa, que es la desigualdad social, política y económica; que existe entre el proletariado y la burguesía que se aprovecha de la plusvalía sustento del sistema (capitalismo) de explotación del hombre por el hombre. Ya el Libertador Simón Bolívar nos alertaba: “las gangrenas políticas, no se curan con paliativos, ni con emplastos sociales”. Pero que además, la transición al nuevo modelo económico (Socialismo) es dar el salto cuantitativo al cualitativo de generar fuentes productivas y no puestos de empleo, vieja rémora del método de manipulación de la clase dominante, para mantener un ejército de parados que sirvan como remplazo por los trabajadores y trabajadoras que se atrevan reclamar sus mejoras y reivindicaciones en su calidad de vida... En esto Simón Bolívar nos persuade: “…he pretendido excitar la prosperidad nacional por las dos más grandes palancas de la industria: el trabajo y el saber. Estimulando estos dos poderosos resortes de la sociedad, se alcanza lo más difícil tarea entre los hombres: hacerlos honrados y felices…”
. Por todo esto, es preciso valorar la capacidad de participación y protagonismo del pueblo trabajador organizado en relación con el propósito de asumir la consciencia de antisistema capitalista, a su vez, debe tomar la iniciativa con energía revolucionaria en profundizar el ejercicio de la Soberanía Popular, es decir, obreros y campesinos direccionando la Democracia Participativa y Revolucionaria. Esta iniciativa debe ser la expresión organizada de las Unidades Socialistas de Producción de: Obras Bienes y Servicios, como eje central de los Consejos Socialista Comunales, Consejos Socialistas de Trabajadores y Trabajadoras, Consejos Socialista de Campesinos y Campesinas, entre otros; que ascendentemente consoliden las Bases del Poder Popular. Porque todo lo que tienda a tergiversar la ideología del Socialismo Científico, como punto de partida hacia el Comunismo Científico, y pretendan obviar la concepción de la lucha de clases alejándose de ésta, equivale a restaurar cosmetológicamente la ideología de la clase dominante, la ideología burguesa. Ante toda esta ineficiencia ideopolítica, ya nuestros Camaradas Marx y Engels reafirmaban que: “La emancipación de la Clase Obrera debe ser obra de la Clase Obrera misma”. En ese orden de ideas la Dirección Colectiva del proceso debe ser la instancia colegiada de hombres y mujeres conscientes, con conocimiento y convencidos que el sistema capitalista es la amenaza de destruir la especie humana.
Miembro de la Dirección Nacional del PCV.
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