Es muy noticioso
el estado de salud del Comandante Chávez y su evolución, los aguijones
de la curiosidad nacional e internacional le siguen los pasos con sumo
interés; en filas revolucionarias el comentario abona cualquier conversación
y la preocupación está latente; en cuanto a la burguesía y a la
oposición partidista –que no es un todo compacto y homogéneo- existen
deseos perversos en los cuadros de dirección; en tanto, en las instancias
medias y en la base de la oposición hay hasta consideración por estimarlo
un buen adversario; el líder de la revolución socialista bolivariana
también ha repercutido positivamente con su prédica en las bases de
oposición quienes se resisten a morir asfixiadas por el peso sempiterno
de los intereses egoístas de la clase burguesa proimperialista y de
las inamovibles direcciones de los partidos burgueses pro imperialistas
y sus derivados.
Lo que presagiaban
algunos y algunas que Chávez no iba a soportar la intensidad de asumir
como reto personal el cúmulo de actividades que demanda un proceso
de cambio sin sufrir las consecuencias.
Voces de alertas
sumaban llamados de atención para la población y sobretodo para el
activo que asumía la Revolución Socialista Bolivariana, ya nada menos
que el comandante Fidel Castro, apartó las delicadezas y respeto hacia
otros procesos germinales revolucionarios como el nuestro para expresar
en su discurso en el recinto parlamentario venezolano que Chávez no
es el gobernador, ni puede ser el gobernador y menos el alcalde, ni
puede ser el alcalde.
Pero -y vale
un pero- Chávez, su personalidad y carisma, Chávez y su peso histórico,
Chávez y su desprendimiento, Chávez y su responsabilidad histórica,
Chávez y su condición de militar del pueblo y de presidente, Chávez
y el tiempo histórico, Chávez orador y estremecedor de consciencias,
Chávez el motivador y el organizador, Chávez el arrollador, Chávez
el exigente, Chávez y su adicción al café, Chávez el polémico,
el Chávez de profunda fe cristiana, Chávez deportista, Chávez el
del verso florido y de la canta llanera a flor de piel, Chávez patriota,
Chávez, el épico bolivariano, Chávez socialista, Chávez antiimperialista,
el Chávez todo pues, el Chávez que llora por su pueblo, Chávez el
estadista e intelectual.
Chávez está
en la cima de lo que se ha construido hasta ahora, Chávez no tiene
contrapeso en ningún ámbito, ni aquí ni allá, toda la fusilería
y misilística de las empresas privadas de comunicación nacional e
internacional, las administraciones estadounidense con sus mejores cuadros
y expertos en guerra sucia le disparan con todos los calibres y Chávez
está allí.
Chávez tiene
la culpa pero a la vez es inocente, hay argumentos en su descargo. Chávez
tiene mucho que perder y la revolución mucho que ganar, ahora viene
el reto, permitir que la revolución siga avanzando sin que tengan que
sentir o ver a Chávez, pero de seguro Chávez está y estará detrás,
orientando, dirigiendo, inspirando a la orquesta.
En un sencillo
artículo de cuatro páginas aparece en uno de sus párrafos finales:
“El dirigente debe, a la luz de las condiciones históricas y las
circunstancias existentes en una localidad dada (vale decir Venezuela
y la salud de Chávez para el ejemplo) y teniendo en cuenta la situación
en su conjunto, determinar con justeza el centro de gravedad del trabajo
y el orden de ejecución de las tareas para cada período, aplicar con
tenacidad lo decidido y asegurar el logro de los resultados previstos;
esto es parte del arte de dirigir. Se trata también de una cuestión
de método de dirección, a cuya solución debe prestarse atención
al aplicar los principios de ligar la dirección con las masas y de
combinar lo general con lo particular”.
Es de necesaria,
pudiera decirse de vital importancia, que las y los cuadros partidistas,
las y los cuadros institucionales del Estado y del gobierno, el pueblo
y sus instancias conscientemente organizadas retomen la sencilla pero
profunda lectura de “Algunas Cuestiones sobre
los Métodos de Dirección” de Mao Tse Tung (1.943).
Lamentablemente
en algunas instituciones del gobierno y del Estado quienes la dirigen
ven un como un gasto infructuoso la formación de su personal, no consolidan
lo político ni lo ideológico, ni organizan, luego presionan para que
vayan a las marchas y a las concentraciones rojas, ni mucho menos enfrentan
a quienes por confusión o por convicción obstaculizan, quienes así
dirigen y quienes boicotean, tienen algo en común, ambos van en sentido
contrario de la historia. Qué manera tan extraña de ayudar o de negar
al proceso socialista bolivariano.
Veamos: la
concepción clásica del Estado que es: población, territorio, administración
o gobierno. Pues en el Artículo 2 del texto programático constitucional,
expone que Venezuela se constituye en Estado, entonces, el pueblo es
Estado, este o no en la estructura del organigrama institucional, sea
o no asalariado, además es un Estado Democrático, de Justicia y de
Derecho; y en el Artículo 3 plantea los Fines del Estado y que
para el cumplimiento es lograrlo por intermedio de la Educación y el
Trabajo; en tanto que el Artículo 278 plantea –y esto no es
exclusividad del Consejo Moral Republicano- sino que todas, pero todas
las instancias del gobierno y del Estado sin excusa alguna deben “…promover
todas aquellas actividades pedagógicas dirigidas al conocimiento y
estudio de esta Constitución, al amor a la patria, a las virtudes cívicas
y democráticas, a los valores trascendentales de la República
y a la observancia y respeto de los derechos humanos”.
Un ítem importante
para evaluar el desempeño institucional de dirección es la formación
político ideológica de las y los cuadros del Estado y del gobierno,
disiparemos esa preocupación del líder de la revolución socialista
bolivariana o se la cargaremos también a sus espaldas.
Amanecerá
y veremos
@gasparvelasquez