Convertirse en guía de pueblos y multitudes no ha sido tarea para ningún ser humano. De hecho podemos hablar de seres extraordinarios, con estudios académicos o no, que vivan en las grandes ciudades o en zonas rurales. Al fin de cuentas su trascendencia viene dada por su espíritu y ejemplo de lucha, su obra, credibilidad, empatía y amor con su pueblo, y sobre todo por su humanismo. Cuando el pueblo dice que por sus obras los conoceremos, efectivamente nos referimos a hombres y mujeres que entregaron su vida a engrandecer pueblos y naciones. Seres humanos de bien que se convierten en referencias a la hora de poner los ejemplos.
En estos días recordamos y celebramos cumpleaños de personas extraordinarias. Fechas que no pasan desapercibidas porque sus protagonistas tienen precisamente ese don de la trascendencia. El Comandante Fidel Castro Ruz y el Presidente Hugo Chávez, vivitos y coleando. Monseñor Mariano José Parra León, fallecido el 26 de enero de l989 en Maracaibo.
Sobre Fidel hay que preguntarle a los pueblos en lucha y oprimidos del mundo, pero de manera especial hay que preguntarle a los cubanos. Cuerpo y alma para la Revolución de su pueblo que ha vivido bajo la amenaza imperial desde el mismo momento en que triunfan (1958) los que entraron en el “Granma” y asaltan el cuartel Moncada el 26 de julio de l953. Fidel es el vivo ejemplo para cualquier revolucionario contemporáneo con sus 85 años a cuesta.
¿Qué decir de Hugo Chávez? Nuestro comandante se ha convertido en guía ideológico en la Latinoamérica de las últimas décadas. Su irrupción aquel 4 de febrero del 92 y a partir del triunfo electoral de l998 marcan el comienzo de una nueva etapa de la historia de nuestro país y de también de nuestra América. Con sus 57 años, podemos decir que hay Chávez y revolución para rato.
Los sucrenses tenemos una especial deferencia por un cura católico que vino de las tierras zulianas. Nació en los Puertos de Altagracia (Estado Zulia) un 13 de agosto hace exactamente 100 años. Compañero de las mil y una lucha libradas por el pueblo sucrense. Alguna vez y sin pepitas en la lengua en un acto de esos que llaman oficiales, ante tanto engaño y demagogia contra los sucrenses, dijo esas palabras que todavía están vigente: “me parece que este estado está cubierto por la sombra de Berruecos”.
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