En
los barrios de caracas, o pueblos del
interior, no existían las canchas deportivas, ni instructores ni nada
parecidos. Solo las urbanizaciones de la clase media alta podían disponer de
esas instalaciones, a las cuales por supuesto, el pueblo era vetado. Nuestro deporte en las calles de la Catia de
esa época era jugar pelotica de goma, peloticas de cartón, o chapitas, arrinconados en una calle con el ojo vigilante al trafico de carros o a la
acción represiva de los cascos blanco de la policía metropolitana que nos consideraban
delincuentes y nos trataban como tales, por el simple hecho de practicar el
único deporte que nos era posible. Los
liceos y escuelas tenían una concepción de escuelas de delitos por parte de los
órganos de seguridad. No faltaba un viernes o un miércoles o cualquier día en
que los estudiantes debíamos salir a protestar por el estado de opresión que
los gobiernos de turno sometían al pueblo. Entonces aparecían los anti motines
con sus escopetas utilizando cartuchos manipulados con clavos, tuercas, metras,
el resultado era una estela de estudiantes heridos y otra proporción
muertos. Así sucedió en Cantaura, en
Yumare, en el caño la Colorada, en las escuelas técnicas, en la UCV, en los
liceos en las escuelas primarias, en el 23 de Enero, en los Frailes de Catia,
en Lidice, en los flores, en Casalta, en ProPatria, en la Silsa, en Antimano, en la Yaguara, en Petare, en
Yaracuy, en Falcón, en el Zulia, en Anzoátegui en las Fabricas que osaban hacer
huelga. Al final la gran prensa justificaba la macabra danza sanguinaria
diciendo que eran delincuentes que conspiraban contra el orden legal
establecido. Los derechos humanos solo velaban por la seguridad y libertad de
quienes desde posiciones de gobierno se robaban los dineros de la nación. El
pueblo. Ese, no tenia ningún derecho, solo el de sufrir y callar.
Era
la época en que el pueblo resteado, ese, que con dolor y coraje por la traición
al país y a su gente, que veía como era entregado a las garras del imperio, se
fue a las montañas. Con errores o sin errores, pero hizo lo que su conciencia
le dictó. Regó con su sangre los campos
y cárceles del país. Pero la malaya
traidora que nunca falta por desgracia, puso en el camino a lacras como Teodoro
Petkof, Pompeyo Márquez, Américo Martin, y otras alimañas que son coronadas por
Douglas Bravo. Estos bichos lograron engañar a mucha gente y su traición
contribuyo a que mucha sangre joven, soñadora de gloria, se vertiera; para
ayudar que Venezuela fuera colonia del imperio Norteamericano.
En
la Venezuela de hoy, pese a la macabra propaganda enemiga, veo a mi pueblo
feliz, trabajando, estudiando, protestando, exigiendo, adquiriendo conciencia
cada día más que en la unidad y superación colectiva está su destino garantizado. Veo espectáculos
musicales en las plazas, en los trateros y centros que antes eran prohibidos
para la cultura popular. Donde la
alegría la pasión y el amor brotan para cundir el cielo y suelo patrio de
felicidad. No me lo cuentan, lo veo, y quien quiera verificar solo debe venir.
Claro que hay problemas ¿Dónde no? Pero aquí hemos superado barreras de dolor y
odio anti pueblo que antes hacían rechinar los huesos de un país que era
regalado a los buitres. Hoy vi un
verdadero espectáculo popular, donde el pueblo lloró de felicidad disfrutando,
deleitándose, escuchando en el teatro
Teresa Carreño a sus artistas populares, entre mezclándose en una oda de amor y
gloria, que se podía ver y palpar hasta por las ondas visuales y sonoras de la
tv. Indudablemente que mi Venezuela si
ha cambiado y seguirá cambiando a partir de 1998. Eso no lo puede negar ni
ocultar ni siquiera la brutal maquinaria de mentiras al servicio del imperio y
su maldad.
Hay
que tener cuidado. Bien sabemos por las experiencias de otras naciones, que
donde el pueblo se supera y crece en felicidad, la mano malévola y asesina del
imperio sionista, conspira para arrebatársela no es invento de este humilde pulsador de teclas. Solo deben pasearse
por la historia contemporánea, verifiquen como eran las naciones atacadas y como
las dejan después.
Pero toda regla tiene su excepción. A lo mejor nos toca nuevamente en
este terruño acabar la racha de maldad del imperio contra la alegría del mundo.
No quisiera que tuviésemos necesidad del sacrificio. Pero la disposición la
hay. Ojala las organizaciones que están naciendo a nivel regional sean capaces
de frenar a los envidiosos criminales, pero algo es cierto: No podemos esperar que otros hagan lo que nos corresponde por
nosotros mismos. No queremos en nuestra
alegría tener que guerrear contra nadie, pero tampoco podemos permitir que nos
maten la felicidad impunemente. Dice la
conseja” si quieres paz, prepárate para
la guerra” ojala nuestra conciencia y voluntad nos sea suficiente para
entender que en el esfuerzo colectivo está nuestra salvación y libertad
*
Abogado Bolivariano
www.planetaenpeligro.blogspot.com
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