La atadura del país al capitalismo en crisis – como la opción por el neo-liberalismo y la corrupción- no es solo una imposición externa, sino también una determinación del cohollo del poder político y social local.
Aquí como allá se recurre al endeudamiento, al recorte de gastos sociales, a los “ajustes”, a la expoliación de la naturaleza… para contener la desestabilización y favorecer al gran capital.
Aquí oficialmente están entrando fondos del FMI, el BM, el BID y la venta de bonos. Extraoficialmente fluye el dinero del “lavado” que lo pudre todo.
Esto podría darle un respiro al gobierno hasta los comicios del 2012; pero no más, porque luego todo habrá de empeorarse.
A esto se agregará, junto a las secuelas de la corruptela electoral, el repunte de la crisis en EEUU y Europa, que habrá de reducir remesas, inversiones e ingresos por las exportaciones de bienes y turismo.
El camino que imponen los de arriba, no les deja a los de abajo y a los del medio más que indignarse y reventar de manera original, por lo que no es aventurado pensar en una crisis integral, acompañada de movilizaciones ascendentes.
Situaciones así no son comunes. Se presentan en determinados periodos históricos y ofrecen oportunidades excepcionales para las fuerzas transformadoras, pues vale decir que las crisis por si solas no generan revoluciones.
El deber de las izquierdas sociales, políticas y culturales es promover las rebeldías, hacerlas crecer y desde ahí construir nuevas fuerzas y propuestas alternativas.
Es lamentable que en esta situación una parte de los que se dicen -o decían- de izquierda renuncien a enfrentar el capitalismo y del imperialismo actual; se resistan a plantear las nuevas transiciones revolucionarias y a enriquecer el pensamiento socialista; y hasta luzcan renuentes al desmonte a fondo del neoliberalismo.
Alarma su reformismo, su “respeto” al orden constitucional y a las leyes vigentes…su negativa a plantear la desprivatización y a enfrentar las nuevas modalidades de intervención de EEUU. ¡A crear una nueva institucionalidad!
Ahora mas que nunca necesitamos diferenciarnos de esa manera de convertir a las izquierdas en algo ambivalente y funcional al sistema.
Urge retomar la lucha contra el bloque dominante-gobernante que controla los poderes temporales y permanentes establecidos; sin descartar métodos y vías, algunas inéditas, basadas en la participación del pueblo excluido y en el accionar de las fuerzas transformadoras hacia un sistema alternativo.
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