El Comunismo del Siglo XXI

¿Será posible que a través de la Revolución Bolivariana podamos alcanzar la mayor suma de felicidad posible, llegar a la etapa superior de la sociedad comunista, nuestro comunismo, con nuestras características, similitudes y discrepancias? Si, así lo creemos muchos, por eso es importante empezar a discutir elementos de importancia vital para nuestra revolución. Lenin manifiesta que "la diferencia científica entre el socialismo y el comunismo consiste únicamente en que el primer término designa la primera fase de la nueva sociedad que brota del capitalismo, mientras que el segundo término designa una fase superior y más avanzada de dicha sociedad." 

Dice Galeano que "La utopía está en el horizonte. Me acerco dos pasos, ella se aleja dos pasos. Camino diez pasos y el horizonte se desplaza diez pasos más allá. Por mucho que camine, nunca la alcanzaré. Entonces... ¿para qué sirve la utopía? Para eso: sirve para caminar." 

La democracia burguesa mantiene la ilusión de la libertad ciudadana, con el seudo-derecho a elegir a sus gobernantes cada tanto tiempo. Este chantaje en el que transita nuestra Revolución Bolivariana, dificulta el nacimiento de la conciencia de clase de nuestro pueblo y obliga al convencimiento constante de aquello que aunque resulta obvio (Beneficios y reivindicaciones históricas) parece ser ignorado y estigmatizado por buena parte de la sociedad venezolana. Por supuesto, producto del enorme abismo que trajo el neoliberalismo a Venezuela durante tanto tiempo, el síndrome del esclavo es cada vez más difícil de acabar.  

Este chantaje electoral que nos entrampa para la profundización de la revolución, exacerba las contradicciones internas y no permite establecer el debate nacional, abierto y protagónico, de la transición al socialismo.  Por eso las contradicciones tan severas en nuestras filas revolucionarias, los viejos vicios aplaudidos, la cultura hecha copia. Observamos como incluso, algunos liderazgos de la revolución, hacen comentarios anti-comunistas basados en el desarrollo económico y la clásica primicia de la calidad de vida, siendo recibido esto con asentamiento por otros, por el temor de espantar a la gente de las estadísticas y las urnas. 

La eternizada respuesta de la revolución a los ataques de la burguesía y sus lacayos; sus campañas macartistas en "defensa" de la propiedad y la familia, la demonización del comandante Chávez, las incontables campañas de mentiras para deslegitimar al Gobierno Bolivariano, ha obligado al Sistema Nacional de Medios Públicos (SNMP) a una perenne reacción y al estancamiento diario dedicado al desmontaje de los ataques y matrices contrarrevolucionarias. Esto limita la discusión de asuntos vitales que penan por inmediatez y abandono en estas nuevas trincheras de batallas del siglo XXI. La burocratización, la revolución cultural, la corrupción, el problema de la propiedad de los medios, la vanguardia revolucionaria, la sociabilidad con la naturaleza, la dependencia energética petrolera, la defensa del pueblo contra una posible invasión imperialista, etc... Son temas que difícilmente podemos discutir abiertamente en el PSUV o en el SNMP, por la espinosa y ardua lucha del “diarismo”. 

El socialismo, nuestro socialismo, que no debe ser calco ni copia sino creación heroica, como establece Mariátegui, debe librar una intensa batalla de clases donde, por un lado, la burguesía pugne por retomar las riendas del poder y regresar a las viejas relaciones de explotación, y, por otro, los trabajadores, el pueblo todo, los proletarios, peleen por exterminar la explotación y construir la nueva sociedad. Ese dilema tan vivo, de la sociedad vieja que no termina de morir y la sociedad nueva que no termina de nacer. 

En el socialismo, las clases sociales luchan por el dominio de la sociedad (lo que desaparecerá en el comunismo) pero a diferencia del capitalismo, esta sociedad socialista redistribuirá la riqueza nacional equitativamente y fortalecerá la clase proletaria para la defensa de la revolución. Basará la producción bajo el principio de "de cada cual según su capacidad, a cada cual según su trabajo". Todas las personas recibirán trabajo según sus capacidades y obtendrán los objetos para el consumo según el trabajo desarrollado.  

Este proceso socialista garantiza el comunismo como estado final y superior de la sociedad nueva, la sociedad emancipada y liberadora, la de la producción de bienes materiales bajo el principio "de a cada cual según su capacidad y a cada cual según su necesidad". La sociedad sin clases, sin Estado, donde la cultura, libre de la dependencia del mercado, podrá por fin emerger desde el seno de la creatividad y la libertad.  

Estamos obligados en esta nueva era que vive América Latina, a inventar nuestra sociedad, nuestro socialismo; y como estado final de la suprema felicidad del ser humano, nuestro comunismo. Vivimos quizás, el tiempo más critico de contradicciones del capitalismo. Mientras en Europa y Estados Unidos se reprime a la gente que protesta contra las medidas profesionalizadas de saqueo y miseria que impone el Fondo Monetario Internacional y el Banco mundial, en América Latina los pueblos eligen y reeligen a gobernantes que responden a los intereses de sus pueblos, a la necesidad histórica de la unidad latinoamericana y caribeña.  

Hay que superar el chantaje de la democracia burguesa y su espejismo de libertad basado en las elecciones. Diseñadas y estructuradas bajo un Estado burgués que responde a los intereses de la burguesía y que obliga al pueblo a sucumbir bajo un formato que favorece únicamente a la clase más acomodada del país. La que tiene medios de producción, la dueña de la propaganda basada en la resaca histórica que todavía nos acompaña, la que tiene más capacidad de movilización; y lo más alarmante, la que es financiada y apoyada por el imperialismo estadounidense.  

Solo así, será  posible construir nuestra utopía, nuestro Comunismo del Siglo XXI…


adaleduardo@hotmail.com



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Adal Hernández


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