¿Será posible que a
través de la Revolución Bolivariana podamos alcanzar la mayor suma
de felicidad posible, llegar a la etapa superior de la sociedad comunista,
nuestro comunismo, con nuestras características, similitudes y discrepancias?
Si, así lo creemos muchos, por eso es importante empezar a discutir
elementos de importancia vital para nuestra revolución. Lenin manifiesta
que "la diferencia científica entre el socialismo y el comunismo
consiste únicamente en que el primer término designa la primera fase
de la nueva sociedad que brota del capitalismo, mientras que el segundo
término designa una fase superior y más avanzada de dicha sociedad."
Dice Galeano que "La
utopía está en el horizonte. Me acerco dos pasos, ella se aleja
dos pasos. Camino diez pasos y el horizonte se desplaza diez pasos más
allá. Por mucho que camine, nunca la alcanzaré. Entonces... ¿para
qué sirve la utopía? Para eso: sirve para caminar."
La democracia burguesa
mantiene la ilusión de la libertad ciudadana, con el seudo-derecho
a elegir a sus gobernantes cada tanto tiempo. Este chantaje en el que
transita nuestra Revolución Bolivariana, dificulta el nacimiento de
la conciencia de clase de nuestro pueblo y obliga al convencimiento
constante de aquello que aunque resulta obvio (Beneficios y reivindicaciones
históricas) parece ser ignorado y estigmatizado por buena parte de
la sociedad venezolana. Por supuesto, producto del enorme abismo que
trajo el neoliberalismo a Venezuela durante tanto tiempo, el síndrome
del esclavo es cada vez más difícil de acabar.
Este chantaje electoral
que nos entrampa para la profundización de la revolución, exacerba
las contradicciones internas y no permite establecer el debate nacional,
abierto y protagónico, de la transición al socialismo. Por eso
las contradicciones tan severas en nuestras filas revolucionarias, los
viejos vicios aplaudidos, la cultura hecha copia. Observamos como incluso,
algunos liderazgos de la revolución, hacen comentarios anti-comunistas
basados en el desarrollo económico y la clásica primicia de la calidad
de vida, siendo recibido esto con asentamiento por otros, por el temor
de espantar a la gente de las estadísticas y las urnas.
La eternizada respuesta
de la revolución a los ataques de la burguesía y sus lacayos; sus
campañas macartistas en "defensa" de la propiedad y la familia,
la demonización del comandante Chávez, las incontables campañas de
mentiras para deslegitimar al Gobierno Bolivariano, ha obligado al Sistema
Nacional de Medios Públicos (SNMP) a una perenne reacción y al estancamiento
diario dedicado al desmontaje de los ataques y matrices contrarrevolucionarias.
Esto limita la discusión de asuntos vitales que penan por inmediatez
y abandono en estas nuevas trincheras de batallas del siglo XXI. La
burocratización, la revolución cultural, la corrupción, el problema
de la propiedad de los medios, la vanguardia revolucionaria, la sociabilidad
con la naturaleza, la dependencia energética petrolera, la defensa
del pueblo contra una posible invasión imperialista, etc... Son temas
que difícilmente podemos discutir abiertamente en el PSUV o en el SNMP,
por la espinosa y ardua lucha del “diarismo”.
El socialismo, nuestro
socialismo, que no debe ser calco ni copia sino creación heroica, como
establece Mariátegui, debe librar una intensa batalla de clases donde,
por un lado, la burguesía pugne por retomar las riendas del poder y
regresar a las viejas relaciones de explotación, y, por otro, los trabajadores,
el pueblo todo, los proletarios, peleen por exterminar la explotación
y construir la nueva sociedad. Ese dilema tan vivo, de la sociedad vieja
que no termina de morir y la sociedad nueva que no termina de nacer.
En el socialismo, las
clases sociales luchan por el dominio de la sociedad (lo que desaparecerá
en el comunismo) pero a diferencia del capitalismo, esta sociedad socialista
redistribuirá la riqueza nacional equitativamente y fortalecerá la
clase proletaria para la defensa de la revolución. Basará la producción
bajo el principio de "de cada cual según su capacidad, a cada
cual según su trabajo". Todas las personas recibirán trabajo
según sus capacidades y obtendrán los objetos para el consumo según
el trabajo desarrollado.
Este proceso socialista
garantiza el comunismo como estado final y superior de la sociedad nueva,
la sociedad emancipada y liberadora, la de la producción de bienes
materiales bajo el principio "de a cada cual según su capacidad
y a cada cual según su necesidad". La sociedad sin clases, sin
Estado, donde la cultura, libre de la dependencia del mercado, podrá
por fin emerger desde el seno de la creatividad y la libertad.
Estamos obligados en
esta nueva era que vive América Latina, a inventar nuestra sociedad,
nuestro socialismo; y como estado final de la suprema felicidad del
ser humano, nuestro comunismo. Vivimos quizás, el tiempo más critico
de contradicciones del capitalismo. Mientras en Europa y Estados Unidos
se reprime a la gente que protesta contra las medidas profesionalizadas
de saqueo y miseria que impone el Fondo Monetario Internacional y el
Banco mundial, en América Latina los pueblos eligen y reeligen a gobernantes
que responden a los intereses de sus pueblos, a la necesidad histórica
de la unidad latinoamericana y caribeña.
Hay que superar el chantaje
de la democracia burguesa y su espejismo de libertad basado en las elecciones.
Diseñadas y estructuradas bajo un Estado burgués que responde a los
intereses de la burguesía y que obliga al pueblo a sucumbir bajo un
formato que favorece únicamente a la clase más acomodada del país.
La que tiene medios de producción, la dueña de la propaganda basada
en la resaca histórica que todavía nos acompaña, la que tiene más
capacidad de movilización; y lo más alarmante, la que es financiada
y apoyada por el imperialismo estadounidense.
Solo así, será posible construir nuestra utopía, nuestro Comunismo del Siglo XXI…
adaleduardo@hotmail.com