Antes que nada tenemos que contestarnos: ¿Qué significa educar, en medio de la aguda y dolorosa transformación que esta viviendo nuestra sociedad latinoamericana en el preámbulo del siglo XXI? Cuando nuestro continente tiene tasa de natalidad más alta del mundo y la mitad de su población total es menor de 19 años de edad y cuando, a la vez se cuentan aún por millones laz figura de alfabetos funcionales: ¿Qué entendemos por educación? Paulo Freire contestó a ésta realidad diciendo que la educación verdadera es: “Praxis, reflexión y acción del hombre para transformarlo”. Cuando se refiere a transformarlo es transformar la sociedad la cual nos preguntamos deben ser los educadores, sin embargo, los protagonistas principales de su propia dignificación y del cambio educativo y para ello deben transformar profundamente el rol que desempeña. Ya no se puede percibir como cuidadores de niños y jóvenes mientras sus padres trabajan, sino como educadores sólidamente formados que entiendan que su misión primordial es estimular el aprendizaje y formación de sus alumnos y que el fracaso si la sociedad actualmente percibe a los maestros como problema, ellos deben demostrar con su práctica que más que problema son la solución posible.
Esto va a suponer en los docentes grandes esfuerzos de formación, también de educación y aprendizaje, de tirar por la borda muchas rutinas, privilegios y modos de entender y vivir la docencia, atesorados por años. Después de indagar valga preguntamos: ¿realmente es la educación quien sacará de este auge en donde esta la sociedad? Particularmente pensamos que la educación si juega el papel más importante dentro de la realidad, ya que es el medio más seguro para el progreso y avance de la sociedad. La educación es lo primordial para que los individuos obtengan el buen desarrollo y sepan desenvolverse dentro de la sociedad.
Hoy esta de moda hablar de calidad en el mundo competitivo en que vivimos, según nos dice Esclarín Pérez, todo se presenta ofreciendo lo mejor. Integra una concepción eficientista de calidad, que genera las mejores ganancias posibles. Sobreviven los que son capaces de convencer al mayor números de compradores de ahí la creciente importancia de la inversión en publicidad de las ventajas competitivas de un determinado producto por ello abundan tanto las ofertas de cursos de calidad y calidad total, especie de panacea para aumentar la eficiencia empresarial, mejorar los niveles de producción y acumular los mayores ingresos posibles. También en el medio educativo se viene hablando con creciente insistencia de la necesidad de mejorar la calidad, pues hay consenso generalizado de que la educación no responde a las necesidades del país, mucho menos a sus aspiraciones.
La educación en todos los niveles, se dice y se repite que esta colapsada, anda por un lado y el país por otro; a fracasado, es un “fraude” no solo son alarmantes los índices de deserción y repitencia, sino que los que logran culminar el proceso educativo lo hacen sin la formación que se esperaría de ellos. Dicho de una forma tajante, el sistema educativo no es capaz de retener a la mayoría de los estudiante y cuando lo hacen, lo preparan mal tanto el nivel de la debida instrucción, como en la deformación de su personalidad. La educación venezolana ha sido un gigantesco fraude con respecto a las expectativas que el país a colocado en ella en cuánto a instrumentos de democratización de progreso y de modernización de la sociedad; en los último diez años se ha dado en edificar una nueva educación, fortalecida con una visión nacionalista y alineada al la universalidad sin caer en el reduccionismo ni el determinismo. La educación liberadora aún esta naciendo y esa es una realidad que es deber cuidar e incentivar, la nueva Ley de Educación del 2009, es una claro indicio de esa búsqueda por restituir la oferta educativa en el marco de lo que necesita la sociedad venezolana, hoy día se necesita es terminar y darle sentido a la norma de la Educación Superior.
Lo cierto es que aún se tiene como un fantasma que apenas un tercio de los estudiantes que ingresan a primer grado logran culminar su educación básica, limitándose a los incluidos en el sistema educativo escolar su participación futura en la vida ciudadana y en el campo laboral.
La propuesta de la educación liberadora que venimos proponiendo implica la superación definitiva de las actuales escuelas, centradas en el docente y en el programa, alejadas de la vida, del trabajo y de la gente, para empezar a imaginar y construir centro educativos de calidad donde viva y construya una genuina democracia, sean lugares de producción integral, de expresión y celebración de la vida y también espacio para la formación permanente de los docentes. En medio de todas estas referencias sobre la importancia de la educación liberadora a la de ahora de una buena formación intelectual, y en medio de todo esto valga preguntamos si: ¿Los centros educativos, son lugares de producción integral? ¿Los centros educativos son lugares de expresión y celebración de la vida? ¿Los centros educativos son lugares de formación permanente del docente?
Es importante destacar que no se debe dejar pasar por alto que el docente, en el marco de la educación liberadora, tiene que obrar por crear una Institución con valores y una buena docencia, que sería donde se centra más la calidad de la educación así como hacer al sentido de pertenencia ciudadana que es responsabilidad del docente proyectar, es decir, enseñen a ser , enseñen a aprender, enseñen a convivir; esto se dice fácil, y hasta resulta evidente, el problema empieza cuando se comprende que sólo es posible enseñar a ser persona si uno se esfuerza por serlo plenamente, por crecer hacia adentro , si acepta que para ser educador hace falta reconocerse como un educando de por vida.
El papel de la educación liberadora es transformar al hombre como sujeto de ella misma, para solventar el déficit de valores que le impide al hombre ser auténtico y poder rescatar su identidad. Como dice Cándida Velasco: “La gran tarea de la educación es preparar al hombre para que elija los valores superiores en jerarquía”.
Pero antes es necesario plantear un modelo que rompa los esquemas tradicionales, y ello solo será posible mediante el cambio de valores sobre los que se ha afianzado la educación hasta hoy, pues de lo contrario no lograríamos constituir la educación del tercer milenio, la educación totalizadora y no globalizadora. Este es el verdadero contexto en que hay que enfocar nuestra cultura, una cultura que tiene distintas dimensiones, una de ellas la dimensión “ética” que es lo más importante en la cultura humana universal. Y para inculcarla hay que transmitir valores. Definiendo valores como algo adquirido hasta el punto de convertirse en hábito, adquirido por la voluntad y que acaba siendo objeto de deseo.
De modo que es urgente emancipar a la educación para montarla en el vagón del tren del porvenir si queremos viajar sobre los rieles del progreso. He allí el rol básico de la educación como dice Smith. Nunca antes la educación había tenido la obligación de preparar a los jóvenes para que reconozcan en si las virtudes de la sociedad y para que puedan enfrentar un futuro difícil y cambiante.
Sería necesario hacer un esfuerzo para crear y construir una misión futura para nuestro país con el mismo compromiso y vigor que los creadores de nuestra democracia hicieron en el momento de llevar a cabo tan magna idea, al punto de hacerla realidad. Los valores dentro de este contexto vienen a tomar relevancia, en cuanto se trata de crear conciencia de identidad a los venezolanos. Al inculcarlos se busca en gran medida formar la ética pero esta exige autodominio y el autodominio es costoso y nos pide sacrificio.
La educación de los valores se basa en crear un ser responsable, libre, autónomo y que estas cualidades la incline a dar respuestas a situaciones conflictivas, tomando como criterio sus creencias éticas. La autonomía moral de la persona radica precisamente en: la capacidad de escoger el principio adecuado a cada caso y procurar darle la interpretación más justa.
La educación entendida como la socialización de la persona en función de la colectividad ha sido, una idea que siempre ha estado presente en la conciencia humana, esta es sin duda la mejor manera de relacionar la ética con los valores de la educación.
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