Víctor Hugo…
Cuando empecé a leer los primeros folletos sobre la revolución en la URSS, en una charla al cual fui invitado, en la casa que vence las sombras en Caracas el año de 1972, el ‘ruso’ que la dictaba, narraba que en la Unión Soviética, el estalinismo cometió crueldades contra los revolucionarios que disintieran del gobierno de Stalin, que controló por muchos años ese país. Stalin, quien fue el sucesor de Lenin en la ex Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, fue un gobernante autoritario que en nombre de la revolución bolchevique cometió toda clase de atropellos, atrocidades y persecuciones por razones ideológicas, contra muchos socialistas. Veía enemigos en todas partes hasta en la sopa que se tomaba, bajo su mandato la represión alcanzó a millones de personas, causando la peor recesión económica en ese país hasta su caída a comienzos de la década de los noventa.
A veces en una revolución la historia ha dicho, que existen dirigentes que se creen los dueños de la verdad absoluta, y en esos llamados procesos de cambios, se crean sectas o grupos, que sus actuaciones son perversas y diabólicas, y se convierten en los peores enemigos de la revolución.
León Trotski uno de los principales lideres de la revolución soviética fue perseguido, y desterrado de su país. Fue perseguido sin clemencia alguna en el exterior, siendo asesinado durante su exilio forzado en México. Joseph Stalin no descansó hasta acabar con la vida de Trotski, intelectual revolucionario de primera línea, una de sus obras fue titulada como 'La revolución traicionada'. Las ideas revolucionarias de Trotski, y su posterior vida en el exilio, hoy en pleno siglo XXI ciertos acontecimientos, aberraciones y desviaciones que estamos viendo en la revolución bolivariana, nos hace recordar ese pasaje de su vida.
El ‘Che’ Guevara decía: “que existen revolucionarios que llevan la revolución en la boca para vivir de ella”, se llenan de consignas y bisuterías revolucionarias, pero que en la práctica se toman el proceso de cambios para el enriquecimiento económico, para estos individuos la revolución no es más que un negocio. La mezquindad de ciertos lidercitos aduladores y bocones de baja calaña, que apenas pasan de ser diputados de salón, y para los cuales la revolución es solo para insultar, pantallear y hacer el ridículo. Muchos de estos revolucionarios de nuevo cuño no sufrieron en carne propia la represión, la tortura, de muchos revolucionarios en los calabozos de la digepol, el sifa, y en los campos anti-guerrilleros. Hoy tienen la posibilidad de hablar sandeces y jalar bolas a través del sistema de medios públicos, no cumpliendo muchos las expectativas de éxito y protagonismo, que originó el 4F, y que hizo a Hugo Chávez presidente en 1998. El revolucionario verdadero se cultiva, cuando subordina su ambición personal a una idea. Los revolucionarios pueden tener formación académica o ideológica, pueden algunos ser inteligentes, otros ignorantes y torpes; pero lo que no pueden carecer es de voluntad humanista, sin devoción social, sin un verdadero espíritu de sacrificio. Pero estamos viendo que en muchos ‘patiquines revolucionarios’ esas cualidades no existen, con este tipo de personas jamás consolidaremos la revolución bolivariana.
Existen en la revolución bolivariana en el poder publico nacional, regional y municipal, individuos que llegaron al poder, y se han convertido en rancios burgueses basta verle la vestimenta, prendas, quintas y vehículos que exhiben. Son enemigos acérrimos de la crítica, se llenan de consignas, propagandas y clichés para mantener un estatus quo, y privilegios que nunca en su vida llagaron a tener.
Apoyados en la fuerza que da el poder atropellan al que se atreva a criticarlos. En pleno siglo XXI siguen cometiendo los mismos errores, que hicieron pedazos el socialismo real del siglo XX, en la ex – URRS y toda la Europa Oriental.