El Bolívar mestizo le revolvió la sangre a los mantuanos

Definitivamente ahora si contamos con una aproximación científica del rostro del Padre de La Patria. Nada que ver con ese oxigenado que nos vendieron de sus tiempos parisinos ni con el Bolívar de Haití. Personalmente estoy contento con ese regalo de la Revolución Bolivariana de Venezuela. Sólo en tiempos de Revolución existen semejantes acontecimientos. Ahora. Quién puede criticar ese logro. Sólo aquellos que se molestan por los rasgos mestizos, criollitos, que afloran en la fotografía de El Libertador. Si fuese sido una fotografía de un catire con los ajos azules, el pelo rubio y nariz pequeña, respingada, pues entonces si estuviese alegre la alta sociedad caraqueña. En Venezuela nadie es blanco y puro cien por ciento. Por nuestra sangre corren genes indios, negros y europeos. El crisol de nuestra raza es lo que hace de los venezolanos un ser especial, único en el planeta Tierra. Lo demás es hablar pendejadas. De paso. No olvide el majuncherío que la le leche materna que mamó El Niño Simón, es negra. Y que de niño, en su finca de San Mateo, le encantaba irse al patio a divertirse con los negros esclavos para después invitarlos a las grandes fiestas que daban en la sala y ordenarle a la servidumbre que le sirvieran caña y comida a sus amigos mientras las emperifolladas damas caraqueñas, ofuscadas, contrariadas y echándose aire con sus abanicos madrileños, ingleses y parisinos., comentaban en voz baja: “Este Niño Simón siempre con sus travesuras”.


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Américo Hernández


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