La
tradicional concentración territorial de la dirección estratégica de la
revolución en la ciudad de Caracas y en el ejercicio del Poder
Ejecutivo y al Secretariado del Partido Socialista Unido
de Venezuela, PSUV, se puede entender como una comprensible respuesta
del núcleo central que lidera el Comandante Chávez, para contar con un
Comité Central de integrados de cuadros en capacidad de responder, desde
el centro político nacional, a la totalidad de eventos circunstancias,
coyunturales, estratégicos, fuesen nacionales e internacionales, que
permitiera a la revolución sortear los diversos peligros derivados de la
decisión imperialistas y sus aliados subalternos de la burguesía
interna, de derrocar el naciente poder revolucionario..
Sin embargo, este posicionamiento en el terreno, que pudo haber tenido una razón política en la etapa esencialmente defensiva de la revolución (1999-2005), ha generado importantes limitaciones para producir cambios reales, efectivos e
irreversible en la institucionalidad del Estado a nivel de los Estados,
municipios y pueblos, dada la prevalencia de intereses locales,
grupales y personales en el comportamiento político de los gobernantes
regionales y municipales quienes, por inercia, atraso político o
posición ideológica, se han resistido al desarrollo de las
líneas estratégicas
trazadas por el Comandante Chávez e impulsada desde la dirección
Nacional del PSUV como los “Cinco Motores”, “Las Tres R” y, últimamente,
las “Cinco Líneas Estratégicas”; aún en contra de las directrices
directamente trazadas por los Vicepresidentes del PSUV para las cinco
(5) regiones en las que fue dividido políticamente el país.
En los últimos cinco años, los de mayor avance político
en el objetivo estratégico de destruir el orden burgués y fundar el
nuevo Estado Democrático y Social de Derecho y Justicia, en transición
al Socialismo, muchos gobernantes estadales y municipales se burlan de
las orientaciones del Comandante Chávez y siguen aplicando las viejas
leyes y ordenanzas de la Cuarta República, mientras, las leyes de la
revolución, son mediatizadas o desaplicadas, para evitar
la irrupción del Poder Popular y su imposición sobre el Poder
Constituido. Ello es fácilmente visible en la no aplicación de las
reglas del Presupuesto Participativo,
en la falta de impulso e institucionalización de la Contraloría Social, la no creación de los Parlamentos del Poder Popular, la falta de Rendición periódica de Cuenta y de aplicación de las normas del Gobierno Transparente pero, especialmente, en el desarrollo de una política de cooptación de cuadros políticos y sociales de base, los cuales son absorbidos como asalariados de gobernaciones y municipios para que sirvan como instrumentos de sus empleadores.
En
ese marco de desarrollo contradictorio de la revolución, la decisión
del Comandante Chávez de disponer de varios de sus principales cuadros
del gobierno nacional para disputarle a las formaciones burguesas el
gobierno de Estados importantes como Carabobo, Monagas,
Táchira, Zulia, Miranda, Nueva Esparta y Lara, debería estar dirigido,
además de conseguir una victoria electoral estratégica frente a la
contrarrevolución, alcanzar el despliegue de la Dirección Estratégica en el amplio territorio nacional – tal como fue una
estrategia militar victoriosa en el Libertador Simón Bolívar - que, de esa manera, se convertirían en el instrumento directo para
el desarrollo de las “Cinco Líneas Estratégicas” y de la aplicación del
Plan Socialista Simón Bolívar 2013-2019, ya no “teledirigido” desde los
Ministerios de Caracas, sino asumidos, directamente, desde
los espacios de gobierno nacionales, regionales y municipales que
resulten necesarios para alcanzar los objetivos trazados.
La
presencia de los camaradas Nicolás Maduro, Diosdado Cabello, Tarek Al
Aissammi, Francisco Arias Cárdenas, Elías Jaua Milano, Mata Figueroa y Luis
Reyes Reyes, al frente de las gobernaciones antes identificadas, es una
decisión correcta, de carácter estratégico, que refuerza el papel la
dirección de la revolución y su líder, el Comandante Chávez, en la
conducción del proceso de cambios revolucionarios en la Sociedad y el Estado, unifica y disciplina las fuerzas de la revolución en su enfrentamiento con la contra-revolución interna y el imperialismo dentro del territorio
nacional y favorece el desmonte del viejo Estado burgués e impulsa la construcción del nuevo Estado Comunal y su base fundamental: El Poder Popular.
Este
despliegue de cuadros de dirección política y de gobierno no debilita
la dirección del gobierno revolucionario nacional, no solo porque existe
una camada importante de cuadros de la Administración Pública y
dirección política y social, que se han venido “fogueando” en los
últimos años en el ejercicio de las funciones públicas y las luchas
sociales y que podrían asumir plenamente tales responsabilidades bajo el
mando del Comandante Chávez, sino porque también, el ejercicio del gobierno regional no tiene porque
ser incompatible, constitucional o legalmente, con la condición de miembro del Consejo de Ministro, sobre todo en una época como
la actual, de un elevado desarrollo de las tecnologías de la
comunicación y las información que convierte en espacio virtual y móvil,
el centro de la toma de decisiones políticas y de su ejecución.
Pero
además, el despliegue permanente de estos cuadros de la Dirección
Estratégica en el territorio nacional, presume que las líneas trazadas
por el Comandante Chávez y apoyada por la Dirección Nacional, podrán
ejecutarse y producir los cambios políticos e institucionales esperados,
entre ellos y el más importante: acelerar el proceso de desmonte del
viejo Estado Capitalista Burgués y su reemplazo por el Estado Comunal,
teniendo como motor fundamental: el Poder Popular.
Yoelpmarcano@yahoo.com