¿Qué es la derecha?, me preguntaba un nieto adolescente

¿Qué es la derecha?, me preguntaba un nieto adolescente. Obviamente no se refiere a la extremidad que es controlada por el hemisferio del lado contrario del cuerpo. Él pregunta por la derecha política, la que en la actualidad, controla a la mayoría de los países en los dos hemisferios del globo terráqueo.

Nace como calificativo, cuando el grupo de diputados, miembros de la burguesía del mundo de los negocios, se instalan a la derecha del Presidente de la Asamblea Constituyente, en aquel período de diez años, en el que se desarrolla la Revolución Francesa, 1789 a 1799.

En adelante, la “derecha” va a ser el calificativo para los sectores y personas que, oponiéndose a necesidades e intereses de toda la sociedad, luchan por sus particulares privilegios, riquezas y ganancias.

La derecha es el encuentro de clases sociales o grupos distintos y antagónicos, en los cuales unos se apropian del trabajo de otros, pero siguen unidos, en la sociedad del capital, en la incesante búsqueda de mejorar sus cuotas de poder económico o político.

La derecha, desde tiempos remotos, representa a los explotadores, nunca a los explotados que tienen conciencia de serlo.

De derechas, se calificó a la burguesía que prevaleció, haciéndose cada vez más fuerte en América y Europa. La Independencia de los Estados Unidos de América, y la Revolución Industrial Inglesa, fueron cambios importantes a favor de la derecha y el capitalismo en todo el mundo. Hasta la Revolución Francesa es capitalizada por las élites de la derecha.

Cómo no calificar de derecha a los nuevos ricos de la revolución industrial quienes en sus usureras actividades impusieron extremas condiciones de explotación social para aumento de calamidades y muerte.

En América del Norte, desde la conquista, es lugar común, la lucha de la derecha por el poder de; franceses, españoles, holandeses. Y de las colonias británicas originarias enfrentadas al Reino de Gran Bretaña, por escapar de las imposiciones tributarias y limitaciones impuestas por la Metrópolis.

El surgimiento de la Nación de los Estados Unidos de Norteamérica, que incorpora la primera Constitución escrita, inspirada en parte por los pensadores franceses (tres poderes, dos cámaras, y voces libertarias) dan como resultado, el primer ejemplo de descolonización en el mundo, y también es instrumento que sirvió a la burguesía, a la “derecha”, para que los más preparados, pudieran producir leyes en su propio beneficio, “con el consentimiento”, con el voto, de las muchas minorías censadas, a las que se les permitía votar.

Es natural que los más cultos, en todo el Mundo, manejaran las leyes, el poder y la justicia. No podría esperarse los analfabetas venidos desde el sistema feudal conocieran más allá que su deber para elegir a sus “inteligentes representantes”. De igual manera, en el sistema capitalista actual, sectores de bajos recursos económicos, que no han alcanzado madurez política, se hacen representar por políticos contrarios a su clase y sensibilidad, como si estos políticos representaran un “indiscutible interés Divino”.

Y he aquí, las primeras y fundamentales herramientas de la derecha: Optar por la mejor preparación intelectual, impedir que la mayoría tenga acceso a la mejor formación profesional, ocupar la mayoría de escaños en los tres niveles del Estado, investidos como; progresistas, liberales, reformistas, social cristianos, independientes etc. Dificultar el acceso a la defensa legal de las mayorías, poseer los medios de comunicación para formar corrientes, y matriz de opinión, en las clases menos capacitadas de la población. Presentarse como dispensadores de bondades, con la ayuda de religiosos e instituciones supuestamente benéficas.

La derecha curiosamente, mediante “el castigo de Dios” y de millones de “masajes” difundidos incesantemente, logra que muchos de sus naturales adversarios por razón de clase e intereses, terminen votando a su favor. Curiosidad que se produce históricamente, y así se sucede en cada acto eleccionario del juego democrático en la sociedad capitalista occidental. Es el juego que valida la incuestionable democracia. Porque de no ser así, de no contarse con los votos de la población sin ideas, las elecciones no conducirían a la democracia, tal como lo entiende la derecha.

Solo la toma de conciencia de las mayorías puede cambiar esta tendencia histórica. Solo la lucha revolucionaria en torno a un denominador común; a un líder, al poder, al encuentro solidario por la igualdad, puede dar sentido a la vida. Y superar el miedo infundado por las clases tradicionalmente dominantes.

Es evidente, que se trata de una extraña lógica; la derecha mantiene y aumenta, prestigio y privilegios, con la complacencia de la mayoría de pobres, de hambrientos, de marginados y clase media asalariada.

El comportamiento de la derecha es igual desde que se desarticula el histórico sistema feudal. Se da una media patada a la Monarquía, que por supuesto siempre fue de derecha, y surge la República Francesa, de marcado corte liberal. Surge la lucha de clases; clero, nobleza burguesía. Y se construyen las nuevas formas de poder en todo el mundo. Son; banqueros financistas, comerciantes, propietarios, profesionales que, con las “bondades” de las modernas democracias, construyen entre ellos, la poderosa institución del capital.

Todos se han sentado a la derecha de los hemiciclos y se autocalifican de liberales para pertenecer a la ilimitada fuerza de minorías que comparten el poder hegemónico sobre el resto de los mortales.

La ”libertad, igualdad, fraternidad”, proclamada en la República Francesa, es interpretada desde entonces por la derecha burguesa para nutrir a oligarcas, dueños , latifundistas, millonarios, que hacen del capital divisa de poder absoluto.

De la Revolución Norteamericana, de su Constitución, llegan a nuestra sociedad contemporánea, las interpretaciones que la derecha ha difundido para reinventar el devenir del pragmatismo norteamericano. “Los valores individuales pasan a ser superiores a los colectivos, cada individuo decidirá por su propia historia”, “el valor absoluto deja de ser la (verdad) para pasar a ser la (libertad) Nada más ajustado al desarrollo del día a día de la sociedad norteamericana. En la en individuo solo cuenta para “votar con obediencia”, y la libertad es reservada para los que esclavizan a los pueblos.

Para redondear la respuesta, debo decir que, la ignorancia, y la miseria no son de derecha. No hace falta un estudio sociopolítico profundo para descubrir las raíces de la derecha. Es culpable la derecha; del crecimiento de la pobreza extrema en el mundo, de los altos índices de mortalidad infantil, del paramilitarismo, de los millones de desplazados de sus regiones y pueblos, de la producción de armas de guerra e invasiones para apropiarse de recursos energéticos.

Existen muchos matices en las derechas de nuestros días, pero todas coinciden en un ejército organizado que, de ninguna manera rompe la cadena que da unión a sus intereses privados; por encima de la justicia social de los pueblos y de sus indiscutibles derechos humanos. La derecha sin escrúpulos alega; “que sean los jueces quienes digan la última palabra”. Pareciera que la justicia estuviera hecha a su medida, pareciera que el castigo a las mayorías fuera práctica de derecho.

Pero las infinitas e históricas injusticias van desapareciendo con la pérdida del poder de la derecha, cosa que se observa en los países emergentes Latinoamericanos en los que surge el poder de la mayoría del pueblo opuesto a la derecha, y que viene a reivindicar la izquierda, por tanto tiempo mutilada.

antoniodelarosar@hotmail.com


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Antonio de la Rosa


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