Un elemento esencial que debe ser tomado en consideración, en especial en estos tiempos electorales es determinar qué intereses económicos representa cada candidato, para deducir cuál será su actuación concreta. Por más programas que presente determinado candidato, su vínculo con determinado sector económico puede ser definitivo a la hora de ejecutar un programa de gobierno concreto. Por ello no extraña que afloren programas ocultos en los cuales se manifiesten los reales intereses protegidos y defendidos.
En Venezuela la polarización política existente facilita bastante la determinación de cuáles son los intereses que representa cada candidato presidencial. Y por más promesas emitidas en los discursos, ese ligamen con intereses socioeconómicos determinados no se va a soslayar o disipar. Y el pueblo es muy sabio para reconocer la realidad que pretende ocultarse. Por otro lado, ese pueblo sabe agradecer con creces a quien le ha demostrado su amor sincero. Nunca como ahora es más verdadera la frase “amor con amor se paga”.
Tal consideración simplifica mucho el proceso de selección. En otras épocas, cuando predominó un discurso populista demagógico, como se palpó en los hechos, lo común era prometer reformas sociales en beneficio de los sectores populares, pero desde finales del siglo XX, la situación se definió claramente, y los únicos que ofrecen inversión social, son los sectores que practican el socialismo del siglo XXI. Los sectores políticos conservadores quedaron atrapados en el modelo neoliberal y no logran convencer con discursos engañosos, porque su propuesta queda resumida en: "apoya al capitalista, libéralo de cargas y de controles, y entonces aumentará el empleo, mejorarán los sueldos, y lloverá bienestar para todos."
Así que no te quejes obrero, campesino, empleado, deja que el rico sea más rico, que la riqueza se acumule en pocas manos que algo de esos recursos llegará a tus manos. Ten paciencia, no te angusties, no hay otro camino para el autobús del progreso.
Evidentemente este mensaje sólo llega a ciertos sectores socioeconómicos con los mayores ingresos, a parte de la clase media todavía absorbida por ese mundo consumista que le hace creer que su mejor futuro está ligado al desarrollo de una sociedad capitalista sin limitaciones.
Pero los más amplios sectores de la sociedad tienen claro cuál es la vía que los beneficia y les brinda igualdad de condiciones y de oportunidades. La vía neoliberal sólo trae más concentración de la riqueza, más pobreza y marginalidad, y una total indefensión para los menos favorecidos.
En este sentido, para llegar a los indecisos, lo que hay que demostrar es que el único modelo que no les quita, sino que acrecienta su bienestar es el ofrecido por el modelo socialista con el cual se pretende seguir distribuyendo la riqueza de manera justa sin que se permita la exagerada acumulación de beneficios en una minoría.
Las fuerzas opositoras, por más que en la recta final, sin el menor escrúpulo, quieran ofrecer obras sociales, darle de comer a los hambrientos, crear escuelas y universidades, hospitales, vivienda, no pueden ocultar su verdadero programa, ligado a sus vínculos evidentes con los sectores económicos dominantes. El neoliberalismo es lo que predomina con todo lo que ello implica. Reducir el Estado, proteger a la gran empresa y minimizar la inversión social es su premisa, lo demás es pura demagogia que no convence a nadie. Las palabras dichas por el candidato republicano Romney en la grabación hecha pública recientemente, en las que se mofa del pueblo que recibe los beneficios del Estado y le considera parásito, son perfectamente aplicables a nuestro candidato opositor, representante directo de esos grandes intereses económicos.