Recordaba
no precisamente a Zaratustra, cuya enseñanza parece haber sido la
compañera de Chávez en esta mala noche que tuvo que vivir, sino a Carlos
Castaneda, durante los días de silencio desde que Chávez fue
intervenido la primera vez de un absceso pélvico. Castaneda, ese gran
escritor que fue tragado por la nada, que desapareció misteriosamente de
nuestras vidas y que en sus novelas nos dejó toda la magia ancestral de
nuestros indígenas aztecas, por allá en el desierto de Sonora, hablaba
de “tensar” la vida volviendo la mirada de vez en cuando sobre nuestro
costado izquierdo y mirar a la muerte que siempre nos acecha por detrás
de nuestra vida. Recordaba que al leerlo en mi juventud practiqué el
ejercicio propuesto en el mundo del nagual y hacerlo cargaba de
importancia cada instante, por más mínimo de nuestra vida. Aprendí que
la muerte, vista de reojo, nos tensa la vida.
Cuando
vi el imponente discurso donde mi comandante nos hablaba de su abismo,
de su miedo, de su soledad, de su encuentro con la fatalidad y a la vez
hablaba de su retorno, no pude menos que soltar algunas lágrimas y
exclamar el gran dolor que inundó mi alma, creo que a eso los sicólogos
lo llaman duelo, yo no se como se llama, pero me recordó mucho más
aquellas emociones que me enseñó Carlos Castaneda, vi en la cara de
Chávez la humildad que es lo único que nos queda a los seres humanos al
salir de un trance donde la proximidad o sospecha de nuestra muerte, le
quita el valor que tenga todo lo superfluo y nuestra cara se dibuja tan
solo con las verdades fundamentales de nuestra vida. Me costó superarme y
fue solo aquel nuevo amanecer donde Chávez tenía de nuevo la historia
atrapada entre sus manos, al bajarse de un avión y retomar su puesto de
combate con la valentía, el coraje y el valor que solo puede dar el amor
y el compromiso con el pueblo. Ese mañana me vestí también de coraje y
de contento, fue un día extraño, el dolor del día anterior se quedaba
vacío y aun la alegría no me comprometía con el canto a la vida.
Aquella
tarde preferí venirme a casa y ver a mi jefe y comandante por la
televisión hablando desde el balcón del pueblo, yo que trabajo con el
gobierno y que lo hice un tiempo en Palacio Blanco, frente a Miraflores,
sabia del ajetreo que implica poder estar entre los afortunados que
logran entrar al predio dominado por el balcón del pueblo, mi espíritu
no sintió fortaleza para asumir esa tarea y desde mi cuarto y solo, mis
lágrimas se bañaron con mis propias lágrimas y las que eran de dolor se
perdieron en la inmensidad de un llanto de alegría, húmeda alegría que
corrió por mis mejillas mojando toda mi alma de esperanzas, de pueblo,
de futuro, de más y más revolución bonita.
Yo te vi
y te veo Chávez cada día, marcho en tus milicias haciendo al máximo lo
que me sea posible para llevar la carga de sueños entre todas y todos,
yo me levanto cada mañana incendiado de furia revolucionaria, de ganas
de avanzar hasta salvar al pueblo, al planeta, a la vida. Ahora estoy
más que seguro de tu fortaleza de alma y de espíritu, regresaste como de
un baño que te despojó los sucios que se pegan siempre en los caminos,
regresaste impecable y nuevo, hasta donde nuestra edad nos lo permite,
la luz de tu mirada iluminó las pupilas de todas y todos los que te
vimos, los que te oímos, los que te gritamos incansables: palante
comandante, palante..
Estos breves días de la gran batalla te hacen imbatible y eterno, tan grande como el amor de este pueblo enorme que te grita que te ama, este pueblo digno que decidió ya su libertad, este sueño de Bolívar que despierta a la América.
No queda más que jugarnos el resto, apostando a la victoria que abrirá las grandes puertas por centurias cerradas, las puertas a la nueva vida y a la patria grande.
No hay camino para quienes militan en el pasado, así sea con sangre, si es preciso, tu pueblo, todas y todos estaremos en la calle este 7 de Octubre para sellar la independencia con gallardía bolivariana.
Grande como grande el pueblo que te sigue, la historia está escrita, la victoria esta en nuestras manos: ¡viviremos y venceremos!!!
brachoraul@gmail.com