Quizás la única reserva política espiritual la esté representando actualmente en el desvalido mundo al que asistimos la nación India. La ausencia de compromiso anímico, del amor entre seres humanos, del respeto hacia el medio ambiente, de la irresponsabilidad por las mejores causas catalogadas como perdidas, nos están ubicando en el final de una agonizante década del tiempo perdido.
Las naciones poderosas manejadas como imperios: Inglaterra, las seis petromonarquías del Golfo Pérsico y los Estados Unidos de Norteamérica juegan el más decidido papel de empinar a las sociedades al abismo de lo antipolítico, antiambiental, antihumano y toda esa carga está siendo inducida en la conciencia de nuevas generaciones las cuales también están amarradas a otras que pudieran impedirles el cambio.
Las potencias representadas en el tormentoso bosque militar saben que con el mandatario venezolano Hugo Chávez muchas generaciones que vivían en la vieja diáspora volverán a reencontrarse en un planeta que reclama nuevas y humanas relaciones de cambio contra los poderes impuestos.
Los imperios saben de buena tinta que los formados bajo la nueva teoría política bolivariana, inspirada en lo humano y solidario tratarán de inspirar otros patrones de convivencia en el planeta.
Individualidades, oposición y algunos sectores del gobierno seguirán apostando por una sociedad indiferente, corrupta, apartada de la revolución del amor tanto en lo personal, en el trabajo, patrones y conductas, contra las iluminadas por cambios humanos, reales y tangibles.
Por esto muchos gobiernos del mundo intentan apartar al presidente Hugo Chávez. Contados son los mandatarios que bajo la solidaridad y el respeto a sus semejantes como lo hizo el gran Gandhi rescatarán el amor de cada uno de sus individuos, lo cual hará volver profundamente la hoja del antagónico modelo social.
Sin amor no habrá nuevas y sanas sociedades.
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